El estado de alarma primero y la crisis sanitaria y socioeconómica después y que persiste, desbarató la agenda del Centro Integral para el Desarrollo de Alabastro (CIDA). Como todas, la actividad en el centro albalatino también se ha visto resentida y este verano poco o nada se parece al que estaba previsto.
Pero poco a poco está regresando la acción a esas cuatro paredes. Con todas las medidas de seguridad sanitarias, el centro está recobrando el pulso de la mano de artistas que conocen el lugar y que saben del buen trato y, sobre todo, de la calidad del material. El Bajo Martín sigue siendo una de las mayores canteras de alabastro a niveles internacionales y los artistas que lo emplean, lo saben y lo demandan.
Anja Roemer es una de las personas que desde hace unos días está dando buen uso a las herramientas. Es holandesa pero pasa largas temporadas en España. Estableció su conexión con Albalate desde su participación hace años en una de las ediciones del Simposio de Escultura en Alabastro. Desde entonces, es asidua en la zona y en el CIDA ha desarrollado buena parte de su último proyecto. Fue una de las primeras artistas en realizar una estancia en el CIDA hace dos años, una experiencia de la que resultó una exposición relacionada con el agua cargada de mensaje y su incidencia en el día a día del ser humano. Ahora se centra en esto último, en introducir la figura humana y explicar su relación con el agua.
La muestra itinerante recorrió localidades como Albalate, La Puebla o Alcañiz bajo el nombre de ‘Alabastro in itinere’ y este año tenía prevista una parada en el Balneario de Ariño. El plan se truncó ya que el centro termal decidió permanecer cerrado mientras la situación sanitaria no sea estable. «Me interesó venir al CIDA para dar forma a dos nuevas piezas que quiero integrar en la exposición», dice Roemer. En Albalate, con piedra autóctona, trabaja estas piezas sobre bocetos y fotografías de las pruebas que planeó en Holanda. Se trata de un proyecto personal en el que lleva años implicada.
Para estas fechas ya había planeado su presencia en Albalate aunque no en solitario. Anja había organizado en colaboración con el centro, un workshop con diferentes artistas de los Países Bajos. La intención es que pasaran unos días en Albalate trabajando sus proyectos individuales en alabastro del Bajo Martín, una iniciativa que ya se realizó en 2018 y 2019 con artistas llegado de Suecia capitaneados por Stephano Beccari y que este año también se ha quedado en el tintero por las mismas razones. «Estaba organizado pero no es viable, así que, el próximo verano sí quiero hacerlo», apunta Roemer.
Un centro para experimentar
La holandesa ha compartido el enorme espacio durante unas semanas con Jorge Egea, Joaquín Hernández y Adrián Arnau que se han ocupado de realizar en alabastro un bajorrelieve para el Ayuntamiento. «Tanto talleres como iniciativas personales, estos proyectos son muy importantes para nosotros porque al final el artista a través de su trabajo con este material está consiguiendo uno de los objetivos que perseguimos que es promocionar y ponerlo en valor», dice el coordinador del CIDA, Santiago Martínez. «También es muy importante que artistas como Anja estén interesados en seguir trabajando con el alabastro, experimentar con él y llevarlo hasta sus máximas posibilidades estéticas y técnicas», concluye.