De todos y para todos. Podría ser este el resumen de lo que la Plaza de Toros de Albalate es para una localidad que en la arena del coso no solo ha visto espectáculos taurinos, sino cine, teatro, comedia, conciertos, mítines políticos, comidas, verbenas populares y celebraciones de todo tipo.
Inaugurada en 1922, se conmemora ahora el centenario de una Plaza de Toros única que también ha vibrado con las mejores figuras del toreo a nivel nacional y de la que han salido grandes profesionales del mundo de la tauromaquia. Es cuna del matador de toros Jesús Gómez, más conocido como «El Alba»; y también del subalterno Francisco López, «Chatillo». Los festejos taurinos fueron y continúan siendo centrales en toda celebración que se preste en Albalate. En su graderío se han sentado vecinos de otras muchas poblaciones, ya que se trata de la única plaza de toros con la que cuenta la Comarca del Bajo Martín, y una de las pocas del territorio. Sí encontraríamos otras en la contornada. Algunas algo más antiguas, como la de Alcañiz y Calanda -ambas datadas de en torno a 1913-; y otras posteriores, como la de Andorra (1966) o Alcorisa (2002).
La historia de la plaza de toros de Albalate está marcada por los diversos usos que a lo largo de la Historia se le han dado, teniendo siempre presente, sin duda, el principal: ser escenario de festejos taurinos. Se trata de una plaza de 3ª Categoría sin callejón, con palco y tendido sombra y sol. Alcanzó gran fama décadas atrás, cuando se agotaban las localidades y lucía abarrotada. Aún hoy sigue celebrándose habitualmente en las fiestas de septiembre una corrida, además de otros espectáculos como concursos de anillas o de recortadores a lo largo de todo el año.
Pero sin duda esta infraestructura es única gracias a su localización. Se ubica en el promontorio rocoso situado en el centro de la villa, prácticamente adosada al antiquísimo y majestuoso castillo arzobispal. Completa el conjunto la zona de «La Pista Las Piteras», lugar tradicional de verbenas desde hace ya varias décadas. No es casual que ambos recintos queden unidos, pues los dos han sido y siguen siendo lugares importantes para el desarrollo del ocio y de la cultura.
Su construcción: una clase de Historia
La construcción de la plaza de toros debe entenderse, tal y como apunta el profesor, investigador e historiador José Manuel Pina Piquer, como un «proceso». No sabemos exactamente cuándo se inició en origen pero sí cuándo comenzó a conformarse tal y como hoy la concebimos, y ese episodio tiene mucho que ver con la llegada del agua corriente a Albalate. Pero antes debemos bucear un poco en la Historia.
En el año 1904 y enmarcados en la tan nombrada desamortización de Mendizábal, el Ayuntamiento de Albalate del Arzobispo compró el castillo y terrenos anexos por un valor total de 540 pesetas. «A partir de ahí y una vez llegó José Rivera a la alcaldía en 1912 comenzaron a hacerse obras que, al menos, lo mantuvieron en pie», destaca Pina Piquer. Pero hubo una zona del castillo, la parte norte, que sí se perdió: el antiguo patio de armas. «Las guerras Carlistas hicieron mucho daño en todo este tipo de construcciones, de tal manera que a finales del siglo XIX el patio de armas solo era una explanada irregular en mal estado», cuenta.
Precisamente en ese lugar -y en otros, como la Plaza del Convento- se realizaban los primeros festejos taurinos del siglo XIX. De hecho, todavía se conserva un recorte de prensa del año 1882 en el que ya se nombra este tipo de celebraciones y mencionaban la entonces incipiente plaza de toros. Como cosa natural, una vez el pueblo asumió que ese antiguo patio de armas era el lugar idóneo, comenzaron a realizarse mejoras.
Rivera, ya como alcalde, se ocupó de impulsar esas obras. «Él fue quien se encargó de crear una sociedad con aportaciones de los propios vecinos de 25.000 pesetas para enfrentarse, no a la construcción, sino a la rehabilitación de la plaza de toros», explica Pina Piquer.
El inicio de ese proceso dataría precisamente de 1912, cuando se acometen las obras para hacer llegar el agua de boca desde los depósitos ubicados en el barranco de Valdoria hasta el castillo, donde se almacenaba el líquido elemento para su distribución posterior. Para ello hubo que convertir los aljibes en depósitos. El material sobrante de esas obras se empleó para allanar la explanada.
Así las cosas, tras varias inversiones y tras el paso de una década, a finales de 1921, la Plaza de Toros de Albalate del Arzobispo quedó concluida. A las fiestas siguientes, concretamente el 26 de septiembre de 1922, se inauguró de manera oficial con una corrida de toros de la ganadería de Nicanor Villa. Torearon aquel día Ángel Vivas, «El Baturrico»; José Salas -que cortó una oreja-; y «El Verdulerito».
Las curiosidades que oculta esta infraestructura son muchas. La primera de ellas es el número de localidades -algo más de 3.000- en relación a la población total de 1922. En ese año Albalate contaba con unos 4.500 vecinos. Es decir, un 70% de los entonces habitantes tenían cabida. Otra de las curiosidades es que todavía perdura en el graderío de cemento algunos de los nombres de quienes participaron en esa última remodelación.
Sus usos: epicentro cultural
«La plaza ha sido una referencia inequívoca e indiscutible de la Historia y de la cultura de Albalate. Se han celebrado carreras de toros, carreras de peatones o pedestres, concursos de jotas, concentraciones políticas -como un mitin espectacular que hubo en 1931 con la proclamación de la República-, se han hecho fiestas de la vejez, banquetes para los obreros, proclamaciones, entregas de premios, se ha hecho cine y también espectáculos varios. E incluso ha sido cárcel, porque cuando en 1936 no cabían todos los presos en la cárcel del castillo tuvieron que estar durante unos días en la plaza», rememora el profesor.
Respecto al cine de verano al aire libre, la plaza acogió numerosas sesiones durante los 60, 70 y principios de los 80 gracias a una tela blanca colocada con dos maderos en el centro del ruedo. El proyector se ubicaba en la zona que quedaría tras los palcos, anexa prácticamente al muro norte del castillo. De hecho, todavía quedan restos de aquello. «Fíjate si será complicada la cosa y si habrá superposición de estratos arqueológicos, que donde está ahora el escudo de Agustín de Lezo y Palomeque estaba la caseta del proyector. Es decir, estaba en lo que sería la puerta principal del castillo y desde ahí se proyectaba hacia la plaza de toros», narra Alfredo Martínez, historiador local e informador turístico.
En cuanto a espectáculos también han actuado en Albalate sobre tablas y en la arena personalidades conocidísimas de décadas atrás como serían Manolo Escobar, Juan Pardo o Bibi Andersen.
Destacable es la inclusión de Albalate en el Festival de los Castillos de Aragón. Los espectáculos adheridos a este festival también han tenido a la plaza de toros como escenario principal, contando como telón de fondo con el muro del castillo.
Aún sorprende a alguno el que ambos espacios se separen por apenas un metro, pero cierto es que Albalate no sería lo que hoy es sin su centenaria Plaza de Toros, que ha sido testigo de los eventos más importantes del último siglo y es patrimonio de todos los vecinos.
Así vamos dice
Viva la fiesta nacional!!!!