La de 2023 es la última Semana Santa de Eduardo Bardavío como cabo del Silencio. El alcañizano deja este puesto después de más de 20 años. Prefiere no precisar la cifra exacta que lleva redoblando durante toda la procesión porque asegura que lo importante no son los años sino las ganas y la dedicación. «He estado todo este tiempo dando el máximo posible de mí y ahora creo que llega el momento de dar un paso atrás y dejar que entre otra persona», precisa.
Asegura que se trata de una decisión «muy meditada» a la que cogió la pandemia por el medio y que quería que se produjera cuando la procesión pasara por la parte alta.
Ya hay varias personas interesadas en sustituirle porque en estos años no ha existido la figura del cabo suplente. «No ha habido un nombramiento de un sustituto como tal porque nunca he tenido el temor de que me pudiera ocurrir algo pero siempre he confiado en las personas que tengo detrás. Si me hubiera pasado algo que me impidiera salir seguro que cualquiera de ellos habrían cumplido perfectamente», opina.
Eduardo es el quinto cabo en la historia de la banda del Silencio, formada por un tambor solista, 27 tambores de piel y nueve timbales. Anteriormente estuvieron, por orden de antigüedad, José Viruete, Jesús Pérez, Emilio Broc y Ángel Martínez. Una labor esencial en la procesión que supone no poder dejar de tocar ni perder el ritmo en ningún momento.
El alcañizano volverá el próximo año a la banda, a la que entró en 1983 a los 14 años con Broc como cabo. Cierra así una etapa con numerosas vivencias a sus espaldas: «Nos ha pasado de todo, desde lluvia que nos ha impedido salir a momentos importantes como cuando inauguramos el paso de la Piedad y el estandarte de la cofradía». ¿Con qué momento se queda de toda la procesión? «Con el recogimiento que sientes en la plaza cuando estás tocando, siempre me acuerdo de alguien que falta ese año».
Mi Respeto!
Agradecimiento y respeto por su larga colaboración.