Bastaron menos de cinco minutos para organizar la fotografía de grupo que uno puede ver sobre estas líneas, digna de recuerdo. «Vamos a poner los tambores y bombos delante y nosotros detrás, como un equipo», propuso uno de sus protagonistas. A los demás les pareció buena idea, y sin perder tiempo allí estaban todos: formados, sonrientes y con la misma buena voluntad que en su día emplearon para poner en marcha un grupo en el que seguir tocando todos juntos.
Aunque en la imagen faltan algunos, ellos son Los Salesianos, más de 30 jóvenes andorranos para quienes todo comenzó con la escuela del tambor. El lugar les sirvió para mucho más que aprender a tocar, de hecho, fue su nexo de unión: allí se conocieron, crearon sus primeras anécdotas y más tarde una inquebrantable amistad con la que compartir la pasión por esta tradición. Pasaron por la escuela 1, la escuela 2, y cuando tuvieron que despedirse al superar la edad máxima permitida muchos ni siquiera dejaron de asistir a las clases. «El límite está en los 15 años, pero algunos seguimos hasta los 18», recuerda una de sus integrantes, Marina Frutos, «no había quien nos moviera de la escuela. No queríamos dejar de tocar», añade entre risas.
La idea de crear un nuevo grupo fue surgiendo sigilosamente entre algunos de ellos, aunque sin obviar que el proceso no iba a ser fácil. Andorra llevaba 25 años sin tener una nueva cuadrilla de tambores que representara a la localidad de año en año en las Jornadas de la Ruta y demás actos de la Semana Santa local. Hasta el momento, Los Rebeldes, La Seleccionadora, La Estación y La Cochera habían sido los únicos grupos encargados de esta tarea, y por ello mismo se les exigiría una gran responsabilidad. El grupo debía ofrecer, sobre todo, garantías de que iba a durar en el tiempo. Pero eso no fue un problema para Los Salesianos. «Fue complicado, pero nos vieron con tantas ganas que acabaron aceptando la idea», apuntan.
El nombre, siguiendo la tradición, lo eligieron a raíz del lugar donde realizaban sus primeros ensayos: el edificio del antiguo colegio de Endesa, Los Salesianos. Ahora han cambiado de ubicación a una nave del polígono, pero sus ganas siguen intactas.
El covid y la pandemia hicieron imposible que se estrenaran en la Semana Santa de 2020, y no fue hasta 2022 cuando por fin pudieron participar por primera vez como grupo en la Exaltación Local del Domingo de Ramos. «Teníamos una presión extra al ser la novedad», recuerdan parte de ellos. «¿Y si nos salía mal después de tanto insistir?», confiesan que pensaban otros. Pero lo cierto es que todo fue sobre ruedas y este ya se ha convertido en uno de sus momentos más especiales.
Cuando se tomó la fotografía de esta página a principios de marzo ya llevaban semanas ensayando para este día y el resto de la Semana Santa, fechas que sí o sí viven juntos. «Si fuera por Paula (una de las integrantes) empezaríamos a ensayar en noviembre», reían algunos. «Los amigos de nuestras cuadrillas de toda la vida apenas nos ven porque estos días siempre estamos todos juntos», añadían otros.
El encuentro semanal les sirve para perfeccionar el toque que comparten, ideado por ellos mismos. Aunque realmente también es la excusa perfecta para poder estar juntos: «Somos de distintas edades y en otra situación quizás nunca hubiésemos tenido relación. Pero gracias al tambor y al bombo tenemos esta amistad, y eso es lo más importante».