La periodista alcañizana Aurora Moreno se encuentra en Ucrania como enviada especial de Radio Nacional de España. En estos momentos informa desde Leópolis del conflicto bélico y la invasión del país por parte del ejército ruso. Nos traslada de qué manera está llevando a cabo su labor en una situación compleja y cambiante.
Estás con un compañero, ¿cómo os encontráis?
Bien, estamos bien. Nos encontramos en Leópolis, la ciudad más grande al oeste, la sexta del país. Aquí es donde en principio estaba previsto que fuera trasladado el Gobierno ucraniano en cuanto se produjera la invasión de Kiev. De momento no ha sido así, sí se han trasladado muchas embajadas, diplomáticos, empresarios… Hasta aquí están viniendo miles de desplazados de todas las partes de Ucrania. Algunos para instalarse; otros para pasar unos días y ver si pueden volver a sus lugares de residencia; y otros directamente para marcharse a Polonia, a la República Checa, a Rumanía… para abandonar el país ante esa amenaza de guerra total que ha lanzado el presidente ruso Vladímir Putin. Aquí lo cierto es que llevamos un día de momento tranquilo (en referencia a este martes), pero sí que han caído algunos proyectiles, fue bombardeada la zona del aeródromo durante los primeros días de la invasión. Suenan de vez en cuando las sirenas de alarma antiaérea, pero hoy de momento está siendo un día muy tranquilo.
¿Cómo han sido estas jornadas?
Nosotros llegamos justo la noche anterior a que se produjera la invasión. Nos despertamos ya a las 4 de la madrugada con el sonido de las primeras bombas, que lanzaban alrededor de Kiev. Ya salimos a la calle y vimos la situación. Había gente que intentaba hacer su vida normal, incluso estaban haciendo la cola del autobús; y otros ya empezaban a hacer cola en los supermercados, en los cajeros, en las farmacias… y muchísima gente empezaba a preparar los vehículos, cogía cuatro cosas, lo primero que encontraban, y se lanzaban a la carretera para abandonar Kiev ante el temor de que la ciudad quedara ya bloqueada y no se pudiera salir o entrar. No se sabía con qué velocidad se iba a producir la invasión de las tropas rusas. Después de dar unas vueltas por Kiev decidimos salir hacia Leópolis. Nos costó casi tres días, con las carreteras totalmente atestadas, colas de vehículos, caravanas kilométricas y viendo el impacto de lo que está siendo esta invasión en Ucrania.
¿Hasta cuándo tenéis previsto estar en el país?
Cuando vienes a estos sitios la verdad es que es fácil entrar pero es muy complicado salir. Por la salidas de los puestos fronterizos más importantes hacia Polonia las colas de vehículos pueden prolongarse hasta 20 o 28 kilómetros. La gente con la que hemos estado hablando, que estaba en esas filas, nos decía que tardan como 24 horas en alcanzar el puesto fronterizo polaco para poder pasar al otro lado. Nosotros vamos a intentar buscar algún paso por el norte. Hoy un equipo de Radio Nacional que tiene que hacer el relevo se ha puesto ya en marcha, ha llegado a Cracovia e intentará entrar también por la frontera polaca. Y en cuanto lleguen aquí probablemente ya hagamos el relevo porque nosotros llevamos varios días, incluso la semana anterior ya estuvimos por aquí, haciendo un recorrido por la frontera de Bielorrusia, donde estaban realizando maniobras conjuntas las tropas bielorrusas y rusas, en la frontera por la que realmente ha entrado después el ejército ruso. Llevamos un tiempo por aquí, toca relevo, así que yo creo que estaremos hasta mañana o pasado si hay suerte, y si no pues más, claro.
Una situación compleja y cambiante, ¿cómo se afronta a nivel mental como profesional?
Nosotros tenemos la ventaja de que sabemos que somos periodistas y que estamos aquí temporalmente. Es decir, el problema realmente lo tienen los ucranianos, las personas que están viviendo aquí y que saben que este es su país, es su casa, y que está siendo invadida por un ejército extranjero. La gente está intentando poner a salvo a sus familias, sacándolas del país. Se quedan los hombres. Por ejemplo, en el centro de reclutamiento en el que hemos estado hace unos minutos están llegando a centenares todos los días para incorporarse al ejército, o para que les digan de qué forma pueden ayudar como voluntarios. Otros centenares están haciendo colas todos los días para conseguir un permiso, comprar armas y tenerlas en su casa para hacer frente a la llegada de soldados rusos que pueden llegar hasta su domicilio.
¿Cuáles son los casos con los que os estáis encontrando?
Estamos de observadores, para contar lo que pasa. Nos impactan los dramas y las tragedias personales. Te encuentras familias que han pasado la noche en la carretera, que se han quedado sin gasolina, con niños pequeños y que no saben si van a salir del país ni que harán después. El lunes en la estación de Leópolis vimos a dos chicas jóvenes que no estaban juntas, cada una iba por su cuenta. Una de ellas estaba esperando en un banco con temperaturas bajo cero a que la recogieran unos amigos, pero realmente lo que daba la sensación es que estaba intentando pasar la noche ahí porque no hay billetes. La chica se había llevado a su gato y realmente parecía que no sabía qué hacer. Intentaba ir a Irlanda. La otra chica estaba en la puerta de la estación y tampoco tenía claro dónde ir. Solo quería marcharse. Era la segunda vez que huía, ya que también huyó de Crimea tras la invasión de 2014. Por segunda vez estaba huyendo de los rusos. Son dramas personales que terminan por afectar.
