Con las gargantas a resguardo, porque los termómetros apenas pasaban de los 11 grados, decenas de personas aguardaban en la plaza del ayuntamiento de Urrea de Gaén a que llegasen los alabarderos. El sonido de sus tambores y cornetas ya se oía desde las diez en punto cuando partieron con paso firme desde la iglesia custodiando al Nazareno. Apenas quince minutos después aparecieron ellos, la peana y las personas que acompañaban y se hizo el silencio. Un silencio que imperó toda la noche en las estrechas y empinadas calles urreanas solo roto por los tambores de la guardia y los rezos en las paradas en las 14 estaciones guiados por el párroco Alonso Quintero, que también guió los de Híjar un par de horas antes.
La plaza volvió a ser testigo del Encuentro entre el Nazareno y la Virgen de los Dolores, cuya peana aguardaba paciente para hacer su entrada en la plaza en cuanto formaron los alabarderos. Desde el balcón del ayuntamiento -ubicación diferente a la de otros años- el cura leyó la plegaria del momento y, seguidamente, los Despertadores tomaron el testigo para entonar su copla. El coro se formó en un momento, entre peaneros, personas de a pie y un par de alabarderos que tras la copla regresaron a formar filas: uno con el tambor y el otro como lancero. La procesión avanzó por la calle Mayor en ascenso hasta pasar por debajo del arco de San Roque y tomar dirección a la iglesia.
Los Despertadores, desde 2004 cantando de nuevo en la madrugada
Las voces de los Despertadores estuvieron calladas mucho tiempo. Más de tres décadas guardaron silencio hasta 2004, cuando se recuperó esta tradición después de tanta calma. El próximo año se cumplirán veinte de aquello y aunque siguen cantando, nunca sobras las voces que se quieran sumar.
Recorren las calles al alba en varias ocasiones durante el año. Lo hacen en determinadas fiestas como Navidad, Reyes y las dedicadas a los santos a los que se rinden honores en Urrea de Gaén, como Santa Bárbara o San Valero al que se dedica una hoguera y una jornada festiva por el patrón de los propios rosarieros.
Es ahora en Semana Santa cuando son esperados por quienes procesionan y por quienes observan desde las aceras de las calles buscando el lugar estratégico donde el grupo hace sus cantos. A alguna persona se ve observar desde algún balcón o tímidamente desde detrás de una ventana con la habitación a oscuras y con velas encendidas en el quicio en señal de duelo por estos días. Así es, sobre todo, la noche de Martes Santo, la primera de las procesiones en las que participan en estos días.
En la madrugada de Viernes Santo, justo después de romper la Hora, vuelven a tener otros grandes momentos en el Vía Crucis de subida y bajada del Calvario. Sin duda, uno de los más sobrecogedores cantando a las puertas de la ermita de lo alto del monte y haciendo callar a todos los tambores y bombos. Vuelven a cantar en varias estaciones más hasta el regreso de la procesión a la iglesia ya a eso de las dos de la mañana.
Si todas las coplas tienen su encanto, es el ‘Ay de mí’ una de las que más arañan el alma. Han pasado los años y los Despertadores siguen cantando en las procesiones y en cada parada se suman al círculo que forman los cantores, otros que dejan por un momento su tambor o la formación con los alabarderos para ser por ese momento un rosariero más. Una vez terminado el rezo, regresan a su lugar en la procesión hasta la siguiente parada.
Todos los mayores de Urrea de Gaén han tenido siempre en la memoria las heladoras mañanas en las que salían los rosarieros a cantar. Tanto en Semana Santa como durante el resto de año provistos de su farol para alumbrarse. El temor a que se perdiera definitivamente esta tradición oral, hizo que en 2011 se editase un libro-CD recopilando la historia de esta agrupación, y las coplas cantadas. El relevo generacional se hace indispensable para que nunca haya que echar mano de este documento porque eso querrá decir que los Despertadores continúan cantando en las mañanas.
En este camino de recuperación, Jesús Tena fue una de las personas que aporta documentación y apoyo a la causa, además de algunas coplas de nueva composición que se suman a las que se preservan. Él, y alguno de sus hijos, forma parte del grupo desde que cumplió los 19 años y se volvió a unir cuando se recuperó la tradición casi veinte años. El urreano es autor de varios libros sobre sus recuerdos y vivencias y en uno de ellos, ‘La huella de una vida’, no pasa por alto este episodio de la historia del pueblo.
Tena menciona a ‘El tío Victorián’, como se conoce a Manuel Martín López, quien le lleva al siglo XVIII, concretamente al año 1780 para hablar de Alejos Tomás, un hombre que era jabonero y que llegó desde Francia. Según relata, «pudo hacer que en este pueblo se organizara el Santo Rosario de la Aurora, él se levantaba todos los domingos entonando las coplillas por el pueblo y en la iglesia rezaba el rosario». Esta costumbre del recién llegado, fue creando escuela entre otros vecinos y el grupo fue sumando adeptos que salían a cantar. Así, y aunque con altibajos, fue pasando de generación en generación hasta los años 70 del pasado siglo XX.
Muy tarde se hizo la procesión, a las seis de la tarde es buena hora, a las diez de la noche muy mal.
Las diez de la noche es muy tarde, sería mejor que fuera a las seis y en acabar a cenar.
cuando crucificaron a nuestro señor no miraron la hora
Muy poca gente en las calles, el horario tan tarde no acompaño.