Desde la experiencia propia habló Salvador Berlanga al auditorio que se sentó en las butacas de una de las salas del Centro Buñuel Calanda. La novena edición de la semana cultural que organiza el Centro de Educación de Personas Adultas de Alcorisa se detuvo el miércoles en la figura del bajoaragonés, ya que la programación ha girado en torno a la discapacidad en el sentido más amplio.
El maestro habló sobre su experiencia como una persona que desde niño convive con unas muletas, y también desde su experiencia como músico y, sobre todo, como docente porque la educación ha sido y sigue siendo su vida. «Me sigo formando y con 51 años me saqué la tesis, estoy en constante aprendizaje porque la educación es libertad», dijo. Las semanas culturales del CPEPA Alcorisa siempre incluyen un encuentro con un autor, y en este caso, «Salvador era una persona muy indicada por todo lo anterior, es un referente y además acaba de publicar libro», añadió la directora del centro, Mapi Espada. Así fue, en un diálogo con Eva Defior, directora de La COMARCA, el encuentro sirvió para presentar «Ecos y voces de infancia», un libro coral confeccionado con casi un centenar de relatos y cuyos beneficios se destinan al Museo de la Escuela de Teruel ubicado en Alcorisa. «Los niños que leen este libro conocen la infancia de sus mayores, y los mayores que se adentran en sus páginas vuelven a ser niños otra vez», advirtió. A cambio recibió la aprobación del público entre un murmullo de risas susurradas.
Esta es una de las muchas capacidades de Berlanga, sacar una sonrisa a quien se acerca a escuchar lo que tiene que contar. Y su charla iba de eso, de hablar de capacidad y así lo reflejó ya en el título: «Educación+música+libros y di… capacidad». «Mi lema en mi vida educativa siempre ha sido que un niño que sonríe está aprendiendo, y con un adulto sucede lo mismo», añadió. Fue uno de los miles de niños que se infectaron de la polio en España y uno de los que sobrevivió no sin antes pasar dos años en un hospital en Valencia de donde salió con muletas de por vida, una herramienta que combina con la silla de ruedas. «Yo era un niño sin amigos, como tantas personas con discapacidad que hoy en día veis por ahí y que van solas. Alguien trajo una guitarra a casa y fue la música lo que me abrió puertas. La música y la formación determinaron mis pasos», apuntó.
Berlanga cursó la carrera en la facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza, un edificio ahora en remodelación. Cada día subía y bajaba cuatro pisos a pulso con las muletas. «Pedí un pasamanos y no lo pusieron y había ascensor pero solo para profesores», contó. En documentos oficiales, a Berlanga le han denominado desde inútil -para el servicio militar- hasta minusválido, impedido, disminuido y hasta subnormal. «No hace tanto tiempo, eso fue hace cuarenta años, así que, basta de poner etiquetas, somos personas y no somos nada de eso», añadió e invitó a los presentes a realizar un ejercicio: «cuando veáis u os topéis con una barrera arquitectónica, notificadlo». Los pueblos están plagados de edificios de usos públicos con escaleras, consultorios médicos no adaptados e incluso las calles, donde las aceras ya impiden. Lo mismo en el ámbito privado en lugares tan frecuentados como bares y restaurantes. «Por no hablar de la cantidad de gente que vive presa en casa porque no puede costearse una reforma para acceder a la calle, no hay tanta concesión de ayudas como dicen y eso contribuye a la despoblación», apuntó.
El cambio de registro también es otra capacidad de Berlanga y para eso le bastó sacar el guitarrico e incitar al canto. El cierre musical a coro empezó con «Antón pirulero» y cerró con «La chata la mandunguera» y en medio, los clásicos «Debajo un botón», «Dónde están las llaves» y «Tengo una muñeca». La sesión acabó entre risas, con aplausos y con la firma de libros e intercambio de anécdotas con Berlanga porque todo bajoaragonés, directa o indirectamente, tiene conexión con el maestro.
Un centro muy comprometido
La CPEPA de Alcorisa abarca a varias poblaciones en las que ha repartido las actividades de la semana cultural «para dar la oportunidad a todos de participar» en alguna. «En nuestras aulas tenemos alumnado con diferente tipo de discapacidad y quisimos empatizar con lo que se enfrentan a diario y también pensar que en cualquier momento nos puede pasar a cualquiera», dijo la directora.
De hecho, como se apuntó en la sesión, las barreras arquitectónicas implican también dificultades para personas mayores. No es la primera vez que abordan este asunto y por su sensibilidad, en la «I Semana del Audiovisual y la Discapacidad» organizada por el IASS en 2021, recibieron el premio del jurado en la categoría de centros educativos por «El sendero de la integración».
¡Bien Salvador!…y gran trabajo el de Mapi y la gente del CPEPA Alcorisa por la cultura y la educación. ¡Enhorabuena!