Buena parte de los bajoaragoneses llenan sus despensas gracias a los productos que cultivan y recolectan en sus huertos o en los de sus familiares y amigos. Sin embargo, el estado de alarma cerró la posibilidad a miles de personas en todo el territorio de ir a sus huertas y mantener la actividad. Las quejas en todo el país, la recogida de firmas y, en definitiva, la presión de los ciudadanos fue fundamental para que se fueran aliviando las restricciones hasta que, la semana pasada, el Ministerio de Sanidad diera por fin vía libre a todos los españoles para trabajar en sus fincas y poder atender sus hortalizas y frutas, que llevaban varias semanas abandonadas. «Era una incongruencia total que se pudiese ir al supermercado a comprar lechugas con todo el peligro que conlleva pero no poder salir al huerto a recogerlas personalmente», explica Roberto Anglés, propietario de Viveros Joven, en Alcañiz.
Roberto no cerró su empresa por ser considerada «esencial» puesto que vende materia prima para agricultores y ganaderos. «No obstante, ante las limitaciones para salir de casa, estuvimos prácticamente solos, viéndolas venir, y tampoco pudimos hacer ERTE», cuenta. «Yo podía vender planteros, pero la gente no podía venir a comprarlos…», subraya. Subió un vídeo a su perfil de redes sociales denunciando esta situación y «tuve 33.000 visitas», destaca.
En los últimos días y coincidiendo con el permiso de ir a los huertos, la afluencia se ha disparado. En Viveros Joven trabajan 9 empleados que, desde el principio, han contado con las medidas de protección necesarias para realizar su actividad. Además, se han habilitado dos pasillos para entrar y salir de modo que los clientes no se toquen y puedan mantener la distancia de seguridad.
La nueva normativa en cuanto a la atención de los huertos se ha notado también en el Matarraña. En el centro de jardinería de Big Mat Bricas, en Valderrobres, a lo largo de esta semana han agotado existencias dos veces. Además, desde la empresa ofrecen atención telefónica para que los clientes puedan hacer sus pedidos de forma anticipada para evitar así que puedan formarse filas de personas y tiempos elevados de espera. «Estamos teniendo una enorme afluencia de personas que vienen a buscar plantel. Otros años es más escalonado, pero este año está viniendo todo de golpe», explica Adriana Nita, responsable del centro de jardinería. Otro de los factores que provocan la masiva afluencia a los viveros es el hecho de que no hayan podido celebrarse la Feria del Huerto y el Jardín de La Portellada y, especialmente, la tradicional Feria Ganadera y Comercial de Valderrobres. Ambos eventos constituyen para muchos matarrañenses la cita anual obligada para renovar y adquirir plantero.
Por su parte, el caspolino Antonio Poblador, propietario de El Vivero de Abel, empresa proveedora de agricultores profesionales y grandes fincas, respira tranquilo en estos momentos ya que su mercado no se ha visto afectado por la crisis del coronavirus. «Por suerte, llevamos con overbooking de pedidos por dos años, para este 2020 ya no admitimos más», explica. «La agricultura, al ser un sector esencial, no se puede parar». El único problema que han tenido con el estado de alarma han sido las restricciones de vehículos, que han dificultado el trabajo de sus empleados. «Hasta ahora teníamos que hacer con un vehículo muchos viajes diarios para recoger a gente, por suerte esto ya está cambiando».