Una vez dejado atrás el fuerte temporal que azotó todo el Bajo Aragón Histórico hace algunas semanas, aflora ahora su lado más dulce. El agua caída ha revivido algunos parajes naturales que lucen rebosantes. Una gran oportunidad para propios y extraños de disfrutar del paisaje y visitar enclaves llenos de vida.
Imagen llamativa la que ha dejado El Salt de La Portellada días atrás, pero que se repite en otras comarcas, como la de Andorra-Sierra de Arcos, donde encontramos las Calderas de Gargallo llenas o numerosas fuentes naturales de las que brota abundante agua.
El pantano de Cueva Foradada, ubicado en Oliete, ha lucido también lleno hasta los topes, algo poco habitual, lo que ha hecho de esta una buena oportunidad para conocer este ejemplo de ingeniería hidráulica. «La excusa es verlo lleno pero se trata de un pantano muy interesante porque al contrario de lo que suele ocurrir se accede desde la base gracias a más de 250 escaleras que subes hasta que te topas con la lámina de agua», explicó Mª Ángeles Tomás, la técnico de Turismo de la Comarca de Andorra-Sierra de Arcos.
Alrededor de este embalse se conservan todas las instalaciones que se utilizaron durante su construcción, a principios del siglo XX. «Están los talleres de carpintería, las viviendas de los obreros, la Ermita… es decir, se puede aprender mucho de lo que fue su construcción además de disfrutar del paisaje», comentó Tomás.
Otro de los ejemplos del esplendor que deja la abundancia de agua puede verse en uno de los emblemas del Maestrazgo: el nacimiento del río Pitaque. En este enclave el agua brota de la roca a través de huecos y cavidades. Y es que este recurso natural se ha convertido en protagonista en muchos rincones de esta comarca, como en el sendero del Pozo del Invierno, en Villarluengo.
«Otras zonas muy interesantes son las pasarelas de Valloré o el Pozo del Salto, que habitualmente apenas gotea y ahora baja con bastante agua», indicó Cristina Mallén, técnico de Turismo de la Comarca del Maestrazgo.
Ríos que recuperan su caudal seco, manantiales que vuelven a brotar, fuentes, emblases y ramblas que se llenan… Todo ello son los efectos más amables de un temporal de nieve y agua que ha supuesto pérdidas de miles y miles de euros en todo el Bajo Aragón Histórico.
