La compañía Teatro del Temple ha dado el pistoletazo de salida a las Escenas de Otoño de Alcañiz. Tras más de 25 años de experiencia su director, Carlos Martín, habla sobre las dificultades que están atravesando las artes escénicas, del compromiso por la vuelta a los escenarios donde la «necesitad mutua» entre los creativos y su público se hace más grande que nunca.
Este domingo la compañía aragonesa ha representado una de sus obras más exitosas ‘Don Quijote somos Todos’. Un mundo entre lo poético y lo inhóspito, como la realidad misma. Un «clásico eterno» que a pesar de todo sigue subiéndose a los escenarios que luchan por resistir ante el coronavirus.
Alcañiz es un escenario de costumbre para Teatro del Temple…
Alcañiz siempre ha sido un referente, forma parte de nuestra casa. Su teatro es cercano, muy agradable y sus programadores siempre han recogido muy bien lo que es la realidad de la escena aragonesa.
¿Es duro permanecer en escena en estas circunstancias?
Es un eslalón de emociones surfeando la ola de lo posible y de lo imposible. Casi cruzando los dedos antes de cada actuación, porque dependiendo de cómo vayan las cosas se suspenden los espectáculos ya programados y hay que intentar encontrar soluciones. Pedimos a los Ayuntamientos que sean valientes. Los teatros son sitios seguros con muchas medidas de seguridad donde el público las respeta todas y nosotros también. Igual que se abre el supermercado para comer tiene que abrirse un teatro, un alimento para el espíritu. Lo vivimos con mucha inquietud.
¿Cómo os habéis reinventado en el duro confinamiento? ¿Y con la vuelta a los escenarios?
Después del shock inicial salieron a relucir muchos aspectos emocionales. Para mí lo más importante como creativo fueron las sensaciones, las experiencias y las emociones. Todo ello se ha quedado en la mente y después se ha trasladado a escena. También ha habido una hipersensibilidad, por lo que al arte siempre le sienta muy bien desde ese punto de vista. Ha ocasionado un aprender constante.
¿Hace falta mayor sensibilización por parte de las instituciones?
Las artes escénicas nos estamos quedando en el camino cuando llega el momento de apoyarlas realmente, con las ayudas, con las colaboraciones institucionales etc. La cultura dio generosamente y también debe recibir ahora. Todo el trabajo de reuniones, de encuentros, de propuestas para mejorar el sector de cara a este año y de cara al año que viene se tiene que materializar.
¿Las nuevas tecnologías os han sido útiles? ¿Se ha superado la frialdad de las pantallas?
Hay una dicotomía interesante. Para la gente del teatro la comunicación real, es decir, lo que ocurre entre el escenario y el público, es la comunicación directa. El reto de las redes sociales ha acelerado un proceso que sería lógico con el tiempo. Los contenidos mostrados a través de esta vía tienen que adaptarse para este tipo de plataformas y también es un camino que habría que regular con el tiempo. No solo es mostrar los contenidos de una manera gratuita. Se tiene que regular en un futuro porque los profesionales tienen que vivir de su actividad.
¿Cómo recibís la respuesta del público que apoya al sector yendo a vuestros espectáculos?
Yo creo que el ciudadano en estos tiempos de pandemia llega más adentro en su sensibilidad, en sus pensamientos y reflexiones. Esto ayuda bastante a lo que es después el trabajo de conexión entre unos y otros. Haya menos publico o no, estén con mascarillas o no, es muy interesante esa relación que se establece, es de mayor necesidad mutua. Ayuda a pasar el sufrimiento, las tristezas… Da igual que sean 75, 100 o 150, es importante que las personas sepan que la cultura está ahí. El compromiso de quien va a verte ahora es mayor y el compromiso del artista es también mucho más intenso. Dentro de esta gran tristeza se produce una alegría inexplicable, el mensaje trasciende mejor. Es hermoso.
'Don Quijote somos todos' parte de un clásico indiscutible, ¿Qué es lo que quiere transmitir?
Junto con el autor José Luis Esteban nos pareció muy interesante el punto de vista inicial: la España vaciada. Todo un pueblo se ‘quijotiza’ para resistir a lo que ocurre en esa España que enfrenta unos problemas que pertenecen también a nuestros tiempos. Se trata de un sujeto colectivo donde el protagonismo se diluye en todos los personajes del pueblo. El creativo debe estar al tanto de lo que ocurre a su alrededor. Hablamos de la sensación de vacío, de un mundo entre lo salvaje y lo poético, que se adapta a nuestra actualidad. Es una reivindicación de lo que siempre nos ha pasado en este país, que pasan los tiempos y seguimos muchas veces sin estructurar las realidades que deseamos para nuestros pueblos. A la hora de acometer un clásico siempre hemos tenido mucho en cuenta el pasado y el presente, porque los clásicos son ambas cosas. Son clásicos porque son eternos.
¿Cuáles son la vuestras perspectivas de futuro?
Llevamos 26 años del Teatro del Temple con más de 40 espectáculos. Siempre vamos avanzando y ahora lo hacemos en la medida en que el virus nos deje. Vamos a estrenar el día 26 de noviembre en el Teatro principal de Zaragoza ‘Los hermanos Machado’. Una obra a la que le tenemos muchísimo cariño. Habla de la relación entre Antonio Machado y Manuel Machado, hermanos divididos por la guerra. Nosotros les hemos construido un espacio para el reencuentro, donde se dicen lo que se tienen que decir y se cuentan lo que se tienen que contar. Es una obra muy entrañable y muy emotiva.
Tocan tantos sitios por recorrer, pero estamos a la espera de lo que pueda ocurrir. Mientras tanto, seguimos trabajando, es lo que debemos hacer. Si paramos se nos comerán las arenas movedizas.