Domingo. 09.30 hora local en Konya (Turquía), 7.30 en España. Volamos hacia el macroaeropuerto – pseudocentro comercial internacional de Estambul, una ciudad de 14 millones de habitantes cuya realidad de gran urbe global dista mucho de la que hemos vivido en Eregli durante cinco días. Termina nuestro viaje y regresamos con sensaciones encontradas. El recorrido al aeropuerto en taxi, con el maletero abierto porque no cabe el equipaje y el taxista sin cinturón de seguridad, nos recuerdan que también en Konya, con 2,5 millones de habitantes, hay leyes no escritas. Solo hemos visto de pasada esta ciudad, de cuidado patrimonio, moderna, iluminada por neones entre los que destacan zonas de ocio, restaurantes internacionales y grandes áreas comerciales. Sin ningún rubor podría equipararse a cualquier gran capital europea. Pero aquí también somos rara avis, exóticos turistas españoles con los que hacerse selfies.

En el hotel los recepcionistas jóvenes destacan por su peinado a la última y su enorme hospitalidad. La primera sorprendente pregunta del joven que nos acompaña a la habitación es si estamos casadas. La edad media para contraer matrimonio es 25 años para las mujeres, 30 para los hombres. Al recepcionista le sorprende que de las tres que participamos en esta expedición, solo yo esté casada. Tres mujeres solas entre los 30 y los 40 años viajando por el mundo. Nos gustaría explicarle que este viaje forma parte de un proyecto europeo para fomentar el empleo femenino, primer paso para el empoderamiento de la mujer en un país democrático donde la legislación ha avanzado, aunque no lo suficiente. A José Manuel, el cuarto en discordia, no le ha preguntado acerca de su estado civil.
La diferenciación por sexos en centros públicos como el hamam (solo abierto martes y sábado para la mujer), el gimnasio o la mezquita es muy chocante para nosotros aquí, donde sin embargo las mujeres aceptan este rol con normalidad. Hay no obstante mucha más libertad que en otros países musulmanes del entorno. «Cuanto más al Este (cerca de Irak, Irán o Siria) más conservadoras son las ciudades turcas)», explica Halil Kaya, el técnico del municipio de Eregli responsable del proyecto. El uso del pañuelo es libre. Nos lo explica la otra trabajadora del ayuntamiento que está con nosotros, Busra Acguk. «Las mujeres que llevan pañuelo tienen una mejor segunda vida tras la muerte. En mi familia mi madre y mis hermanas llevan, yo no pero estoy reflexionando sobre ello», cuenta. La mitad de las jóvenes no lo llevan ya. Es chocante el contraste entre las mujeres de 60 años y las de 25, parecen salidas de dos países totalmente distintos. Busra, de 25 años, está comprometida y se casa este año. Ha estudiado filología inglesa y ha viajado de Erasmus a Portugal.

La maternidad, primero
El programa Eagles que nos ha traído hasta aquí ha puesto en marcha iniciativas muy interesantes para fomentar el emprendimiento. Lo comprobamos en la exposición pública de las conclusiones. Más de 200 mujeres han recibido formación para emprender y han participado en diversos talleres. El problema es que no saben ni por dónde empezar. Nos lo confirma la directora financiera de una fábrica de leche en polvo que, en perfecto inglés, muestra cómo elaboran el producto en Eregli y cuya producción se exporta al 100%, sobre todo a países fuera de la UE. Ella forma parte de un holding familiar propietario de gasolineras, restaurantes, una mina y un hotel, en el que estamos alojados.
En la fábrica de leche en polvo Mirel./ La Comarca Foto de grupo con la responsable financiera de la fábrica de leche Miret de Eregli (en el centro)./ La Comarca
Es vicepresidenta de la asociación de comercio de Eregli e hija de la familia Mirel. El padre nos acompaña también. Ella es madre trabajadora, se reincorporó a la fábrica en cuanto terminó su baja maternal. Considera que muchas mujeres trabajan y se está avanzando, aunque la mujer no goza del mismo «poder» que el hombre. «El hombre pone el músculo en las empresas, no hay mujeres en las fábricas porque es un trabajo duro. Nosotras ponemos la cabeza, la empatía», opina. Insiste en que la prioridad para la mujer siempre debe ser la familia.
Es el mismo discurso que el del presidente Erdogán. Entrar en la UE sería muy beneficioso para sus negocios, sin embargo, asegura con rotundidad que tras cuarenta años intentando ser aceptados por Europa se les ha ignorado. Están cansados y no es la única a la que escuchamos este argumento. «¿Porqué no nos quieren? Hay intereses geopolíticos y religiosos. Somos un país musulmán y no gusta. Ya nos da igual, ¿Reino Unido se quiere ir no? Por algo será», dice.

