La familia Villoro-Ariño-Repollés-Puyol es de las pocas que cuenta con cinco generaciones vivas en el territorio
Maella tiene la suerte de contar con una de las familias más longevas del territorio. Se trata de los Villoro-Ariño-Repollés-Puyol, que cuenta con cinco generaciones vivas, desde el tatarabuelo Bienvenido de 92 años hasta la pequeña Sofía de solo unas semanas de edad.
Esta familia maellana ha conseguido ser una de las más extensas gracias al nacimiento de Sofía este 2018, quien es hija de Iris Repollés, quien tiene actualmente 29 años. Pero el verdadero mérito de esta longevidad la tienen las generaciones anteriores que fueron padres muy jóvenes. Es el caso de Bienvenido, que fue padre a los 18 años y de Laura Ariño, la abuela de Sofía, quien fue madre de Iris a los 17.
«Estamos orgullosos de poder decir que hemos sido padres antes de los 30 años, abuelos antes de los 40, y bisabuelos antes de los 80», explica Francisca Villoro, madre de Laura. La clave para conseguir todo esto según sus componentes es la unión y el amor por la familia. «Puede que también tenga algo que ver haber bebido tanta agua del río Matarraña», bromea Daniel Ariño, el bisabuelo.
En casa de los Villoro- Ariño se han llegado a juntar hasta 20 personas en navidades, y en la casa de los bisabuelos han llegado a convivir hasta nueve miembros de la misma familia.
«Estamos acostumbrados a ser muchos, tener gente en casa es algo que da la vida y alegría a todos», comenta el bisabuelo. Él nació, creció y vive actualmente en Maella junto a su esposa Francisca Villoro, y le gustaría seguir así toda su vida.
«Lo ideal sería que viviésemos todos aquí pero por los trabajos y las oportunidades cada uno está en un lugar distinto: Maella, Caspe, Zaragoza…, pero siempre hacemos para juntarnos varias veces al mes», afirma Iris Repollés. Ella es profesora y ha estado ejerciendo su profesión en varios centros del territorio. Para ella es toda una suerte poder juntar en la misma habitación a tatarabuelo y tataranieta, y nunca olvidará el primer regalo que hizo Bienvenido a Sofía, su hija, que nació el pasado 4 de noviembre: unos pequeños calcetines con perlas. «Fue un momento muy especial y que solo unos cuantos afortunados podemos contar», asegura.