¿En qué consiste el anillamiento?
Es una actividad científica que busca conocer mejor a las aves y sus procesos migratorios. Consiste en atraparlas -que no siempre es lo más fácil-, ponerles un anillo con una numeración que las individualiza, apuntar todos los datos posibles de ese pájaro en cuestión de poco tiempo soltarla con la esperanza de que luego sea recogida en otro lugar por otro anillador, y entonces habremos conocido el viaje que ha hecho.
¿Qué información nos proporcionan esas anillas?
Hay dos tipos. Unas son aquellas que se pueden ver de lejos, como las que llevan las grullas, y llevan un código de colores según el país. Y luego están las anillas metálicas en las que sí es necesario coger al pájaro para poder leer los datos. En ellas aparece un número y un remitente, que nos habla de un destino que puede ser, por ejemplo, el Museo de Historia Natural de Bruselas, el Ministerio de Agricultura del Gobierno de España… habitualmente son instituciones gubernamentales de diferentes países.
¿Quiénes son los anilladores?
En Aragón creo que hay en activo unos 30. Pero normalmente las Universidades, las Facultades de Biología, que habilitan anilladores para estudios concretos. Yo, por ejemplo, me especializo más en pájaros pequeños. Pero se hace a nivel mundial y precisamente lo interesante es que se haga con la misma metodología en todos los países, porque nuestros pájaros luego son recuperados en lugares muy lejanos.
Teniendo en cuenta el fenómeno de las migraciones... ¿es buen lugar España para avistar aves?
Claro, es de los mejores países del continente. Al estar entre Europa del Norte y África, y al ser paso más cómodo para cruzar el mediterráneo, aquí se nos juntan los pájaros europeos -que vienen de Finlandia, Rusia, Siberia, Suecia…- y en verano los pájaros africanos, como la oropéndola, el abejaruco, el ruiseñor… Tenemos, por tanto, una biodiversidad enorme. De hecho, vienen muchos ornitólogos de otros países. En Gallocanta seguro que estos días hay por allí holandeses, alemanes, suecos, ingleses… vienen a España a ver determinadas especies que no encuentran allí.
Guiaste la actividad de anillamiento en Alcorisa, ¿qué tal fue?
Acudieron un montón de familias. Mínimo estuvimos unas 80 personas. Ni siquiera los organizaciones imaginaban que iba a venir tanta gente y que iba a estar tan motivada y entusiasmada cogiendo los pájaros, mirándolos y aprendiendo un montón.
¿Cuántas aves se capturaron?
En torno a unos 50 pájaros, que no está nada mal para ser invierno. Ahora podemos preguntarnos: por qué había tantos pájaros en Alcorisa un día de febrero.
Se capturaron en la ribera del Guadalopillo, ¿hubo alguna sorpresa?
Cogimos un trepador azul, que en teoría es un pájaro de montaña. Puede ser que como ha habido heladas durante varios días hayan descendido en altura algunos pájaros de montaña y estén estos días por Alcorisa. Pero la cantidad de pájaros es lo más llamativo. Una explicación posible es que con las avenidas que ha habido en el Ebro este invierno el barro haya barrido el pasto y los pequeños insectos de los que dependen estos pajarillos, que posiblemente han tenido que subir por los afluentes e instalarse más arriba.