Estamos comiendo una rica sopa en la cocina de la fábrica, y casi nos atragantamos escucharla. La religión musulmana está totalmente integrada en la UE, con amplísimas comunidades que la profesan. No se les discrimina por religión. En nuestros pueblos gracias a ellos se mantienen abiertas las escuelas. Estamos pensando cómo afrontar el debate sin ofender… Laura Gascón, la técnico de la DPT, se lanza. «Un país democrático debe serlo en la economía y en la libertad de expresión; en la ley, y en su aplicación. El mes pasado encarcelaron a mujeres que cantaron un himno feminista en las calles de Estambul. Varias fueron condenadas a 2 años de cárcel. Es díficil que la UE acepte eso». «Queda mucho por hacer, sí», contesta la directora financiera y cargo del stablishment local.
El 90% de las mujeres, al campo
Además de esta empresa familiar, conocemos un centro donde se produce bebida de zanahoria negra desde 2010. El sabor de este brevaje es picante, astringente y ácido. Lleva 24 miligramos de ácido ascórbico por litro, no apto para nuestro paladar. Aquí se toma como refresco y en las comidas. Tiene propiedades saludables, antioxidantes, y anticácerígenas gracias al betacaroteno. Es autóctona de Eregli, donde se le ha otorgado la indicación protegida. La empresa, con sello de calidad, cuenta con 40 trabajadores, de los que 5 son mujeres. En el campo hay otros 150 empleos indirectos. El 90% de las que recogen el tubérculo en temporada son mujeres también. Lo plantean como algo muy positivo. Argumentan que la mujer no está preparada para los trabajos de fábrica que, según vemos, consisten en poner tapones y pegatinas, una labor que en su mayor parte es manual en esta fábrica.

En el mismo polígono a escasos metros se ubica una compañía de producción de guindas de cereza blanca, también autóctona. La compañía la fundó una mujer italiana y ahora cuenta con una socia turca (30%). Se elaboran unas 5.000 toneladas de cerezas por temporada y se exporta el 50%. La producción en Eregli comenzó en 2005 gracias a las buenas cualidades minerales del suelo para el cultivo de esta fruta.

Prácticamente el total de la plantilla aquí sí la integran mujeres porque, nos dicen, realizan un trabajo más cuidadoso al seleccionar la fruta. «Tienen más talento para este trabajo», cuenta el gerente, que nos muestra la factoría en detalle. Exportan casi todo el producto para elaboración de postres y bombones de marcas internacionales. Se siente muy orgulloso y explica el funcionamiento de cada máquina. Es una pequeña factoría sin lujos pero que funciona. Hay piezas de la maquinaria que han vivido tiempos mejores. Se nos salen los ojos de la órbita cuando vemos varias ventanas del techo abiertas y varias palomas campando a sus anchas de acá para allá. Preguntamos por Sanidad. Aseguran superan los controles y cuentan con todos los certificados en regla. Palomas y palomina aparte, no hay más preguntas.
Una estrella de la radio
La estrella del viaje sin duda alguna ha sido Burcu Tasdemir, la auténtica emprendedora. Esta famosa locutora es propietaria de la radio Genç (Joven). Nos recibe con té y un nutrido repertorio de pastas, como es tradición en todos los lugares que visitamos (tomamos unos siete tés de bienvenida al día y el insomnio va haciendo mella en nosotros…).

Burcu es la reina de las ondas y afirma que ha sido duro iniciar el negocio. Su madre fue quien la ayudó a financiar el proyecto y su hermano la apoya en el control técnico, junto a otro locutor. Le escriben cartas desde la cárcel sus fans, a los que dedica temas musicales. Sobre su mesa destacan la figura de una loba, tradicional de Eregli, y unos bombones personalizados con sus fotos que un admirador le envió. Es una mujer despampanante, morena de pelo largo y con un maquillaje perfecto. En el estudio de radio su nombre brilla con letras de purpurina roja en relieve, y las luces led parpadean al ritmo de la música. Nos dedica un tema flamenco de Manzanita y nos enseña cómo hacer un buen selfie.
A la salida de la radio damos un paseo por la ciudad. En muchos aspectos estamos experimentando la sensación de estar en la España de finales de los setenta pero con incursiones tecnológicas y comerciales del siglo XXI. Un hombre sale de su restaurante de comida turca y nos llama la atención. Nos reconoce porque nos ha visto en la televisión local y en los periódicos. Nos han dedicado la foto de portada tras el recibimiento del alcalde. Curioseando llegamos hasta la biblioteca municipal, un precioso edificio restaurado lleno de jóvenes estudiantes, en su mayoría mujeres. Una niña quiere hacerse una foto con nosotros porque nunca ha visto a un turista. El ambiente es fantástico, como en cualquiera de nuestras bibliotecas publicas.

