Sergi Arribas Torras es natural de Girona e ingeniero industrial y en el avión de Germanwings que cayó en los Alpes el 24 de marzo de 2015 viajaba su hermana, madre de dos niños pequeños. Es el representante de las familias españolas en el comité de la línea de ayudas que creó Lufthansa para proyectos sociales en memoria de las víctimas, entre ellas, la de los urreanos Eusebio y Vicente Segundo Martín.
Desde Urrea se solicitaron ayudas para ir poniendo en marcha el edificio de la residencia y hace unos días visitó la localidad donde conoció de mano del Consistorio y la familia urreana la zona y los trabajos acometidos en el edificio. Arribas fue elegido por las familias españolas como su representante en este foro internacional que se reúne de forma periódica para sacar adelante en medio mundo proyectos relacionados con la memoria de las víctimas y que finaliza a finales del presente año. En Urrea, la planta calle ya funciona como centro de día con la inversión conseguida en 2017 y próximamente entrará en uso la primera planta cuando se ejecute la última inversión lograda en este fondo del proyecto, que como otros tantos, defendió Arribas.
¿Cómo decidiste dar este paso?
Yo estaba de viaje de ocio en Hong Kong y recibí unos mensajes que decían que mi hermana iba en un avión que se había caído. Me vine y me encontré en el aeropuerto de Barcelona a muchas familias, todas en un hotel, pregunté si había supervivientes, no… y era un desastre. Sólo te dicen que ha desaparecido y no sabes nada, no ves nada. Nos llevaron al lugar del accidente y tampoco vimos nada, nos indicaron que había sucedido «detrás de esa montaña». Era un tema de Estado y te ves envuelto en algo en lo que eres una pieza muy insignificante. Te cambia la vida, empiezas a asimilarlo y vas viendo que todo son pasos complicados. Empezamos con funerales de Estado, fuimos a París a verlo, luego nos dicen que fue el piloto el que lo estrelló y al cabo de tres meses llega el féretro. Fue terrible. Las familias españolas hicimos una asociación (asociaciongwi9525.org) para poder defender los derechos y conseguir la verdad. Buscamos abogados porque esto no termina nunca, aún no hemos terminado. Respecto a la compañía, pues una empresa no está preparada para que le ocurra una desgracia de estas, al principio no nos sabían atender pero al poco tiempo se fueron organizando. Lufthansa montó un comité de crisis, un centro de llamadas, viajes para ir a verlo… Atienden muy bien a las familias y desde la compañía crearon un fondo de 15 millones de euros para que los familiares puedan honrar su memoria con proyectos.
¿Cuál es el mecanismo?
La sede está en Frankfurt y tiene representación de tres miembros de Lufthansa y tres miembros de las familias: uno de las alemanas, uno de las 49 víctimas españolas y otro del resto porque había gente de más de una quincena de nacionalidades. Estos representantes participan en este foro para decidir a quién se otorga el dinero según las reglas establecidas. Decidí presentarme porque me animaron y ya desde tanta desgracia y dolor pensé que si se presentaba una iniciativa positiva quizá podía aportar algo y ayudar. Se votó por correo electrónico y salí elegido por las familias españolas. Ya me conocían de reuniones, encuentros, el grupo de móvil… No he faltado a ninguna reunión antes presencial y ahora telemática. Es voluntario no recibo nada, lo hago porque creo que puedo ayudar. Hemos aprobado muchísimos proyectos, quizá de España unos 70 u 80. El fondo termina a final de año.
¿Cómo se defienden?
Todos los representantes tenemos voz y voto con todos los países y proyectos. Con los de España insisto a las familias en que me llamen, me los envíen antes para revisarlos y así poder explicarlo ante el resto. Así lo hicimos con Urrea y la familia de Eusebio y Vicente junto al Ayuntamiento. Todo el proyecto se tradujo al alemán además. Trabajé y estudié en Alemania y sé cómo son, tiene que estar todo muy claro, para ellos o cumple o no y no hay excepciones. Una de las reglas es que el límite son 100.000 euros por proyecto y víctima y así se garantiza que llegue a más gente. El de Urrea sí que obtuvo 101.000 en la primera ayuda y esta segunda -ya que eran dos víctimas se solicitó otra- ha habido que lucharla más pero se ha conseguido. Uno de los últimos sobre el que hemos debatido es la reconversión de una granja en un local para ensayar la orquesta que fundó una de las víctimas, que era director. No les alcanza con los 100.000 euros y solicitaban 50.000 para terminarlo. La propuesta que les he hecho es que busquemos a otra familia que no haya gastado todo el dinero para establecer una especie de apadrinamiento y figuren los dos nombres pero que se termine la sala y se pueda utilizar. La gran mayoría, si tenían viabilidad han salido adelante. Hay iniciativas muy bonitas.
Urrea presentó para poner en marcha el centro de día, pero ¿qué tipo de proyectos se presentan?
