La Policía levantó en la madrugada del miércoles al jueves un acta por sobrepasar en media hora el límite permitido
La Policía Local de Alcañiz levantó en la madrugada del miércoles al jueves un acta denuncia al bar La Gruta por incumplir el horario establecido de cierre. De domingo a jueves el establecimiento puede realizar su actividad hasta las 3.30 con media hora más sin música ni servir copas para desalojar el local. Sin embargo, en la madrugada del miércoles al jueves la Policía recibió un requerimiento de una vecina alertando de que a las 4.00 el bar estaba abierto y con la música bastante alta.
Hasta La Gruta se desplazó una patrulla que comprobó que, efectivamente, el bar estaba abierto y procedió a levantar la citada acta denuncia. Este incumplimiento ya ha sido derivado por la Policía a los servicios administrativos municipales. El bar se enfrenta a una sanción de, como mínimo, 601 euros.
Aumentan las quejas
Los vecinos de la calle Alejandre número 11 han intensificado últimamente sus quejas contra el bar situado bajo sus domicilios, La Gruta, al que acusan de trabajar sin la licencia pertinente desde hace casi cuatro años y de provocar «intensos e insoportables» ruidos causados por poner música hasta altas horas de la madrugada que supera con «creces» el nivel permitido. Esta situación provoca que algunos vecinos se estén medicando con pastillas para dormir y antidepresivos para contrarrestar los «nervios, irritabilidad y dolores de cabeza» que les provocan los ruidos.
A esto se unen las acusaciones contra el Ayuntamiento por su «inacción» debido a que, denuncian, el bar está «gestionado» por un concejal del equipo de gobierno, Nacho Esparells. Legalmente los propietarios son su madre, «que reside en Teruel», y un socio de Alcañiz.
Los vecinos denuncian que se encuentran en una situación de «desesperación» e «indefensión» por la música «excesiva e impertinente», que según una medición firmada por un técnico supera en 23 decibelios el máximo permitido.
Además de las molestias, critican que el bar trabaja desde que abrió sus puertas en 2013 sin la licencia pertinente porque no tiene la certificación de aislamiento acústico previo a la autorización de funcionamiento. «Llegaron a suspenderles la actividad pero el secretario la levantó al presentar un estudio acústico. Sin embargo, este documento no tiene validez porque no está firmado ni visado por el profesional que lo ha redactado y además, el mismo informe dice que no cumple la norma», afirman las vecinas.