Alcañiz se ha vestido de luto durante la noche del Viernes Santo para acompañar a la Virgen de la Soledad en su amargo camino por las calles de la ciudad siguiendo al Cristo Yacente. Una emotiva procesión que siguieron cientos de personas en la plaza España de Alcañiz y en la parte alta de la ciudad en una noche con una muy buena temperatura que invitaba a salir a la calle.
Tras el anuncio de la muerte de Cristo por la mañana, con un Alcañiz teñido de azul, el sonido anárquico de los tambores alcañizanos ha dejado paso a un toque pasional para acompañar a la Virgen de la Soledad en el duelo por la pérdida de su hijo. Antes que los alcañizanos que se encontraban en la calle, durante una hora y cuarto los romanos escoltaron el sepulcro de Cristo en un silencio desgarrador que tan solo se rompió con la llegada de los primeros tambores hasta la Iglesia.

La procesión ha arrancado con la llegada de los cofrades de la Hermandad Jesús de Nazareno a las puertas de la Iglesia, donde han hecho sonar sus tambores y cornetas. Las puertas del templo se han abierto para dejar paso a la Virgen, única imagen que tiene el privilegio de salir por la parte principal de la excolegiata. Los cofrades han posado la peana encima de las escaleras para que la Soledad pudiera seguir con atención el paso de la procesión y ver al Cristo Yacente. Acompañando el paso de la Virgen estuvieron más de un centenar de esclavas de la Soledad, que salieron a la procesión de negro impoluto, ataviadas con teja y mantilla, en señal de duelo.

Junto a los pasos de la Soledad, el Cristo Yacente y el Farol también han procesionado los farolillos de las Siete Palabras, las sibilas, cofrades de las hermandades del Nazareno y el Silencio, la Guardia Romana y parte de la corporación municipal del Ayuntamiento.