La biblioteca se encuentra la plaza principal de la ciudad, donde destacan las grandes letras de Eregli en el centro. El entorno está presidido por la mezquita principal de la ciudad, donde la llamada a la oración desde lo alto del minerete es la banda sonora que rompe el silencio. En nuestro tour de despedida nos muestran el interior del templo. Descalzos y las mujeres con el gorro del abrigo puesto, conocemos los ritos del interior, comunes a cualquier país musulmán.
El imán nos muestra un gran Corán con el que trabaja. En los laterales de cada página uno puede escuchar las oraciones con el teléfono móvil a través de códigos QR. El islam está al día y quiere llegar a todos a través de todas las vías posibles, incluso a con mensajes luminosos. En el exterior de las mezquitas, colgando entre los minaretes, llaman la atención por la noche las grandes letras led con frases del Corán dirigidas a animar en el ejercicio de la fe.
El imán de Eregli muestra el Corán con códigos QR para la lectura a través de móviles./ La Comarca Un hombre reza en la mezquita de Eregli, firma José Manuel Martín./ La Comarca
Turismo termal y parapente
El recorrido turístico por el entorno rural de Egerli nos lleva hasta Ivriz y Karapinar, un pequeño municipio de 4.500 habitantes. El pueblo nos resulta mucho más familiar, parecido a nuestra casa. Las montañas están nevadas y el agua discurre limpia por el río, cuya ribera está adaptada para dar largos paseos. Están potenciando el vuelo en parapente y este verano celebrarán la primera feria dedicada a ello. El turismo es incipiente, pero tiene potencial, sobre todo en termalismo.

Muy cerca nos muestran la zona donde se hallan los pozos de agua termal (100º). Dos de ellos, de 150 y 500 metros, se abrieron hace un año. Han construido unas pequeñas piscinas donde los vecinos y visitantes pueden bañarse con este agua de alto contenido en azufre. Acaban de empezar a trabajar en otro pozo que, según nos explica en perfecto inglés un ingeniero petrolífero de Ankara, podría servir incluso para crear una central eléctrica. Profundizarán 2.000 metros para averigurar si se dan las condiciones técnicas. En lo alto de la torre, un gran cartel con la foto del alcalde. Les explicamos las enormes posibilidades del termalismo, tendiéndoles la mano para conocer balnearios como el de Ariño.

En nuestras últimas horas en Konya debatimos sobre nuestras sensaciones encontradas y el proyecto europeo que nos ha traído aquí. «La mujer turca que hemos conocido no ha alcanzado cuotas de igualdad suficientes y no tiene poder. La gente es trabajadora, hospitalaria y tiene ganas de mejorar su país. El emprendimiento es incipiente. Nos habría gustado ver a más mujeres hablar libremente en las conclusiones, nos faltó un punto de vista aunque se ha trabajado muy bien el proyecto logrando impacto social», valora José Manuel Martín, técnico de la Oficina de Programas Europeos de la DPT y responsable del proyecto.
Laura Gascón, compañera de José Manuel en la Oficina de Programas Europeos, coincide: «El grueso de las mujeres no ve el camino que les queda por recorrer. Las que hemos conocido tienen sensación de avance, pero necesitan llegar mucho más lejos», añade Laura, para quien la «ventana de oportunidades» que abren estos proyectos no sería posible sin este tipo de viajes. «Conocer y convivir con la gente de otros países abre la mente. El contacto directo y la agilidad son básicos. La financiación europea además nos permite poner en práctica inversiones importantes en la provincia que nos permite crecer», reflexiona. La diputada de Desarrollo Territorial, María Ariño, lleva la defensa de la igualdad por bandera allá adonde va. «La mujer turca tiene un enorme reto por delante. Está en el paso inicial para alcanzar la igualdad. El empleo es básico para su libertad e independencia, por eso estamos aquí».

