Existe un punto en el monte en el que confluyen los términos municipales de Samper de Calanda, Caspe, Alcañiz y Escatrón. Como prueba de ello hay una roca con diferentes grabados que parecen referirse a cada uno de esos términos, y un acta en la que consta que allí hubo al menos una reunión común.
Representantes de los cuatro pueblos se encontraron allí a finales de marzo de 1919, una cita que se volvió a dar el pasado 27 de marzo a modo de «primera toma de contacto 103 años después». Hacía tiempo que rondaba esta idea por varios lados. Por un lado, desde que Amadeo Barceló y Javi Antorán, dos apasionados y estudiosos de la Historia de Caspe y Escatrón, detectaron la existencia del punto y su importancia. «Comenzamos a contactar con más gente y mira qué éxito de convocatoria para ser la primera vez», celebra Barceló.
En Samper de Calanda se encontraron en internet con los Amigos de los Balsetes, una asociación que se creó hace año y medio con el objetivo de ir recuperando el patrimonio hídrico y así lo están haciendo. De vez en cuando salen al monte a limpiar las balsas que salpican el monte samperino y que construyeron los ancestros para abastecimiento de ganado y de labradores. En la asociación tenían catalogado este punto que lo incluyen entre sus paseos, y también curiosidad. «Mis mayores ya contaban incluso leyendas como que en el centro de la piedra colocaban un caldero y comían los representantes de los cuatro pueblos mientras negociaban o debatían temas comunes», explica Miguel Abós.
Es una de las personas que ha mostrado mayor empeño porque saliera adelante este encuentro y de las 25 personas que se reunieron, una quincena lo hicieron desde Samper. «Era básico para conocernos y comenzar a hablar sobre qué hacer con este punto. Se han aportado documentos muy importantes», reflexiona. A la cita en los «Cuatro Mojones» o «Piedra de las cuatro güegas» acudieron arqueólogos como el alcañizano José Antonio Benavente.
Aportes históricos
Uno de los documentos que se aportaron aparece en el libro del historiador de Escatrón, Bautista Antorán Zabay en su libro «Escatrón en el señorío del Monasterio de Rueda». «Dice que en esa reunión se volvió a comprobar el amojonamiento entre Samper y Escatrón y también lo que es el término de la antigua Valimaña, una zona del señorío del monasterio de Rueda y ahí ya estamos hablando de 1590», apunta Javi Antorán.
En cuanto a los grabados de la piedra que están tapados con tierra y broza, fueron apareciendo más, y en otra inspección con Barceló vieron lo que podía ser un plano de delimitación de los cuatro términos además de un monolito con una cruz. «Lo que parece claro, porque aquí no podemos afirmar nada, es que el cuchillo que hace el grabado podría corresponderse con el cuchillo que forma el término de Caspe en este punto; y que entraría con un cuchillo también enfrentado con el término de Samper quedando a los lados los términos de Escatrón y de Alcañiz», relata Barceló. «Hay que seguir porque queríamos ver cuatro cruces por cuatro pueblos y ya llevamos seis, han aparecido dos más… Digamos, que es caso abierto», sonríen ambos.
En lo que todos coinciden es en que se trata de un punto especial ya solo por el hecho de que haya un documento de 1919 que habla de una reunión. «No hay duda, vinieron aquí porque sabían que había una piedra especial con unos grabados que evidentemente son muy anteriores. Aunque no sabemos la época, no son historias de hace cuatro días, nosotros las estamos redescubriendo porque ahora vivimos de espaldas al monte», concluyen.