Unas cuantas primeras páginas en blanco de unos cuantos libros se firmaron en la Feria del Libro de Jatiel, una primera edición que dejó un regusto a continuidad. Con esa vocación nace, como lo hacen todas las iniciativas que salen de la ilusión y de un ingente trabajo de trastienda cuyo resultado se vio este sábado. La plaza fue el punto neurálgico donde se desplegaron casi una veintena de carpas con editoriales y asociaciones y una treintena de autores aragoneses. El salón de plenos sirvió -una vez realizada la investidura de Javier Gómez como nuevo alcalde- como espacio para las charlas y talleres. A los bajos se trasladaron los cuentacuentos. Y todo por huir del calor, porque a medida que avanzó la mañana, se cotizó alto el más mínimo sombreado de plaza. La iglesia se dejó abierta como lugar a menos temperatura en el que tomar un respiro al tiempo que se pudo admirar el interior, que bien merece detenerse en los detalles de su policromía.
Que Jatiel fuese punto de encuentro y al tiempo se pudiese conocer algo más, como en este caso la iglesia o la propia ubicación del pueblo, eran objetivos que venían con la organización de esta cita literaria. «Es una manera de dar a conocer un pueblo tan pequeño como este y por un motivo bonito, yo estoy muy contenta con la respuesta que desde el primer momento tuvimos por parte de los expositores», dijo Cristina Gómez, la escritora jatielina -más conocida como Cristinica Gómez– e impulsora de la idea junto a la Asociación Cultural Jatiel. «Espero que sea del agrado del público también y el año próximo nos encantaría repetir, es la idea», apuntó. La historia de Jatiel con las letras ya viene de lejos, y no es casual. Hace unos años se rindió homenaje a los maestros, y es que este pueblo consiguió mantener la alfabetización cuando no era algo tan común. «Uno de los maestros fue Cecilio Mor y ha venido un bisnieto suyo. Nos llamaban los ‘abogadillos’ porque todo el mundo sabía leer y escribir tanto niños como adultos, en tiempos complicados se preocuparon de enseñar a todos», añadió Gómez.
Una jornada muy completa
Durante toda la jornada hubo tiempo para todo. Para esas firmas de libros y para conversar tanto de manera informal como en el encuentro que se programó por la mañana. En el salón de plenos, los autores Pablo Sierra, Patricia de Blas, Almu Bree y Carmen Arroyos moderados por Miguel Gardeta, reflexionaron acerca del proceso de escribir y publicar los primeros libros. En unos casos lo han hecho con autoedición y en otros con editoriales y en algunos, de ambas formas. Se puso en valor la importancia de contar con una persona prescriptora, que suelen ser quienes están al frente de las librerías. «En caso de no llegar a ellas, hay que encontrar a esa persona que recomiende para que el libro llegue al público», dijeron. Entre otros muchos aspectos que tocaron, se detuvieron en la difusión del trabajo hecho. Al proceso de investigación y escritura, se suma el de publicar y el que es más largo: la promoción. «Hace años no era necesario, todos hemos leído libros sin saber qué cara tiene el autor, pero ahora darse a conocer, que la gente sepa quién eres cuando estás empezando especialmente, es fundamental», añadieron. En este aspecto, además de redes sociales y otras herramientas, las ferias como la organizada en Jatiel son importantes.
En las carpas se repartieron las editoriales Mil Madres, Rasmia, Cosquillas, Apila -con el samperino Edu Flores a la cabeza, Librería Macu, de Andorra, Taula, Olifante, Singular, Imperium, Cornoque y Malavida. Además de la Asociación Cultural Jatiel, el Centro de Estudios del Bajo Martín con todas sus publicaciones y el vídeo adelanto del documental sobre Atlantansí, Turismo Bajo Martín y Zaraletras. Esta asociación cultural, además de desplazar a varias autoras, también llevó información sobre DiversiVoz, asociación La Voz de la Diversidad con la que colaboran y que tiene como uno de sus muchos objetivos «luchar por una atención y educación de calidad para todas las personas con necesidades especiales a lo largo de la vida».
Otras actividades
Durante el día hubo cuentacuentos con Cosquillas y Sonia Pavón, un micro abierto por el que pasaron autores y público a leer pasajes de sus libros o de otros cuyo éxito fue tal que repitió mañana y tarde, exposición de óleos sobre papel de Ramón Faro y cierre musical. También un más que interesante taller de escritura creativa a cargo de Miguel Gardeta, autor invitado en la feria. «Es un taller express limitado a una hora y con personas muy variopintas. Hacemos ejercicios muy cortitos para demostrar que de cualquier sitio, dato o información puede salir una historia completa», destacó Gardeta. Las fuerzas las cogieron con una paella prevista para unas 180 personas.
Jjjj Avogadillos se les llama porque nunca limpiaban la acequia y tenían pleitos continuos con los de la puebla.
Una temporada vinieron a Samper a la escuela, luego no se que paso que se cambiaron a la puebla.