«Vine aquí con cinco años gracias a esta chimenea. Mi padre fue uno de los trabajadores y cuando yo crecí seguí sus pasos. Ahora que esto acaba, aquí, por el momento, no nos queda nada». Son las palabras de José Alberto López, ex empleado de la Central Térmica de Andorra que actualmente trabaja a través de una subcontrata en su desmantelamiento. Su sentimiento de unión hacia lo que hasta este jueves era el último vestigio de casi medio siglo de historia de la etapa electro minera de Andorra es compartido por otros miles ex trabajadores y ciudadanos no solo de la localidad, sino también de todo el Bajo Aragón Histórico. El desarrollo e historia de este icono que este jueves terminó de desaparecer ha estado presente a lo largo de los años y tanto las tres torres como la chimenea eran para el imaginario colectivo una seña de identidad de lo que fue un pasado que atrajo población, creó mucha riqueza y al que se ha dado cerrojazo con gran tristeza y mucha incertidumbre. Muchos creen que se ha hecho cuando todavía no se ha logrado manifestar una verdadera transición justa para la cuenca minera turolense.
Así podrían resumirse los sentimientos con los que el territorio asumía este final simbólico, dado que el verdadero cierre se puso ya hace más de dos años con el cese de la actividad de la Central y la reindustrialización aún pendiente. En su día, la llegada de esta infraestructura marcó un antes y un después para Andorra y el resto del territorio y ahora se espera poder recuperar la prosperidad económica de aquellos años. Su construcción comenzó en 1978, su inauguración oficial fue en 1981 y durante 41 años fue ese gran motor industrial de la provincia de Teruel.
Entonces Andorra era uno de los municipios con mayor renta per cápita de todo el territorio, una situación que se alargó en el tiempo hasta los últimos años antes del cierre. En 2016 todavía lideraba el ranking aragonés con una renta disponible media de 23.976 euros. A día de hoy también se sitúa en buenas posiciones pero preocupa el futuro.
«En el 99 tuve la suerte de salir elegido alcalde. Durante todos esos años se llegó a contabilizar unas 10.000 personas censadas. Había movimiento, vida. Ahora el pueblo está apagado, hemos perdido a mucha gente y eso se ha notado en el comercio», recuerda Luis Ángel Romero, ex alcalde de Andorra que vivió durante las tres legislaturas que gobernó los años grandes de la Central y ahora siente tristeza ante la realidad actual.
El anuncio del cierre de la Térmica en 2018 ya despertó múltiples movilizaciones y su apagón, el 28 de junio de 2020, dejó un futuro laboral incierto para cientos de personas. El desmantelamiento se inició a principios de 2021 y se alarga hasta día de hoy, cuando las tareas alcanzan un 65%, la chimenea ya no existe y varios empleados de las subcontratas aseguran desconocer qué ocurrirá realmente cuando este se termine de completar. El territorio entiende el final de la era, pero denuncia que no se haya contado realmente con «la gente de aquí» para decidir cómo y cuándo ejecutarlo y qué soluciones ofrecer a cambio.
Desde los sindicatos todavía piden un «cambio real» para los trabajadores, algunos de los cuales llevan «toda la vida dedicándose a la industria electro-minera». Este jueves vivieron el adiós con pesar por un tiempo terminado, y con muchas inquietudes por la nueva etapa, que a pesar de anuncios y promesas no acaba de materializarse. «Con pena por un paso que no va a volver y con la incertidumbre de un futuro que parece que no llega nunca. Hay que buscar iniciativas en cuanto a la magnitud del impacto social que tiene este cierre», destaca Darío Sanz, secretario general de la Unión comarcal de Comisiones Obreras.
El representante de CC.OO. entiende que la alternativa de las renovables corre el riesgo de ser «pan para hoy y hambre para mañana». «El proceso de instalación de placas es un visto y no visto, va muy rápido. Puede ser un salvavidas en un momento determinado, pero hay que ver qué va a pasar después, una vez que esas energías renovables estén instaladas», enfatizó. Sanz pide «sensibilidad» para los trabajadores no cualificados, «que llevan 30 años dedicándose a una industria» y que «están preocupados por su futuro».