La situación del transporte es muy complicada…
Hay unos trenes gratuitos que han puesto para mujeres y niños hasta Polonia y hasta Chequia pero para subir a ellos es toda una aventura. No es precisamente como la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, pero casi. La estación central está atestada.
¿Tenéis algún tipo de garantía de seguridad como periodistas?
No tenemos ninguna garantía de seguridad. Tenemos una fixer, vamos con su vehículo. Cuando comenzó el bombardeo en Kiev, pocas horas después yo llamé a la Embajada española, concretamente al servicio de emergencias consulares para saber cómo estaba la situación, si había muchos españoles, ver que iba a pasar. El teléfono no funcionaba. ¿Qué pinta un teléfono de emergencias consulares al que nadie contesta cuando hay una emergencia? Bueno, pues esa es la ayuda que estamos recibiendo los periodistas españoles, o por lo menos nosotros, estando en Ucrania.
¿Hay unión entre los periodistas que cubrís esta situación tan difícil?
Entre periodistas españoles enseguida nos reconocemos y nos ayudamos. Lo primero que hacemos es intercambiarnos el número de teléfono y por supuesto si hay algún problema o alguna forma de ayudarnos lo hacemos, aquí realmente no cabe la competencia. Nos ayudamos y nos acompañamos siempre que haga falta y se pueda. Eso sí es así.
¿Las personas que estamos fuera podemos llegar a hacernos realmente una idea de lo que se está viviendo dentro?
Yo creo que sí. Con todo lo que son los medios de comunicación ahora y las redes sociales, la gente que está fuera sí termina de hacerse una idea de lo que está ocurriendo. Es más, a veces el que está fuera tiene una percepción de un peligro mayor que el que está dentro, que al final termina por intentar hacer una vida ‘normal’, es decir, intentar desayunar, comer, trasladarte… En verdad no es una vida normal pero sí intentamos darle cierto punto de normalidad. A veces por pura inconsciencia no terminas de ver lo que pasa o el peligro al que te enfrentas. A lo mejor hay una ofensiva en la otra punta de la ciudad y no te has enterado estando dentro, y el que está en Alcañiz poniendo la tele o viendo las redes sociales, se entera antes. Eso a veces ocurre.
¿Cómo luchar contra la desinformación?
Es un auténtico problema. Ocurrió sobre todo al principio, cuando comenzó la invasión. Rusia lleva muy bien el tema de la propaganda y la desinformación. Colgó en las redes sociales un falso mensaje del presidente Zelenski en el que invitaba al ejército a rendirse. Eso se emitió en muchísimos sitios y era falso, era una fake news. Hay que recurrir solamente a informaciones oficiales, a oficinas de prensa que estén contrastadas. Las páginas falsas son casi miméticas, pero te das cuenta de que no son las correctas. Ante cualquier duda, lo fundamental es llamar, esperar 5 minutos antes de dar la información. Nuestra prioridad es que la información sea real, oficial y contrastada. Luego está lo que vemos los periodistas que ya no tenemos que preguntárselo a nadie, para eso sirve que estemos aquí.
¿A nivel personal cuál es el sentimiento que impera al vivir esta guerra?
Cuando cubres un país terminas por tener un poco de síndrome de Estocolmo ya que te identificas con el lugar y con la gente con la que estás viviendo y trabajando. En este caso no es tal porque realmente es una invasión que se ha producido sin ningún motivo, por parte de un país como Rusia, a otro independiente y soberano como es Ucrania. Sin ningún tipo de provocación o causa de por medio. Es un tipo de política que no encuadra para nada con la geopolítica actual y con el tipo de política internacional europea que tiende totalmente al diálogo y a la negociación. Volvemos a tener una guerra en Europa, es un gesto que ha tenido Rusia que no se explica y no tiene justificación.
¿Las numerosas muestras de apoyo y repulsa por la guerra se llegan a sentir en Ucrania?
Al principio no. En las primeras 24-48 horas nosotros hablábamos con los ucranianos, sobre todo en Kiev, y nos decían «¿Dónde está occidente? ¿Dónde está Europa?, nos han dejado solos». Había una sensación de abandono y de debilidad que luego ha cambiado muchísimo con las muestras de solidaridad que se han dado en todos los países, ciudades y pueblos de Occidente. Ese tipo de reacción sí la están notando y lo agradecen muchísimo. Y por supuesto todas las sanciones económicas a Rusia y el envío de armas…, todo eso lo están notando y lo agradecen.
Más de 2.000 inmigrantes subsaharianos han intentado esta mañana saltar la valla de Melilla, en la mayor avalancha humana registrada en la ciudad desde 2014. Según han explicado fuentes de la Guardia Civil, el salto masivo ha comenzado poco antes de la 9:30 horas de esta mañana y se ha producido de forma simultánea en diferentes puntos del perímetro fronterizo.
Invasion de frontera europea, lamentablemente también.