Que el médico pronuncie la palabra cáncer no es igual a muerte. Es igual a esperanza y a ganas de vivir». Quien lo dice es Almudena Martín, una joven de 35 años de Montalbán que vive en Alcañiz. Le diagnosticaron en 2020 un linfoma de hodgkin y hace dos años terminó la quimioterapia. Está recuperada y las revisiones son buenas.
Los primeros síntomas visibles del linfoma de hodgkin le surgieron en los primeros meses de la pandemia, los de mayores restricciones; y tardó en ser diagnosticada. «Me salió un bulto en la espalda y tenía síntomas de ahogo, dolor en el pecho y estaba muy cansada pero me decían los médicos que era una contractura y porque estaba pasando el confinamiento sola en casa. Hasta que el cáncer se me manifestó en una crisis grande de hemorroides y al hacerme pruebas se dieron cuenta que tenía algo en el pulmón. La radióloga vio un linfoma en la prueba pero después el neumólogo me dijo que era cáncer de pulmón. Que me iba a morir y que los oncólogos pasarían a decirme cuánto me quedaba de vida. Todo eso sola en el Hospital Royo Villanova de Zaragoza. Más tarde comprobaron que era un linfoma con metástasis que me afectaba a un pulmón y las vértebras», explica Almudena, quien incide que es fundamental que la sanidad tenga medios y también que el médico de cabecera «te haga caso y pruebas». «Mi cáncer se habría detectado con una simple analítica y no habría llegado al estadio 4, el más grave. Las personas no vamos al médico por gusto sino porque nos notamos extraños, nos conocemos y sabemos que algo nos pasa. Una analítica o una radiografía te pueden salvar de las peores cosas».
Su experiencia la relata en un libro, ‘Tocada, hundida, ¡salvada!’, que se vende en librerías y por internet para que ayude a otros enfermos. A Almudena siempre le ha gustado la literatura y utilizó la escritura como terapia porque se lo recomendó su psicóloga. Durante el tratamiento de quimioterapia leyó varios libros de personas que habían pasado por un cáncer y ahora ella también quiere ayudar a los enfermos. «Es fundamental leer testimonios de personas con las que te identificas y ver que es normal lo que sientes, te da esperanzas. Tu familia te puede apoyar pero no te comprende porque no pasan por lo mismo», destaca Almudena, quien agradece a Manuel, su pareja, y a su familia por cuidarla durante todo el tratamiento y saber llevar la enfermedad. «Era muy duro verlos por el móvil o el cristal», añade.
Ahora Almudena quiere ayudar a otras personas a través de su libro y de la AECC de Alcañiz. Es voluntaria y se ha ofrecido a dar charlas y hacer acompañamiento.
Enhorabuena por tu lucha y que sirva para que todo el mundo tome constancia del problema. En especial, los políticos
Una mujer super-valiente y un ejemplo para todos. Gracias por tu lucha…