En Albalate también se cumplió con la tradición del fin de toque en esta Semana Santa 2022. A las nueve de la noche del Sábado Santo el mismo pañuelo blanco que días antes había dado la orden de Romper la Hora mandaba ahora guardar silencio a los tambores y bombos. Segundos antes de que la alcaldesa bajara la tela para interrumpir súbitamente el toque, la Plaza de la Iglesia retumbaba, sumida en la emoción del inminente cese tras el que llegaron aplausos, gritos, sonrisas, lágrimas y, sobre todo, abrazos.
Horas antes, a las dos del mediodía, Calanda fue quien se despidió de los toques hasta la próxima Semana Santa con la parada. Un momento cargado de simbolismo y de emoción contenida que se quiebra con el silencio.
Lo propio hicieron otros pueblos. Andorra concluyó con el fin de redobles a las ocho y media de la tarde; Alcorisa mandó guardar silencio en la Plaza de los Arcos media hora más tarde, misma hora que en Samper de Calanda. En Urrea de Gaén, cuando el alcalde agitó el pañuelo blanco también se hizo el silencio dando por cumplido un momento que cada vez reúne a más personas y que adquiere mayor fama no solo entre los vecinos, sino también entre los visitantes que se acercan a vivir la Semana Santa al territorio.
Para las diez de la noche se reservaba La Puebla de Híjar, la última localidad en cesar los redobles. De hecho, por la plaza se dejaron ver algunos andorranos y alcorisanos, entre otros, que no dudaron en desplazarse después de sus ceses para apurar un poco más. A las 21.30 en la plaza poblana las cuadrillas iban alternando marchas y en algunos momentos se unificaron en uno solo. Miles de personas se congregaron esta vez con sus túnicas negras, algo que deja una imagen muy distinta a la de la noche de Jueves Santo cuando se rompe la Hora de calle.
En la noche cerrada, ya con la vista en el reloj del ayuntamiento, a falta de dos minutos el alcalde dejó su tambor y subió los peldaños que lo elevan sobre la multitud. Es pieza clave porque todo el mundo tiene que verlo y mirando hacia él estaban todos ahora ya sí, redoblando a rabiar sin marchas que seguir, solo apurando el último palillazo y el último mazazo al bombo antes de la señal. A las diez en punto, Pedro Bello zarandeó los palillos con la mano en alto y ahí cesó el toque en seco. Paró como un arañazo limpio y seguido de vítores antes de proceder a los abrazos, a las risas por lo vivido y a los lloros por la despedida.
Entre los que vivieron este momento estaba Miguel Ángel Berna, que llegó con el Tren del Tambor de la tarde. Si en otras ocasiones no ha dudado en vivir la Semana Santa de Albalate del Arzobispo, este Sábado Santo hizo lo propio con un bombo y su túnica. Entre el público que presenció este Cese poblano estaban los pasajeros de este tren que regresó a Zaragoza en cuanto terminó el acto. Entre los visitantes hubo público nacional y también internacional.