El psicólogo Javier Urra registró el martes una buena entrada en el Teatro de Alcañiz para escuchar su charla sobre el reto de educar en una sociedad digital dentro del proyecto ‘Soy Sana’. Ante muchas madres, y muchos menos padres, Urra defendió el valor del mundo digital siempre que se enseñe a manejarse en él a los niños de una forma crítica. Opinó que la digitalización debe pasar por el filtro de los adultos aunque a veces los padres no quieran entrar en algunas cuestiones que, sin embargo, son su obligación.
«Los avances del mundo digital son incalculables pero internet tiene un planteamiento, que es vender, y eso hay que explicárselo a los niños», dijo el psicólogo, quien también defendió que la educación de los más pequeños también pasa por la escuela, que «no solo está para formar».
Urra también entró en otros asuntos. Fue crítico con sobreproteger mucho a los niños y jóvenes. «Hacemos chavales que son como el cristal, duros pero frágiles», opinó. En cuanto a la educación, dijo que los niños deben interiorizar los valores, juicios, normas y límites; y también la empatía y valores. Recomendó que desde pequeños deben conocer «cómo es la vida» visitando la planta de un Hospital con niños enfermos o traten con frecuencia a su abuela enferma de alzhéimer, por ejemplo. Otra de los problemas de la sociedad actual es la «desresponsabilización» porque los delitos se cometen en grupo. «Todo se hace en grupo y parece que cada uno no es responsable de sus actos cuando no es así, la responsabilidad es individual», precisó.
Hizo también hincapié en educar en el autodominio para relativizar lo que nos pasa y priorizar lo verdaderamente importante; y en la ruptura para saber afrontar y no pasar del amor al odio ante situaciones previsibles en la vida como el fin de una relación de pareja.
El psicólogo también incidió en la importancia del lenguaje porque «todo lo que se dice se ha pensado». Puso de ejemplo noticias recientes como el grupo de WhatsApp en el que participaban en torno a 200 estudiantes de Magisterio de La Rioja en el que vertían comentarios vejatorios y homófobos; o los cánticos machistas del Colegio Mayor Elías Ahúja de Madrid.
¿Se ha retrocedido, en algunos casos, por el mal uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación?
Sí. Las personas tienen un altísimo nivel de información y no tanto de conocimiento. El 40% de la población española no lee nada, por lo tanto tenemos una falta de conocimiento importante. Se tiende a asociar que más información es más conocimiento, y no es así. Casi nadie cita sabiendo lo que cita o comparte sabiendo de dónde viene lo que está compartiendo. Tenemos también un problema de falta de legislación y el reto es legislar para que todo lo que no se permite de forma presencial tampoco se permita online. Hasta ahora ha habido un desarrollo de lo digital pero ahora llega el momento de regular y poner según qué límites a todo este desarrollo. Tenemos que no obsesionarnos con lo digital y volver a conectar con nuestro exterior, ver el firmamento, salir con los amigos y salir a la calle, al campo. Lo digital es solo una herramienta, no es un fin en sí mismo. Esto es como un arma. Un cuchillo se puede usar de muchas maneras, pues las herramientas digitales lo mismo. Tenemos que utilizarlas y educar en valores.
¿Están por ello los jóvenes de ahora más expuestos a situaciones de abuso o vulnerabilidad?
Estamos hablando del mundo de occidente, no de otras realidades como puede haber en África o Asia. Y venimos de unos tiempos en los que los abuelos de nuestros abuelos pasaban hambre, existían aquí enfermedades como el paludismo, morían muchos niños por enfermedades… muchas cosas que pasaban aquí en España y que relata, sin ir más lejos, el escritor Benito Pérez Galdós. Aquí y ahora estamos a años luz de eso y cuando hablamos ahora de acoso y abusos actualmente podemos decir que estamos muy bien. Realmente son otros problemas los actuales. Existen niños que pueden tener problemas de anorexia y a través de las herramientas digitales encontrar páginas para reafirmarse; pueden existir situaciones de que un niño crea que habla con otro niño y realmente sea un adulto el que está suplantando la identidad. No hay unos verdaderos sistemas de supervisión y protección por parte de los adultos. Yo no me preocuparía tanto por el tiempo que los jóvenes pasan en las pantallas, sino en qué es lo que visualizan en esas pantallas. Es también importante detectar cuándo a un chaval los amigos no lo llaman para salir, dar una vuelta o hacer ejercicio, porque ese joven se va a recluir y puede basar su vida en los megabytes o en los “me gusta” ya que no tiene capacidad para detectar la realidad. El deporte, los estudios, los campamentos, las salidas… deben existir entre los jóvenes.
Hemos conocido que en un instituto de Ejea de los Caballeros se han prohibido los móviles con resultados satisfactorios. ¿Es el futuro?
Sí, se está haciendo y vamos hacia ello. A mi me preguntó en su día la presidenta de la Comunidad de Madrid si yo prohibiría los móviles en los centros educativos y sin ninguna duda dije que sí. Y se prohibieron en los colegios. Yo hace 13 años que tengo un centro en el que vienen jóvenes y niños de toda España en el que naturalmente no hay dispositivos móviles, no hay alcohol, no hay drogas y estamos haciéndoles seguimiento mañana, tarde y noche durante 11 meses. No hay móviles y solo hay ordenadores cuando se acaban las clases ¡y no pasa nada! Es cuestión de dar otras opciones como practicar deporte, estudiar, jugar y conseguir que las personas tengan criterio. Tenemos también unos campamentos a los que nos vienen chicos cuyos padres dicen de ellos que están enganchados a los ordenadores y allí no hay. Y no pasa nada.
¿Qué retos tienen los padres de hoy en día ante este desafío digital?
Cada comunidad autónoma tiene unas guías y ahí sale todo. Tiene que haber una edad mínima para que los jóvenes tengan móviles y los padres deben de ser ahí responsables. Se debe procurar que los jóvenes vayan al campo, salgan, tengan respeto por sus mayores… al final los padres son los que tienen esa responsabilidad. La pantalla es algo muy atractivo que puede enganchar, pero la labor que tenemos los educadores es inculcar buenos valores a los más jóvenes. La vida digital nos ofrece oportunidades muy buenas y solo hay que tener ganas de ser positivo en la vida. Son herramientas que nos facilitan la comunicación y nos permite llevar a cabo cosas impensables para nuestros padres y abuelos. Aprovechémosla pero inculcando en valores.