Tronchón inauguró el antiguo hospital de pobres, más conocido como ‘Hospitalico’ este viernes. El ‘Hospitalico’ cerró sus puertas a finales de los años veinte del siglo pasado. Sin embargo, desde 2018 se ha trabajado por la recuperación de este espacio y, finalmente, se ha abierto al público.
En 2018, la Asociación Cultural de Tronchón decidió abrir las arcas de este antiguo hospital. Estaban repletas de camisas de hombre y mujer, sábanas, toallas, cobertores, etc. Todo ello, unido a otras piezas que se encontraban en la falsa del Ayuntamiento, daba lugar a la mejor colección de piezas de un ajuar hospitalario de entre los hospitales o casas de pobres rurales de las que se tiene conocimiento, no sólo en Aragón, sino en España. «En Tronchón, donde la industrialización ha sido menor, se conservan cosas muy auténticas que en otros puntos han ido desapareciendo» afirmó el alcalde, Roberto Rabaza. Asimismo, el primer edil añadió que «aunque es muy inusual que se encuentren piezas así, guardadas durante décadas y tan bien conservadas, en esta localidad hay otros ejemplos como la antigua escuela».
Tras los hallazgos de 2018, se decidió trasladar la exposición del Centro del Sombrero y el queso de Tronchón, que se ubicaba en los bajos del ‘Hospitalico’, y colocar en su lugar la recreación de diferentes
ambientes propios del hospital para mostrar la colección de una forma didáctica.
El traslado de las piezas, acondicionamiento del espacio y museografía han sido una iniciativa municipal. Sin embargo, este proyecto ha contado con la colaboración de la Comarca del Maestrazgo en el inventario de las piezas, su restauración, su limpieza, la investigación o elaboración de
paneles, entre otros. También ha participado la parroquia en la investigación del archivo y los vecinos y vecinas se han implicado en las labores de limpieza y han aportado valiosas informaciones.
El edificio consta de una entrada a pie de calle bajo un alero muy volado de cañizo que permitía cobijarse a los pobres y transeúntes. En el primer piso, hay una amplia sala donde se guardó en varias arcas todo el ajuar del antiguo hospital durante décadas, protegido por el celo de la familia del enterrador que vivía en la casa aneja y también por el olvido, al haber caído en desuso, incluso, durante los años de la Guerra Civil.