Los Millán Gracía, afincados en la calle Cantarranas de Alcorisa, son una de esas familias del Bajo Aragón que llevan el tambor, el bombo y la Semana Santa en vena. De padres a hijos la tradición y el amor por el toque se ha ido transmitiendo y el relevo generacional está garantizado.
Los abuelos, Pedro Millán y Asunción Gracia, dicen no haberse perdido una Semana Santa. Ni siquiera cuando tuvieron la oportunidad de irse a Holanda de vacaciones. «Preferí no ir y perder el viaje por estar en Alcorisa. Es más, lo único que he visto fuera de aquí en Semana Santa son los Rosarieros del Domingo de Ramos en Híjar, a los que bajamos un año de madrugada», rememora Asunción.
A este respecto, hijos y nietos siguen el mismo camino: Carlos, uno de los hijos, no había visto una procesión desde fuera hasta que cumplió los 17 años. «Me rompí una mano y no podía tocar. Hasta ese momento siempre había salido con los estandartes o luego ya más tarde con el tambor», explica. A su vez, su hermano Daniel únicamente ha vivido la Semana Santa fuera de Alcorisa cuando iba al instituto de Andorra. «En Martes Santo veía la procesión de allí porque aquí no había. Pero nada más», asegura.
Pasión, tradición e implicación en mayúsculas. Algo que enorgullece al veterano de los Millán, sobre todo por su amplia variedad. Y es que los Millán Gracia estuvieron ya implicados allá por 1980 en la fundación de la Cofradía de San Juan. A este respecto, curiosamente Asunción fue la primera mujer en la Junta. Eso sí, los años han pasado y actualmente la familia también sigue muy involucrada en su Semana Santa con la Escuela del Tambor o con el Drama de la Cruz. Con este último además hay una química especial. «La representación pasa por nuestra calle. Siempre hemos sido escenario y es un orgullo. Comenzamos a involucrarnos hace 20 años y ahora estamos en todo. Yo soy tesorero, hemos sido miembros de la junta, actores…», concreta Daniel Millán.
Y no queda ahí ya que los Millán García también han sido parte indispensable en la técnica para desarrollar el Drama de la Cruz. Pedro, ahora ya jubilado, pero siendo mecánico de profesión, fue quien incorporó un sistema hidráulico al Cristo lo que desde entonces permite subir y bajar la peana como sin grandes riesgos. «Es el único santo con ascensor», bromean en la familia.
Además, su hijo Carlos -carpintero- ha realizado durante estos años varios trabajos en madera como cruces y estandartes. «Aunque ya toque menos el tambor siempre está dispuesto a vincularse con la Cofradía y con el Drama», coinciden tanto su hermano como su madre.
Relevo garantizado
Esta pasión y este compromiso también viene siendo transmitido en la familia hasta los más pequeños. Athenea, Sofía, Cloe, David y Mario son los nietos y pese a su corta edad tampoco entienden la Semana Santa sin un bombo o un tambor. «Van a la Escuela de Tambor y se les implica. En esta casa el relevo está garantizado. Nos enorgullece», destacan desde la familia. «Yo toco la corneta y me gusta. Ensayamos desde muy pronto pero las canciones están muy chulas», añade David, hijo de Daniel.
Momentos más destacados
Si se pregunta en la familia alcorisana por sus momentos preferidos de su Semana Santa el debate ya está en marcha. «Yo cada vez que oigo tambores se me pone la piel de gallina», adelanta Sonia Ballestero, la mujer de Daniel. Algunos de ellos se quedan con el momento de Romper la Hora (sobre todo los más pequeños); otros con el Descendimiento de la Pasión (Pedro Millán); o con el inicio de los actos a partir del Jueves Santo. «Es cuando empieza todo. A mi me llena mucho vernos a todos vestidos y preparados. Eso sí, es mucho jaleo», rememora Asun. «Toca preparar túnicas, venir a casa, vestir a todos… Ahora lo hago yo. También en la cofradía. Preparo todo para que haya un remanente de fajines, capirotes… Llevo la cabeza como un bombo. Y a eso súmale los ensayos de todo tipo», detalla Sonia.