El escultor aragonés Ángel Orensanz ha grabado su nombre en el mundo del arte gracias a propuestas diferentes y una gran presencia en el panorama internacional. A lo largo de su carrera ha obtenido numerosos reconocimientos y condecoraciones en todo el mundo. Reflexionamos junto a él sobre el papel que un obra debe jugar en la sociedad y rememoramos el 50 aniversario del primer monumento a la Jota del mundo, que se inauguró en Albalate y lleva su firma.
¿Cómo surge el monumento a la Jota de Albalate?
En mis viajes de París a Zaragoza, conocí a Demetrio Galán Bergua, así como a gran parte de la vida intelectual de la ciudad, críticos de arte… Pero me llamó mucho la atención Demetrio Galán Bergua, que era entonces presidente de la Jota. Le caracterizaba mucho ese grado de respeto hacia la jota, y cultivaba la historia aragonesa. A mí me sedujo mucho esa manera de pensar de la jota, porque de alguna manera es Aragón mismo. Simboliza, cómo diría…, el espíritu externo pero perfecto de armonía, de sobriedad y de música a la vez. Más tarde, Alfonso Zapater me habló de hacer un monumento a la jota, porque su padre era un bailador muy conocido. Empezamos la idea de hacer el primero de España, de Aragón, en Albalate del Arzobispo.
Yo veía la jota como una cosa muy elocuente, que captaba al público inmediatamente, y así se consiguió. La inauguración resultó ser un acontecimiento, porque hubo más de mil personas y además las ventanas y las calles llenas, la plaza totalmente arrebatada de público… Y causó un impacto enorme, todo el mundo estuvo muy feliz. Y bueno, la obra ha tenido tal encuentro con la gente… tal unidad, que me hace pensar que hacía falta ese monumento, y algunos más que tendía que tener Aragón como explicación del tiempo, de su historia.
¿Sabía que esa plaza se conoce ahora como ‘la de la Jota’?
¿Ah sí? Ah bien, ¡magnífico! Je, je, je. Me encanta saber que la gente recuerda esta efemérides y que tanto se prolonga en el tiempo, porque de alguna manera el contexto de una ciudad son las obras y las esculturas que permanecen intactas, y que además son una constante en lo festivo, en lo popular, en lo cívico…
Estoy recordando también Calanda, que tiene otro de mis monumentos, porque yo conocí mucho a Luis Buñuel y esa escultura también es muy muy muy acertada. Tanto que se instala en una fuente y ahí persiste en el tiempo. Buñuel acertaba mucho a reconocer cómo yo expresaba las obras, las esculturas… Lo mismo ocurría con Ramón J. Sender. Pero hay muchas más obras en Aragón: el monumento a Joaquín Costa en Monzón; la Confederación del Ebro y Casablanca en Zaragoza, la Jacetania, que es otro hito… El museo Ángel Orensanz de Sabiñánigo… Yo creo que todo esto es para que la gente lo vea, persiste y allí esta.
En el arte todo parece estar interconectado... ¿Con qué conecta el monumento a la Jota de Albalate?
¡Ajá! ¡Sí! Fue en un momento muy difícil de producción de la Universidad Autónoma de Barcelona, lo tenían que hacer cuatro escultores de Madrid y cuatro de Barcelona y no se ponían de acuerdo. Llevado por el desarrollo de la obra, puesto que era una de las más importantes del momento, yo aparecí por allí. Me dijeron: «A ver qué llevas por tú ahí, ¿Qué libros?, ¿qué imágenes? Porque los escultores no nos ponemos de acuerdo…». Y entonces vio unas hojas de un catálogo y estaba impreso en ellas el pedestal del monumento de Albalate del Arzobispo, y dijo: «Esto es lo que tenemos que hacer» y lo marcó con una equis. Yo había llevado un boceto, pero fíjate cómo es la vida de sorprendente. Dijo: «No. Haremos esto que está aquí en el libro, muéstralo a los arquitectos». Esa era una obra que suponía un riesgo enorme, porque era algo muy grande y además debía estar en refractario. Y la hice en Zaragoza, en una fábrica que ya no existe… Esa compañía me dijo que lo podían hacer perfectamente, y ha sido lo que ha hecho que gran parte de mis obras hayan salido de la capital aragonesa.
Todas mis obras han tenido tal comunicación… mucha vinculación, como pasó con la Autónoma de Barcelona y un pedestal tan humilde en un sitio tan sencillo. Es alarmante muchas veces la vida: tan difícil por algunos lados y tan amable por otros. Es decir, uno puede vivir muchos años pero ha dejado de vivir otras cosas… Pero el arte hay que vivirlo. Yo tengo ese entusiasmo, esa dinámica, he podido vivir en muchos países y conocer a todos los críticos del mundo. Me he satisfecho de mi vida mucho y produzco muchísimo porque a la gente también le encanta. Y sí, el arte debe manifestar una comunicación con el público. La mejor música, la mejor obra de teatro, la mejor obra de creación, en la pintura… es volver a poner en el escenario esta presencia creadora de un nuevo valor que exprese lo auténtico, lo artístico y lo comunitario en cuanto que sirve para avanzar estéticamente y animar y establecer un diálogo con el público, siempre artístico, siempre social…
Sería el formar parte de una identidad colectiva, ¿no?
Exactamente, eso es así. Yo siempre animo a que vaya mucha gente a Nueva York y los recibo muy bien, me encanta. Pero tengo el escudo aragonés allí, en la Fundación, en uno de los sitios privilegiados de la entrada. Estados Unidos me ha dado muchísimo, también Francia, España, Brasil… todos los países del mundo, eso es un hecho, pero me encanta saber que se ha celebrado el aniversario del monumento de la Jota.
Recuerdo una de las figuras… ‘el Molinero’: es como una ruleta, muy gótico, muy francés, muy elegante bailando, da la impresión de que flota en el espacio. Y tiene un trazado que para mí está representando un arlequín perfecto, perfectísimo.
¿Qué mensaje enviaría para celebrar el medio siglo del primer monumento al folclore aragonés?
La historia de Aragón ha sido importantísima, pero lo que nos queda por ver es el panorama del futuro. ¿Cómo lo tratamos? ¿Cómo lo hacemos? ¿Por qué debe ser mejor que antes? A pesar de lo difícil que parece yo creo que hay que tener coraje y ser como un aragonés. La constancia, la dinámica, el pensamiento de respeto a todos, y el crear. Debemos tener esa resistencia perfecta para el arte, la cultura, la literatura, la cosa social, el desarrollo económico… todo. Pero eso cabe en una unidad aún más perfecta todavía. Así que celebro y aplaudo ese monumento, que significa tanto y dio paso a la Autónoma, nada más y nada menos, y que era una obra casi de leyenda. Se hizo todo en Zaragoza. Esa ciudad me ha privilegiado de tener obras en Barcelona para la eternidad. Y no solamente: Londres, Los Ángeles… parte está pensado todo en Zaragoza. Parece insólito pero es así.
Aragón le ha dado mucho, pero usted ha dado mucho al mundo...
Tanto he dado como he recibido, tanto persiste como existe, tanto recordará como permanecerá, y yo tengo mucha tarea que hacer. Es para mí una necesidad y una obligación crear arte.
juan carlos morales dice
Mi admiración por Angel Orensanz como uno de los mejores artistas contemporáneos a nivel mundial. Y un orgullo contar con su amistad desde ya hace unos cuantos años.