Los diez trabajadores fueron recibidos como héroes a su salida del ayuntamiento
Los diez trabajadores de la Térmica pertenecientes a subcontratas de Endesa pusieron fin este domingo a las 17.00 a dos días de encierro en el ayuntamiento de Andorra que empezaron el viernes. Lo hicieron recibidos como auténticos héroes en una plaza abarrotada por 400 personas que volvieron a dejar claro que «Andorra unida jamás será vencida» y que «esta lucha es de todos». Los niños, quizá los más afectados por el cierre de la Central aunque muchos todavía no lo sepan, volvieron a tomar protagonismo haciendo un pasillo a los diez empleados a la salida del edificio. Sus miradas atónitas, clavadas en esos padres, familiares o desconocidos que se habían encerrado 48 horas antes, reflejaban la admiración más sincera de toda una comarca que vive en lucha.
«Si cierran la Central tendrán que cerrar las tiendas, el colegio, el centro de salud… Todo el pueblo debería salir a luchar a la calle», explicó Clara Balaguer, una de las afectadas. El objetivo del encierro no es otro que reivindicar la necesidad acuciante de alternativas de cara al futuro, que se antoja desesperanzador con la previsión de que la Térmica deje de echar humo en junio de 2020. «Ahora mismo ya no pedimos; exigimos. Exigimos que vengan empresas para que se pueda mantener la población y no tengamos que dejar nuestras casas ni nuestros negocios. Si los políticos no han hecho nada hasta ahora lo único que nos queda es echarnos a la calle», dijo Susana Andreu, familiar de trabajadores de subcontratas.
Los niños animaron a los diez encerrados y les hicieron pasillo a la salida del ayuntamiento | Adrián Monserrate
Emociones a flor de piel
Los diez empleados superaron el pasillo infantil para llegar al centro de la plaza, donde fueron recibidos entre vítores y cánticos reivindicativos. Estaba previsto que Gonzalo Guerrero, uno de los encerrados y portavoz del grupo, dijera unas palabras de agradecimiento por el apoyo de todo el pueblo, pero no fue posible. Apenas pudo terminar una o dos frases cuando la emoción se apoderó de él y tuvo que fundirse en un emotivo abrazo con sus nueve compañeros. Tras un instante de silencio la plaza estalló en aplausos y las emociones ganaron la batalla a la razón. Lágrimas quién sabe si de impotencia, de respeto o de incertidumbre ante lo que pueda pasar brotaron de los ojos de muchos de los asistentes para poner fin a una protesta que no será la última.
El «reencuentro» con familiares y amigos, que no lo fue tanto porque cualquiera pudo entrar al ayuntamiento para animar a los diez encerrados, mezcló orgullo con el sentimiento de rabia y lucha obrera de un pueblo que ve cómo su motor económico está a punto de extinguirse. Eso sí, Andorra se hará oír hasta el último momento. «Hoy son ellos diez pero mañana serán otros. No vamos a parar hasta que no veamos movimiento; ya no nos valen las palabras porque de esto dependemos 400 familias», explicó Minerva Bretones, esposa de un subcontratado.
Los abrazos y muestras de cariño fueron una constante tras dos días de encierro | Adrián Monserrate
Los diez trabajadores que se encerraron recibieron el apoyo de familiares, amigos, compañeros y vecinos durante las 48 horas que permanecieron en el consistorio andorrano, que no fueron tan difíciles como se preveía. «Ha ido muy bien. Es duro pero la verdad es que ha sido muy ameno porque siempre hemos tenido gente aquí, el pueblo se ha volcado con nosotros y solo hemos estado solos para comer, cenar y dormir», explicó el portavoz de los empleados, quien aprovechó para mandar un mensaje a la clase política. «Lo que tienen que hacer es pelear un poquito más. Ahora vienen las elecciones y hemos estado en boca de todos, pero queremos que haya cosas reales», criticó.
En la misma línea se mostró Minerva Bretones en relación a la visita a Andorra de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. «No se quiso reunir con ningún miembro de la Plataforma de las Subcontratas y el Futuro de la Comarca, con lo cual venía aquí a vender humo. Como se acercan las elecciones somos todos muy buenos, pero yo quiero máquinas trabajando. Cuando las vea me creeré que van a montar cosas», explicó.
La emoción se adueñó de la plaza a la salida de los diez empleados | Adrián Monserrate
Las reivindicaciones y la lucha en la calle por el futuro continuarán, aunque ahora es momento de hacer balance de los dos días de encierro. La Plataforma se reunirá el martes para valorar la repercusión de la protesta, y a partir de entonces comenzarán las reuniones y el envío de cartas a grupos políticos. «Nosotros seguiremos peleando pero no podemos hacer nada, los políticos son los que tienen que buscar una solución», concluyó Gonzalo Guerrero.
Si necesitan realizar actos de autocomplacencia no me parece mal, pueden seguir haciéndolo tantas veces como lo consideren oportuno.
Respeto democráticamente los derechos de todos, otra cosa es que en mi personal opinión lo considero un sainete con ninguna repercusión sobre el cierre de las minas y de la térmica de Andorra.
Se sabía desde un principio que la térmica tenía programada una vida útil, y se sabía que un día llegaría su cierre.
Lástima que con tanto conocimiento no se haya hecho nada para paliar los efectos tan negativos de una muerte anunciada.
Deberíamos aprender de la capacidad de reacción y anticipación que otros países tienen para evitar la traumática desaparición de tantos puestos de trabajo.
Con Teruel se juega demasiado y el final no es nada esperanzador.
Apoyo cualquier iniciativa que sea efectiva para que los habitantes de toda la provincia de Teruel tengan una expectativa de trabajo mucho más positiva para que otorgue la tranquilidad que todo pueblo necesita.
Desde la primera letra, mi crítica es constructiva y quienes me conocen saben que dentro de mis posibilidades intenté ser una pieza más en el mosaico de la sociedad para la prosperidad de la misma.