Los agricultores del Bajo Aragón Histórico han comenzado una campaña de la almendra en unos campos que todavía sufren las consecuencias de los últimos sucesos meteorológicos. Mientras que en años anteriores podían llegar a recoger hasta 6 toneladas del fruto seco a lo largo de todo el territorio, esta temporada, tras las intensas heladas y pedregadas que en su día acabaron con el 80% de la cosecha, los trabajadores ni siquiera confían en poder alcanzar la mitad de esta cifra. Según las predicciones, calculan que este año solamente podrán recogerse 1,5-2 toneladas en grano. Todo ello en un campaña marcada por los elevados precios de producción, que durará menos de lo habitual y que es afrontada por un sector que, meses después de las extremas heladas, todavía continúa «sin recibir ningún tipo de las ayudas prometidas» desde consejería de Agricultura.
La «preocupante situación» se extiende a lo largo de toda Aragón, comunidad que, como consecuencia de estas cifras, deja de ser la primera productora de almendra de España para convertirse en la tercera. Las previsiones realizadas por la Mesa Nacional de Frutos Secos, integrada por representantes de las organizaciones agrarias Asaja, COAG y UPA, Cooperativas Agroalimentarias de España y Aeofruse (asociación española de organizaciones de Productores de frutos secos y algarrobas) lo confirman. Según sus primeras estimaciones para esta campaña, la cosecha en la Comunidad no alcanzará las 5.000 toneladas en grano (4.782). Es una cantidad que supone menos de la mitad de lo recolectado el pasado año, unas 10.506 toneladas, lo que a su vez se traduce como un descenso de producción del 54,48%.
Esta caída de producción en el sector no es algo nuevo. Comenzó después de 2018, año en el que se logró una cosecha récord superior a las 18.588 toneladas de almendra en grano, una cifra que no se ha vuelto a repetir. Desde entonces, fueron 17.000 toneladas en 2019, algo más de 16.500 en 2020 y unas 10.500 en 2021. Los peores números registrados se han dado este año, con poco más de 4.000 en la campaña actual, especialmente en los campos del Bajo Aragón, Caspe y Maella, y Matarraña, zonas donde apenas se recogerá un 20% del fruto y que concentran 1/3 de las 68.000 hectáreas de almendros en Aragón.
«Las pérdidas son brutales y el cambio climático preocupa»
La campaña ha iniciado para Francisco Colón, agricultor de almendra en explotación de regadío y miembro de UAGA, con un amargo sabor de boca. Es un sentimiento compartido con sus compañeros del sector. Y es que pese a que Colón se considera afortunado por haber podido rescatar gran parte de su cosecha, conoce de primera mano casos de compañeros que «este año ni siquiera se pondrán a recoger» dad as las pérdidas. «No les sale rentable teniendo en cuenta los altos costes de producción», lamenta.
El agricultor se entristece al pensar en la situación por la que la agricultura y ganaderia bajoaragonesa está pasando tras meses de inflación y catástrofes climatológicas. Teme por que estas, muestra del cambio climático, sean todavía más evidente en las próximas campañas. La solución, para él, únicamente puede ser un mayor compromiso de las administraciones.
Francisco Colón. Alcañiz
La duración de la campaña también se ha visto afectada. En un año normal, esta tendría que alargarse durante un mes o mes y medio, y ahora tan solo durará entre 15 y 20 días. «En los peores casos, hay quien ha podido mantener menos del 10% de su cosecha. Estas parcelas se recogerán más rápido, por lo que ni siquiera merece la pena que entren máquinas para realizar las tareas, ya que se pierde más tiempo y dinero del que se va a ganar», explica Bernardo Funes, agricultor en Valdeltormo y dueño de PROECMAT S.C.- Productos Ecológicos del Matarraña.
Y es que esto no es lo único que ha cambiado. La subida de precios generalizada que especialmente se ha hecho visible en sectores como la luz (con aumentos del 45-50%) o el gasoil (en este caso del 100%) ha provocado que afrontar esta producción también sea una tarea cada vez más complicada para los agricultores. «Con el incremento de los costes y los bajos precios a los que debemos vender este año nos está siendo muy complicado obtener una rentabilidad. Si a ello unimos la reducción de futuras PACs de ayudas asociadas al fruto seco que prácticamente se han suprimido nos deja en una situación todavía más difícil a los agricultores», afirma Arturo Peris, responsable de UPA de leñosos del Bajo Aragón.