Este cierre apresurado y la pérdida de esta generación minero eléctrica sin «realidades visibles ni empresas implantadas» también preocupa a Joaquín Noé, alcalde de Ariño, quien también se muestra muy crítico con que el futuro de la zona dependa de una sola empresa. «Hoy por hoy lo único que se implanta son placas solares. Creo que había otros proyectos que podrían haber tenido cabida», recalca.
Desde el sector empresarial, se muestran «expectantes» ante las oportunidades de futuro ya anunciadas, aunque tampoco ocultan la «tristeza» por la eliminación del símbolo de lo que sostuvo la actividad económica de la zona por más de 40 años. «La gente está expectante, hay un nuevo futuro para Andorra. Sí que es verdad que nos hubiera gustado que la realidad de las empresas que están llegando hubiera sucedido con mucha más anterioridad. Sin embargo, ahora mismo estamos viendo que varias empresas están apostando por Andorra. Vemos futuro a corto-medio plazo», destaca Juan Ciércoles, presidente de CEOE Teruel y además teniente de alcalde de Andorra.
Aunque también hay quien muestra cierta desconfianza. Roberto Miguel, presidente de los empresarios de Andorra, lo hace especialmente ante un plan de acompañamiento que todavía sigue sin convertirse en una realidad. «Parece que nos iba a solucionar todos los problemas. Lo cierto es que a día de hoy no tenemos nada», lamenta.
A su vez, aunque la reindustrialización «llega tarde», según admite Alejo Galve, representante de UGT y tercer teniente de alcalde, se está «luchando» porque Andorra vuelva a estar en el mapa de la prosperidad económica. A él también se une el alcalde de Andorra, Joaquín Bielsa, quien reconoció que pese a la tristeza que sintió este jueves con la caída esta fue el encuentro «de un pasado cayendo y un futuro que tiene que emerger». «Son muchos años, pero no podemos quedarnos ahí. Hay que ir hacia adelante y tenemos que aprovechar las oportunidades que nos han brindado. Habrá sitios donde no se ha podido sacar el concurso como ha ocurrido aquí. Creo que tenemos un gran futuro y tenemos que ir a por él», expresa uniendo la nostalgia por la chimenea y la ilusión por lo que vendrá.
Un acto que no buscaba ser mediático
El derribo de la chimenea de la Central Térmica se llevó a cabo en un acto con grandes diferencias frente al que se vivió durante la voladura de las tres torres. Esta vez se intentó que el procedimiento generase el menor impacto mediático posible, por lo que no se contó con ningún tipo de representación política ni sindical.
El único encargado en intervenir tras la demolición fue Ignacio Montaner, director general de Endesa en Aragón, que describió al acontecimiento como «el adiós a un símbolo que Endesa ha cuidado siempre». «Se trata de un símbolo que cae, pero detrás tenemos ya a lo lejos el parque Sedeis que es una realidad. Lo que de verdad nos interesa es seguir creando empleo en Andorra», declaró. Montaner reiteró que «tanto la chimenea y el resto de la instalación estaba preparada para trabajar 40 años» y que su mantenimiento podría suponer una inversión de más de cuatro millones de euros, un coste que «nadie ha asumido».
En cuanto a concentraciones, la única que se llevó a cabo estuvo organizada por Teruel Existe, quienes pidieron la dimisión del consejero de Cultura de Aragón y la Directora de Patrimonio «por no proteger la Central de Andorra». Además, también fueron especialmente críticos con un derribo que «podía haberse evitado pero no se ha querido».

El debate de su mantenimiento como símbolo no solo de la zona sino de toda la provincia de Teruel ha marcado todos estos días previos al hecho histórico que ocurrió ayer. A partir de este viernes Andorra inicia un nuevo capítulo, la etapa de las renovables y el Nudo Mudéjar, y lo hace con sentimientos encontrados y expectativas sobre qué será realmente lo que vendrá.
Esos dos deberían de estar juntos en la misma celda, esos dos y algunos más por éste atentado. Espero que éste medio no sea cómplice de ellos y publiquen opiniones sin más. No más censura.