Tienen que tener varias vertientes. Que sean en memoria de una persona fallecida, que apoye a familiares que han sufrido en esta desgracia y que repercuta en un bien social. Los hay de todo tipo, desde la rehabilitación de un teatro en un pueblo de Alemania a hacer parques en escuelas, caminos y senderos, hasta ayudar a fundaciones que trabajan en el Tercer Mundo y creación de becas de estudios o edición de libros. También se ha ayudado a rehabilitar el campanario del pueblo de Francia donde cayó el avión y aquí en Urrea se ha ayudado a un pueblo directamente relacionado con la tragedia a través de un equipamiento municipal. El fondo tiene una duración de cinco años y termina a finales del presente.
¿Qué impresión te llevas de Urrea de Gaén y de la inversión realizada en el centro de día?
Muy buena y muy agradecido por la acogida del alcalde, Joaquín Lafaja, y la familia. Con esta inversión hubo que convencer sobre lo necesario y bueno que es esto para el pueblo. Parecía complicado porque era un proyecto que llevaba mucho tiempo parado y parecía que se iban a invertir 100.000 euros pero no se acababa. Entonces se presentó el proyecto para que la primera planta fuera ya habilitada y se empleasen las estancias como así ha sido. Yo traté de trasladar en las intervenciones que se trataba de un pueblo pequeñito y no precisamente ubicado en una de las zonas más abundantes de España y que era bueno apoyar en una zona en la que no hay tantos recursos como los que los puedan tener otras. Además, es un pueblo que ha sufrido por partida doble al perder a dos hermanos. Se presentó un buen proyecto por parte de la familia y el Ayuntamiento con toda la documentación completa algo que no es fácil y empatizaron con ello. Me ha sorprendido gratamente el resultado con lo bien que ha quedado la planta baja tan equipada como centro de día y ahora, a por la primera planta. Me siento orgulloso de haber podido apoyar y ayudar a que un pueblo así tenga este espacio en el centro muy bien acabado y bien hecho.
¿Cómo fue la defensa para la primera planta que aún debe ejecutarse?
Costó más porque quieren proyectos conclusos y no quedaba muy claro. Se solicitó más información sobre el y entonces sí, porque ya se hablaba de algo que se iba a terminar y entrar en uso con habitaciones y que ya se podrían emplear los balcones y así será. No conocía el pueblo pero sí a la familia y tenía mucha empatía con ellos porque sé que en los pueblos pequeños se arropa mucho a las personas, más que en una ciudad donde se conoce menos a la gente. Poder apoyar al pueblo y a la gente del pueblo me parecía que era una obra por la que se tenía que luchar y lo conseguimos. Sería bueno que ahora que se ha impulsado con dinero de fuera, otras administraciones invirtieran y completar el edificio porque merece la pena.
¿Cómo está siendo la parte judicial?
Cada familia ha decidido cómo la quiere afrontar. Una gran parte de gente decidió llegar a un acuerdo amistoso y la compañía asimiló las indemnizaciones a un accidente de tráfico. Creo que es un sistema realmente muy injusto porque, sobre todo, para hijos y cónyuges, se establece en función del dinero que estuviese ingresando la persona. Cada uno tenía sus circunstancias pero por ejemplo había todo un colegio de Alemania de niños de 16 años y murió toda la clase y en este caso, no hay ingresos entre los niños. Hay situaciones muy duras en los procesos judiciales porque es complicado. El dinero no reemplaza una vida pero para vivir se necesita. Otras familias como es mi caso iniciamos una vía judicial porque no estaba de acuerdo. Fuimos a juicio y salió la sentencia hace poco y era casi lo mismo porque al final la justicia protege a los poderosos y entre las empresas tan potentes se van protegiendo y realmente no hay justicia. No existe. La gente se acaba agotando y con eso también juegan y aceptas.
¿Cuál es la relación entre familias?
Hay un nivel de empatía muy grande porque hemos pasado exactamente por la misma situación, puntos y etapas. Nos vemos en el aniversario, hablamos como es el caso de la familia Segundo Martín de aquí de Urrea. De golpe y porrazo te llaman y te dicen que tu ser querido ya no está, ya no lo vas a ver y no vas a saber nada. Es un shock del que uno no se recupera, aprendes a vivir pero no eres el mismo.
Es una responsabilidad ser portavoz ahí, ¿cómo la asumes?
Si se puede ayudar desinteresadamente a mí me gusta hacerlo porque hemos sufrido todos mucho. Si podemos llevar un poco de esperanza a algún sitio me creo en el deber moral de hacerlo y es una satisfacción para mí y para las familias ver que las cosas salen adelante. Mejoras para la sociedad y que honran a sus seres queridos. Es reconducir una desgracia hacia algo bueno.
Ha habido tiempo para visitar la zona, ¿qué te parece?
Lo primero es mostrar nuestro agradecimiento por esta invitación maravillosa. Ni yo ni mi familia conocíamos la zona y descubrir esta hospitalidad y estos lugares es un privilegio, estamos muy contentos. En cuatro días visitamos los yacimientos íberos y romanos; recorrimos Albalate y el Museo de la Ruta del Tambor y Bombo y en Alcañiz fuimos a los pasadizos y la Torre Gótica y nos queda el Monasterio de Rueda -por el sábado-. Se lo contaba a un amigo y me preguntaba que cuántos kilómetros llevábamos. ¡Pero si está todo aquí mismo! (Ríe) Es sorprendente que haya tantas cosas tan bonitas tan cerca.