La situación desde que se decretó el estado de alarma ha obligado a la reestructuración también de Correos que ha acotado su reparto a los productos propios de Servicio Postal Universal. Eso hace que no se repartan, entre otras cosas, periódicos, una medida que en el medio rural se ha apreciado especialmente.
Cada oficina se ha organizado en función de su realidad pero todas han reducido sus plantillas y distribuido en turnos con el fin de respetar las medidas del estado de alarma. Las oficinas más grandes, en las que se trabaja en mesas poco distantes entre sí, trabajan de forma alterna por días las pares con las impares. Los empleados considerados población de riesgo ya sea por edad o por enfermedad crónica o patologías, han sido enviados a casa a pasar la cuarentena. Así pues, aunque se realizan contrataciones puntuales para cubrir estas bajas, las mermas han sido muchas. El ritmo de reparto se sigue prestando, pero con frecuencia más ralentizada.
La atención al público se reduce de 9.30 a 12.30 y también se han suprimido los repartos de las notificaciones que se realizaban dos tardes semanales. Esta plantilla pasa a reforzar los repartos de mañanas. Tampoco hay reparto los sábados.
A diferencias de provincias como la de Zaragoza donde se envió a una oficina a cuarentena, en la de Teruel no se ha detectado ningún caso positivo de Covid-19 entre los trabajadores. No obstante, siguen faltos de material de protección como ya denunciaron los sindicatos como CSIF. Aunque en los repartos se «extrema la precaución» y no hay acercamiento físico, no esconden su inquietud por estar expuestos en la realización de un trabajo puerta a puerta.