Para Isaac Balaguer, la magia de la música recae en la fusión de los diferentes sonidos. Natural de Maella, el joven compositor lo demuestra a simple vista a través de su seudónimo, «Thunderdrop», un juego de palabras en inglés que une dos términos que guardan una unión especial para él. ««Thunder» significa tormenta, mientras que «Drop» hace referencia al estribillo de la música electrónica. Quería unir dos cosas que me gustan, la calma de la lluvia y el punto rompedor del género electrónico, uno de mis favoritos a la hora de componer», explica Balaguer.
Bajo este mismo nombre artístico es como se ha dado a conocer durante los más de diez años que lleva envuelto en el mundo de la música. Se inició cuando apenas tenía tres en la escuela de música de su pueblo, y desde entonces ha seguido compaginando el resto de su vida académica y personal con su instrumento, el piano.
La experimentación musical a través de la unión de diferentes sonidos siempre formó parte de sus largos años de ensayos y estudio en el conservatorio. «Aprendí de forma autodidacta porque me llamaba mucho la atención. Desde niño me sentaba delante del piano y probaba ritmos y sonidos inventándome mis propias melodías», recuerda.
No fue hasta llegar a bachiller cuando se planteó la composición como una rama a explorar. Su profesora Ana terminó de animarle para que se presentara a las pruebas de acceso, unos exámenes que en su día superó y que ahora le sitúan estudiando el grado de Composición en el conservatorio de Zaragoza. Durante el transcurso de todo este tiempo, Isaac no ha perdido el tiempo. «En este mundo tienes que ser polifacético para conseguir hacerte un hueco, y eso requiere un esfuerzo», cuenta. Por ello, pese a que muchos músicos dejan de lado el instrumento al iniciar otros estudios, el joven siempre ha encontrado un hueco para continuar tocando el piano y mantenerse activo. «Sigo tocando acompañando al coro de Caspe o Alcañiz, o bien en conciertos individuales o junto más artistas del territorio».
El último escenario al que se subió fue durante el festival «Primaverarte» que tuvo lugar en la Ciudad del Compromiso. En su actuación pudo presentar una serie de obras propias que forman parte de su propio álbum musical, «Illusions». La idea para crearlo llegó con su primer concierto solitario en la misma ciudad. «Se me ocurrió componer una obra que uniera el piano de cola con la electrónica, y entonces surgió la idea de un álbum entero», afirma.
Desde ese momento, Isaac trabajó durante meses para convertir ese conjunto de obras que siguieran como inspiración esta unión de estos dos sonidos en una realidad. El resultado es un trabajo que lleva su sello personal en las nueve piezas que se pueden escuchar durante los 40 minutos del álbum. Entre ellas no hay silencio, de forma que la unión entre piezas que van desde el techno y el new age hasta la música más contemporánea permite unir los diferentes paisajes sonoros de forma total.
El proceso creativo para dar con un álbum no es nada fácil. «Siempre se dice que para componer debes esperar a la inspiración, pero a veces no llega y tienes que forzarte a estar ocho horas intentándolo», asegura.
Aunque para él, este tiempo es casi como un proceso de investigación en el que se centra en un concepto a partir del que seguir componiendo, tal y como ya hizo con su primer álbum. En 2020 Isaac creó «La Música de las Esferas», un disco que tras dos años de pandemia estrena la semana que viene en Alcañiz y que está inspirado en una teoría filosófica que afirma que los planetas tienen una vibración mediante la que pueden crear un sonido. Con ello como base, el músico ideó la historia de un hombre que realizaba un viaje por todo el sistema solar encontrándose con diversas melodías para componer los temas.
En un futuro quizás saque un tercer álbum, aunque no es algo que le guste pensar. Todavía le quedan dos años de estudios de composición, y en ese tiempo, según él, está abierto a cualquier oportunidad. Por ello, prefiere dejar que el tiempo siga su curso, para, mientras tanto, seguir creando.