En un año de interminable verano y con las tan anunciadas lluvias sin llegar, el sector del olivar afronta una campaña con expectativas «bastante aceptables», sobre todo, teniendo en cuenta que la pasada fue «nefasta». No obstante, si la suerte va por barrios, en este caso va por zonas: en apenas una decena de kilómetros la diferencia de kilos a recoger es notoria. En lo que no se ponen de acuerdo es en predecir qué pasará con los precios para el usuario. Coinciden en que si baja será «poco» y lo ubican en torno a los 7 euros el litro. Dependerá de la oferta y demanda y del mercado con Andalucía en mínimos.
Dentro del Consejo Regulador Denominación de Origen Aceite del Bajo Aragón, donde abarcan diferentes territorios, calculan que tendrán una campaña de aproximadamente un 70% de lo que sería una producción total. «La campañas ya se está aproximando a los 20 millones de kilos de aceite, pero este año nos vamos a quedar en menos. Nos quedaremos en torno al 60 ó 70% en general de la DO. En kilos podemos hablar de entre 12 y 14 millones si se cumplen las expectativas», dice el presidente, Alfredo Caldú. Una de las zonas con suerte en lo climatológico es el Matarraña, que es donde están las expectativas más altas. De «cosechón» califican la campaña en caso de que se cumplan las expectativas que dejan entrever los árboles que lucen ramas tan cargadas que rozan el suelo.
«Puede que sea el efecto nieve, porque en las últimas nevadas se dieron de sí por el peso. Pero si no es por eso y dan lo que parece que tienen que dar, será un cosechón», dice Joaquín Riba, presidente de la Cooperativa Aceites del Matarraña que cuenta con unos 200 activos entre Arens de Lledó, Cretas, Torre del Compte, La Fresneda, La Portellada y Calaceite, donde está la sede. En cada uno de estos pueblos tienen puntos de recepción en los que también recogen de algunos asociados de poblaciones cercanas como Valderrobres, entre otras. «No diremos el 100% pero sí estaremos en el 90%», vaticina. Será para mediados de noviembre en torno a la Purísima como fecha generalizada cuando comiencen con el grueso de la campaña.
Lo que está asegurado en el seno de la D.O. es la calidad, «como siempre», aunque este año Caldú tiene plena confianza. «En eso sí que estoy muy esperanzado porque quizá no había visto una cosecha tan buena en cuanto a calidad como la que estamos viviendo, pueden salir grandes aceites este año», señala el de Mazaleón.
A la línea delicatesen irán destinadas las primeras olivas que recojan en la Cooperativa del Mezquín, desde donde trabajan con mercados internacionales como Emiratos Árabes o Estados Unidos a través de Reales Almazaras. «Estamos potenciando este camino que la marca ya había iniciado. Es un pequeño nicho de mercado en el que tienen muy buena aceptación estos aceites, estamos muy contentos», dice el gerente, Pedro Sancho. La semana próxima comenzarán con las olivas destinadas a este exclusivo producto y será ya en un mes cuando sigan con el resto de la campaña. Aunque calcular «no es fácil», cifran en que sacarán sobre un 40% de cosecha. Como cooperativa extraerán en torno a los 300.000 ó 400.000 litros, una cantidad que dista del 1, 6 millones de un año «bueno, bueno». Cuentan con unos 300 socios activos y amplio terreno. «Nuestras perspectivas no son malas pero tampoco son las óptimas, tenemos poca cosecha pero cuando los árboles están tan cargados a veces sorprenden», apunta el de La Codoñera.
Tampoco lanzan las campanas al vuelo en La Calandina, donde calculan recolectar medio millón de kilos en total, cuando lo habitual suele ser millón y medio. «Está bien en comparación al año pasado, que no alcanzó ni el 10%, pero estamos lejos de lo que suele ser normal», dice el gerente, Antonio Cerdán. Comenzarán primero con la variedad arbequina y continuarán con el resto a mediados de noviembre. La almazara no para, porque además de las propias, molturan olivas de productores de otras poblaciones como Fuentes. En La Calandina se trabaja a destajo con el melocotón, donde les quedan todavía 700.000 kilos que recoger. «¿Qué clima sería el ideal? Para la oliva la lluvia pero para melocotón lo contrario. Así es el mundo del campo», se resigna Cerdán.
Olivo de secano y el monte
A recuperar los árboles centenarios de Oliete, y algo de Alacón y Alloza, se dedica Apadrina un olivo y eso significa dependencia total del clima y de los fenómenos necesarios como floración y tormentas. «Es nuestra gracia y nuestro castigo a la vez», bromea Carlos Blanco, el maestro de almazara. «Somos olivares en secano y tradicional en monte, por eso no podemos hacer otra cosa que adaptarnos», añade. Aunque estarán lejos de lo habitual, extraerán aceite que embotellarán en envases muy pequeños con el objetivo de mantener el mínimo de mano de obra. «En 2022 el calor extremo quemó la floración, y esta vez, ha habido temperaturas suaves pero no ha llovido. Donde la pluviometría ha acompañado y donde hay riego, habrá buena cosecha», dice. «Pero el año que viene será mejor, hay que ser optimista», sonríe.
El regadío de Artal, en marcha
Las máquinas ya funcionan en Almazara Artal en Albalate del Arzobispo. Allí aplica Ángel Artal la tecnología punta del negocio y deja lo tradicional para el campo con 35.000 olivos en 500 hectáreas entre Escatrón (de donde procede) Sástago y Alborge. Cultiva en tradicional, intensivo y súper intensivo y todos en regadío, lo que supone una fuerte inversión. Por esto, la Asociación Empresarial Andorra-Sierra de Arcos y Bajo Martín le dio el premio a la Innovación.