El artista alcañizano Rubén Vidal nos traslada en una nueva página de nuestro Diario de un confinamiento cómo está viviendo la crisis del Covid-19 desde Berlín, su lugar de residencia y desde donde desarrolla su trabajo. Según asegura, de esta situación -que es muy diferente en Alemania- pueden sacarse algunas conclusiones, dada la gran revolución que ha supuesto en nuestra forma de entender la vida.
¿Qué tal estás?
Muy bien. Echando mucho de menos la tierra, pero bien. Ha sido una Semana Santa muy rara para todo el mundo, pero yo también he salido al balcón, he tocado el tambor con mis chiquillas… Si vieses la cara de los berlineses mirando hacia todos los lados diciendo: ¿este de dónde viene? (ríe). Fue muy raro todo.
Respecto al confinamiento en Berlín, ¿en qué punto os encontráis en este momento?
En comparación con España es todo muchísimo más fácil. Hemos podido salir durante todo el tiempo. No ha sido un confinamiento extremo pero la gente no se ha podido reunir ni para comer ni para cenar. Los negocios están todos cerrados, solo se puede ir al supermercado, pero dejan salir de dos en dos o familias enteras. Esto es una gran diferencia porque puedes pasear con los niños, aunque sin tener contacto con otros amigos, ni con nadie, y manteniendo una distancia mínima de seguridad de dos metros. Además el tiempo ha acompañado de modo que hemos podido ir incluso al parque los fines de semana. La gente es muy cívica y de momento aquí no se ha llegado al punto de confinamiento de España.
Es una realidad diferente, parece que aquí estemos inmersos en una película. ¿Qué noticias te llegan de nuestro país a través de la familia?
La verdad es que da muchísimo miedo y sobre todo mucha impotencia. Ocurre como cuando hay un accidente y a ti no te ha pasado nada, ya que nosotros estamos más cómodos que nuestros amigos y familia en España. Te sientes un poquito raro al no estar tan mal y sientes muchísima preocupación puesto que estás muy lejos y no puedes ayudar de ninguna de las maneras. Supongo que en el mismo Alcañiz ocurrirá también con familias que están cerca y no se pueden ver ni ayudar, pero aquí, a tanta distancia y sabiendo que no hay posibilidad de desplazarte te crea bastante inquietud.
¿Qué te ha llamado más la atención en estos días?
Como bien has dicho es como una película de terror, no sabes muy bien dónde está la realidad y dónde está la ficción. Da la sensación de vivir en una caja de zapatos, de no ser tú el protagonista de tu propia vida, de que sea todo algo preparado. Luego, oyendo y viendo las noticias, sorprende la reacción tan buena de España, el grado de civismo de los alcañizanos… estoy muy orgulloso, la verdad. Amigos de aquí, cuando ven las noticias o les cuento alguna cosa… el grado de reclusión al que os estáis viendo sometidos se ve casi inhumano. Ten en cuenta que en Europa, según tengo entendido, no hay medidas tan severas como las que está habiendo en España. Al menos dejan hacer ejercicio, salir a pasear, a los niños también, incluso en Italia se ha discutido… Ahora se empieza a discutir también dejar a las pobres criaturas al menos dar un paseo, estirar las piernas y que les de el sol. Pero hasta ahora la verdad es que me parece increíble teniendo en cuenta la sociedad española. Se vive mucho en la calle y hay pisos que no son tan confortables como en Alemania, que hace tan mal tiempo y las casas están acondicionadas de otra forma. En España la casa es en muchas ocasiones prácticamente solo un dormitorio. El que se hayan visto en apartamentos relativamente pequeños familias enteras sin poder salir en absoluto entiendo que ha debido ser muy muy duro. Me parece que se podrían hacer o se van a hacer muchas películas respecto a este episodio, que es un capítulo seguramente histórico e importante en toda nuestra generación.
¿Podría suponer el ‘boom’ de manifestaciones artísticas en redes sociales una revolución?
Sí, y no solo para el arte. Se está demostrando que la gente de forma no presencial puede trabajar en su casa y creo que eso podría agilizar, cambiar y revolucionar toda nuestra vida. En el ámbito artístico también. Hay muchísimos amigos músicos que han empezado a grabarse a sí mismos en varias secuencias y luego unirlas de forma que tocan varios instrumentos o hacen varias voces; hemos oído conciertos, como el de la Orquesta de Holanda y otras tantas otras, en los que cada uno desde su casa está haciendo música simultáneamente… No sé si en pintura esto ha sido más revolucionario o no. Yo he podido trabajar a través de fotografías y hablando con otra gente. Por ejemplo, he hecho la contraportada del nuevo libro a uno de mis amigos de Zaragoza, que es poeta, y me he tenido que ayudar de fotografías, de la cámara de web, de un montón de cosas, y ha sido divertido hacerle cómplice de mis tretas y de mis trucos para intentar trabajar online. Aún así yo creo que como al natural no hay nada, sea para un concierto o para la pintura. La radio, la televisión, el teatro, el cine… son cosas distintas y cada una tiene su espacio. Entiendo que para trabajar y por necesidad siempre va a ser muy bueno este sistema y el salto que se ha podido dar, pero como ir a un café o a un bar y tomarte una tapita… ¿verdad? Que ganas tenemos todos ya (ríe).
Si pudieras recoger en una imagen, en un cuadro, este confinamiento, ¿cómo sería?
Es muy difícil porque son muchísimos sentimientos. Supongo que sería una composición muy compleja en la que habría bastantes elementos. Sería algo más parecido a un puzle que otra cosa, porque así es como realmente lo estoy viviendo. Veo un montón de piezas que encajan, algunas no tienen mucha relación unas con otras pero tienen que estar. Y lo maravillosos de todo esto es que al final todas ellas encajan. Esto es con lo que yo me quedaría.