La procesión del Silencio volvió a enmudecer anoche a los presentes congregados en la plaza de España, mientras los ecos de los redobles de siete de los nueve pueblos de la Ruta del Tambor y Bombo se perdían en el horizonte tras Romper la Hora. Frente al sonido a decenas de kilómetros, la capital bajoaragonesa custodió con solemnidad uno de sus rituales más emblemáticos, cuando el Cristo del Silencio, la Virgen de las Lágrimas y la Piedad procesionaron la ciudad, en una de los momentos más devocionales de la Semana Santa.
«¿Juráis hermanos guardar silencio absoluto mientras lleváis el caperuzo puesto con dignidad y fervor?» Con esta pregunta por parte de la Hermana Mayor de Honor, Ana Belén Fuster, comenzaba la noche, durante el juramento en el altar de la Iglesia, marcada por los últimos redobles de Eduardo Bardavío como cabo. Su tambor, junto al repicar de la banda de timbales rompió el sepulcral silencio que pesaba en el ambiente. «Las sensaciones son las mismas como todos los años. El balance es muy positivo, lo he hecho con ganas y con ilusión», destacó momentos antes de llevar el ritmo. Éste volverá a la banda para seguir disfrutando del Silencio.
La procesión no dejó a nadie indiferente, en una plaza en la que no cabía un alfiler. Muchos grababan con sus móviles la salida de los pasos de la Excolegiata, otros prefirieron retener en la retina ese instante, mientras la banda a través de sus toques marcaba el pesar que marca al Jueves Santo. Algunos de los vecinos no pudieron contener las lagrimas.
Tras completar su recorrido la procesión se dirigió de nuevo hacia una plaza de España cubierta por la alfombra de tomillo y romero que puso en valor la esencia de la tierra bajoaragonesa e impregnó todo el centro de la ciudad con un olor evocador. Como es de costumbre al terminar se recogen los claveles. Los rojos se guardan para llevarse el Viernes Santo al cementerio y los blancos se entregan a los hermanos que han procesionado. Uno de los momentos más emocionantes, es fue sin duda, cuando se hizo el silencio mientras los pasos, cruzaron la plaza y se dirigieron hacia la iglesia.
Fue la primera procesión bajo la presidencia de Carlos Villanueva que destacó su carácter «respetuoso». «El momento de la plaza con los silencios marca a la gente», resaltó
Como en el resto de la Ruta del Tambor y Bombo la movilización desde la esfera política fue muy relevante. Incluso sus representantes formaron parte de la procesión. El alcalde de Alcañiz, Ignacio Urquizu, ejerció de peanero, cargando a la Virgen de las Lágrimas, mientras que el máximo líder del PP Aragonés, Jorge Azcón, asistió a la puesta de los pendientes a La Piedad, junto al candidato Miguel Ángel Estevan, hermano del Silencio. También se dejó ver la líder de Aragoneses, Elena Allué, y el ex alcalde de Alcañiz, Juan Carlos Gracia Suso, entre otros.