La situación de desamparo que sienten los trabajadores es total y el sector teme que los resultados de la campaña sean todavía más drásticos que los contemplados. En su día, las heladas de abril afectaron a unos árboles que, entonces en plena floración, tuvieron que soportar durante cinco días temperaturas nocturnas que llegaron a desplomar el termómetro hasta los ocho grados bajo cero. Las posteriores pedregadas terminaron de dañar el fruto, pero lo que las predicciones iniciales no tienen en cuenta son las últimas olas de calor sofocante que el cultivo ha tenido que soportar desde el pasado mes de junio. A ello hay que sumar que parte de las explotaciones en tierra de secano, no ha recibido tanta lluvia como otros años, algo que unido al calor ha resultado ser «la gota extra que ha colmado el vaso». «Es uno de los problemas a los que podemos enfrentarnos en años venideros y que pueden acabar alterando el ciclo del fruto con floraciones cada vez más tempranas y debilitadas», asegura Ferrán Huguet, director general del Grupo Cooperativo de frutos secos Unió Nuts.
Con la mente ya en la siguiente campaña, el resto de agricultores también coincide en que este tipo de sucesos continuarán acrecentándose en los próximos años como consecuencia del cambio climático. Ante ello consideran que la única solución efectiva, además de una mayor concienciación general entre la población ante esta problemática, es un mayor respaldo por parte de las instituciones para hacer frente a una situación «excepcional».
Revisar y actualizar las condiciones de los seguros es, sin duda, una de las peticiones que más se repite entre los trabajadores del sector. A ello se unen unas ayudas que, meses después de los sucesos meteorológicos, todavía siguen sin llegar a «quienes más las requieren». «Las necesitamos para poder seguir, es indignante que siempre se olviden de nosotros», concluye Funes.
Los agricultores continúan a la espera de las ayudas prometidas
Frente al «panorama desesperanzador» al que se enfrenta el sector de la almendra, los sindicatos agrarios llevan meses solicitando diferentes reuniones a la consejería de Agricultura para exigir que este fruto seco se incluya en las ayudas que en su día prometieron para mitigar las pérdidas ocasionadas por la climatología extrema. A diferencia de la almendra, estas sí están destinadas al sector frutícola afectado, aunque sus trabajadores tampoco han recibido nada hasta el momento. Mientras tanto, los agricultores resisten como pueden y miran con recelo a lugares como Cataluña, donde sí se ha abierto una convocatoria oficial para recibir estas ayudas y donde la almendra sí está considerada como una afectada más.
UAGA, tal y como explica David Andreu, secretario provincial del sindicato, ha solicitado en múltiples ocasiones una «reunión multilateral» en la que participen representantes del departamento y de la organización agraria, así como los presidentes de las comarcas productoras tanto de fruta dulce como de frutos secos. En el encuentro, además de solicitar agilidad en las ayudas para los fruticultores, también se exigirá que la almendra se incluya en estas como otro afectado más por las heladas y pedregadas. «En su día nos hicieron llegar que, a diferencia del sector frutícola, la almendra no estaría incluida porque no debe enfrentarse al mismo nivel de heladas. Creemos que esta es una situación excepcional, por lo que también debería estar considerada», explica Andreu.
Con esta petición, según defiende el sindicato, lo último que pretenden es perjudicar a las ayudas para los productores de la fruta ni de ningún otro tipo. «En Cataluña todo ha ido más rápido y los agricultores ya pueden solicitar estas ayudas en una convocatoria oficial. Nosotros no sabemos absolutamente nada, no dejaremos de exigir algo que creemos que es justo al haber sufrido una de las mayores pérdidas en el territorio», concluye.
La producción de un kilo de almendras requiere 25.000 litros de agua. El uso de pesticidas tiene un impacto negativo en la población de abejas. El llamado a «Sigue así, solo necesitamos dinero» está mal. El cambio climático reducirá aún más las cosechas de los monocultivos. Los negocios se abandonan por razones de edad, por problemas sucesorios y por razones económicas. Los pueblos y ciudades pierden habitantes y cambian su estructura social. Se requieren nuevos conceptos y nuevas formas. Productos de nicho, transformación in situ, marketing directo online, cultivos especiales adaptados al clima, ayudas económicas a la retirada y renaturalización de terrenos, turismo en el campo, B&B, usos diversos y nuevos de los recursos existentes… El Bajo Aragón necesita renovarse rápida y extensamente inventar y no sólo pedir apoyo estatal.
Dr.Michael Hegemann, Val de Zail, Caspe. Geógrafo graduado, planeamiento urbano y regional, planificador de turismo
Centrarse en el turismo es pan para hoy y hambre para mañana, aparte que es un sector cambiante y de temporada , hay que favorecer que empresas quieran ocupar nuestros polígonos, que estas son las que realmente fijan población en el Territorio.