En la economía del Bajo Martín y Andorra Sierra de Arcos, territorios que abarca Adibama, el sector agroalimentario es el que representa un menor porcentaje. No obstante, «es de una extraordinaria calidad». Así lo definió el gerente del grupo Leader, José Vicente Querol, en su intervención en el castillo de Albalate el primer sábado de las Jornadas de Patrimonio Industrial del Bajo Martín promovidas por el Centro de Estudios. Entre la amplitud de este sector destacó la producción de aceite, que sigue siendo importante y antaño fue el motor del territorio.
De todo ello hablaron en la siguiente charla tres personas: Javier Sánchez, de Aceites Impelte de La Puebla; el arqueólogo José Antonio Benavente y el historiador de Belmonte, Alberto Bayod. Estos dos últimos adelantaron lo que será el libro «Al-Qannis. Historia del aceite en el Bajo Aragón», que ya se encuentra en maquetación. «El aceite es el recurso agroalimentario que más ha transformado la economía y el paisaje en esta tierra en los dos últimos milenios», dijo Benavente, que destacó que incluso al Ebro se le llamó el río de aceite, por ser el cauce de transmisión con el Mediterráneo. Destacó la Loma del Regadío en Urrea, como «muy importante»; y se detuvo en El Palao de Alcañiz. Se están logrando grandes hallazgos arqueológicos en almacenamiento de aceite.
Se puso de relieve el papel de grandes molinos, como el que hubo en Calaceite con una quincena de prensas de libra en funcionamiento en su día, o de la almazara que se conserva completa en Jaganta y que calificaron de «joya de obligada visita». La producción de aceite tuvo sus altibajos. Alberto Bayod dio las claves de los cambios y el papel que jugó en ellos la entrada de los concejos y los cambios de propiedad que llevó al desarrollo de los molinos a la par que el de los olivares.
«En Alcañiz, con dos prensas no daban a basto porque las producciones eran de tal magnitud que una cosecha se juntaba con la siguiente», explicó. Con 15 meses de campaña, ya había técnicas de conservación que han evolucionando. «Todas las mejoras van siempre unidas a la mejora de la calidad. En esta zona hemos tenido medios para mantenerla», dijo Javier Sánchez. «Se ha hecho mucho trabajo, el cambio es total en las almazaras y en la idea del aceite de oliva al que se dio valor ya con la creación de los paneles de cata e innovaciones posteriores», comentó.