Las herramientas vuelven a sonar entre las paredes del Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro (CIDA). Tras meses en silencio debido a la crisis sanitaria, en Albalate se vuelve a tallar piedra y a hacer arte.
Los responsables son Jorge Egea, Joaquín Hernández y Adrián Arnau, escultores de Alcañiz, Maella y Castellón residentes en Barcelona. Son viejos conocidos en el pueblo porque hace dos años expusieron en el castillo la muestra colectiva «Tres miradas escultóricas». Con la colección estuvieron también en Maella y en tres localidades del Matarraña. Egea es el más reincidente en el CIDA ya que en la Semana Santa del año pasado dirigió el workshop de relieve y después, una residencia con una escultura en verano. «Esto nos ha permitido seguir en contacto con el pueblo, el Ayuntamiento y seguir haciendo cosas», dice Egea.
Es un encargo del Consistorio en colaboración con el CIDA que coordina Santiago Martínez lo que les ha traído de nuevo al pueblo. Hasta que termine el mes estarán realizando un óvalo en alabastro que se colocará en la fachada del ayuntamiento. Mide 1,30 por 2,10 y tiene 5 centímetros de grosor y las láminas salieron del mismo bolo proporcionado por la empresa local, Yesos Alabastrinos. Está dividido en tres tercios que será «un todo» con el objetivo de ofrecer elementos con los que todo el mundo se pueda identificar. Cada tercio de la composición tiene un elemento significativo de Albalate como el puente, la iglesia y el castillo y unos personajes propios de cada uno como autores. En un tercio están los tambores y bombos de la Semana Santa, en otro los niños jugando a la orilla del río y en otro, el vareador de olivas. «Trabajamos como los artistas del siglo XIX que eran muy dados a colaboraciones conjuntas, cuando la visión de ahora es muy individualista», reflexiona Egea. La finalidad es «conseguir una unión y pensar de forma unitaria aunque seamos tres cabezas y seis manos», sonríe.
El origen de la pieza está en el taller barcelonés donde prepararon el relieve en barro, un molde y una resina que llevaron a Albalate. «Hacerlo en talla directa le da el valor añadido a la pieza al convertirla en única porque no es una copia del molde», dijo Arnau. «Si lo volviéramos a tallar, sería diferente también», apoyó Egea.
Es un bajorrelieve, por lo que la técnica «está muy cerca del dibujo» y cualquier golpe puede ser determinante. «Requiere su cuidado, su técnica y atención porque es una talle delicada, frágil… Lo poco que he trabajado en piedra ha sido en alabastro y esto está siendo un aprendizaje para mí», dijo Joaquín Hernández, el más veterano. Sentimiento compartido por los compañeros. «Nunca sabes cómo terminará la pieza y cada vez que he venido siempre me he ido con esa lección añadida», concluye Egea.
Conexión Albalate – Los Ángeles – Miami
Desde el CIDA en Albalate, los tres escultores ofrecieron un directo en Instagram el miércoles al que se conectaron casi 90 personas de México, Estados Unidos o Italia, entre otros países.
La iniciativa de la pieza colaborativa surgió dentro del Proyecto Alabastro y contribuye a remontar la actividad tras el parón obligado por la crisis sanitaria.
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