La gran revolución social feminista tardará en llegar a este país, donde la violencia machista también sigue instalada. Más de 400 mujeres son asesinadas anualmente. El proyecto Eagles ha permitido que más de 240 conozcan en Egerli cómo y porqué emprender. Es una semilla que aún debe florecer.
14.00. Aeropuerto de Estambul. Puerta de salida A4 destino Valencia. Dos hombres se dan la mano. A nuestro lado, uno todavía lleva puesta la camisa de la clínica donde le han implantado pelo. Es el viaje de moda a Estambul, 3.000 euros por una cabeza poblada. Un tío vocea: «Le dije a mi hermana: si tu te pones tetas, ¿porqué yo no iba a ponerme pelo?». Cuando levanto la mirada sobre mi asiento delantero del avión, me saludan una veintena de calvas con folículos pilosos ensangrentados de españoles felices con su nuevo pelo de vuelta a España. Son jóvenes, mayores, solteros, casados, homosexuales, heterosexuales, viajan solos y también acompañados. Ya estamos en casa.
Mujeres trabajando en la fábrica de cereza blanca de Eregli./ La Comarca Un curioso cargador de teléfonos callejero. Se introducen monedas para pagar la carga y se guardan los móviles bajo llave./ La Comarca Contrastes en las calles de Turquía./ La Comarca El té con pastas se ofrece en cada lugar como bienvenida en unos pequeños vasos de cristal./ La Comarca Llamada a la oración en la plaza central de Eregli./ La Comarca Jóvenes en Ivriz./ La Comarca Ingenieros trabajan en una prospección de 2000 metros para impulsar un proyecto que transforme agua termal en energía./ La Comarca Las pastelerías y tiendas de dulces llaman la atención./ La Comarca Una tienda de especias de Eregli./ La Comarca Comida tradicional a base de verduras al horno, y carne de cordero y pollo./ La Comarca
Apreciada Sra. Defior.
En mi ya larga experiencia de viajes y estancias en el extranjero, he comprobado las dificultades que tiene opinar sobre lo que nos resulta desconocido o muy poco conocido. En visitas a fábricas. por ejemplo, es normal que al acabarlas sea mucho mas larga la lista de las cosas que no nos han gustado que la de las cosas que deberíamos aplicarnos, o al menos valorar positivamente.
Cuando se dice que “en muchos ámbitos he tenido la sensación de vivir la misma situación en la que estaba nuestro país hace 40 años” me atrevo a preguntarme como puede decir una cosa así, alguien que hace 40 años, con un poco de suerte, empezaba a ir a la escuela. Tener sensaciones no depende de lo que nos han contado, sino de lo que hemos vivido.
Una forma aproximada de saber cómo han ido las cosas durante los últimos años en Turquia y en España es acudir a los índices de desarrollo humano, información que produce anualmente las Naciones Unidas. Estos índices informan no sólo de la situación actual sino también de su evolución a través de los años.
Turquia, que es un país de mas de 80 millones de habitantes, tenia en el año 2000 un IDH de 0,655 y ocupaba la posición 159 del total de naciones estudiadas. En 2018, ultimo año disponible, su IDH es de 0,806 y está clasificado como el 59. Ya se ha clasificado en el grupo de los países de cabeza y con muy alto Indice de Desarrollo Humano.
España ocupaba en 2010 la posición numero 82 con un índice de 0.825, y actualmente ocupa la 25, con un IDH de 0,893. Está claro que Turquía aun no nos ha alcanzado, y aun tiene camino que recorrer, pero también hay factores que les son favorables en comparación con nuestro país. Turquía no tiene de momento un problema de despoblación. Quizás porque las familias, y especialmente las mujeres, aun consideran que tener hijos es algo bueno. Así que “priorizar la maternidad” es para ellas un valor digno de conservar.
Me sorprende que algunas mujeres que tiene responsabilidades políticas y sociales consideren el matrimonio y la maternidad un freno. Si sus padres hubieran pensado lo mismo, hoy no estarían donde están. Todos tenemos o hemos tenido madre, y yo puedo afirmar que la mía fue feliz con sus hijos y se desarrolló de forma extraordinaria en su profesión.
Con opiniones como la que expresa la Sra, María Ariño, es seguro que no se resolverá la despoblación, y lo que más probablemente espera a muchas mujeres es la soledad en su ancianidad, que por cierto también es un problema que ya nos alcanza en nuestros pueblos y ciudades.
Gracias por su crónica del viaje, que como siempre goza de precisión y de altura.
Un cordial saludo