La actriz, fotógrafa y directora de cine Eulalia Ramón, viuda de Carlos Saura, romperá la Hora este Viernes Santo en Calanda. Su visita al municipio será para ella doblemente especial al tratarse de un homenaje para el cineasta que vivirá en el pueblo de Buñuel, otro de sus referentes.
¿Cómo conoció a Carlos?
Mientras estaba en la Compañía de Teatro Clásico un día me llamó el hijo de José Luis López Vázquez-que era ayudante de dirección-para decirme que estaban buscando una actriz para un personaje de la película ‘¡Dispara!’ de Saura. Fui a hacer el casting y cuando llegué recuerdo que él estaba sentado detrás de una mesa. Esa primera vez, como yo era de Barcelona y el venía de hacer ‘Marathon’, solo hablamos de las olimpiadas. Obtuve el papel, y fue en los rodajes cuando realmente comenzó todo. Empezamos a hablar a raíz de la cámara de fotos que yo llevaba siempre encima, otro día fuimos a tomar algo…y así empezamos estar juntos hasta ahora, 30 años después.
¿Cómo era trabajar con él?
Maravilloso. Y así lo recuerdan también todos los actores con los que trabajó. Rodar con él era muy fácil. Creaba un clima de absoluta fluidez y amabilidad con todo el mundo implicado en cada película. Siempre tenía claro dónde iba a colocar la cámara, pero dejaba una libertad absoluta para que fueran los actores quienes realmente crearan la escena. Le gustaba decidir el decorado y la escenografía en función a lo que ellos hicieran primero. Todo ello con total delicadeza y un gran respeto hacia el artista, dos detalles que luego se podían apreciar en el resultado final.
¿Conocerlo marcó un antes y un después en su vida?
Por supuesto. Creo que si nos encontramos fue por algo. Los dos siempre hemos sido espíritus absolutamente libres y con un sentido muy grande de la independencia y desde el principio nos entendimos muy bien. Logramos tener nuestro propio espacio, algo que puede ser complicado compartiendo la misma profesión. Pero siempre unidos.
Podría decirse que esa unión permanecerá para siempre en la hija que tuvieron juntos, Anna.
Desde pequeña ha estado dentro del mundo del cine a través de nosotros. Siempre le hemos intentado transmitir el valor de la cultura en general y el poder de preservarla. Estudió Ciencias de la Información y Audiovisuales y a partir de la universidad ya le empezó a interesar toda la parte de la producción. En ese periodo además comenzó a encargarse de la producción de algunos trabajos de su padre y eso sirvió para que se unieran todavía más. Yo los llamaba ‘Pili y Mili’. Siempre estaban juntos. Por eso cuando se va una persona se va también una forma de vida, aunque en este caso tenemos la suerte de que ha quedado muchísimo de Carlos, no solo de su legado en sí, sino de su condición humana.
¿Cómo recuerda su despedida en los Goya?
Estaba en una especie de globo porque todo había sido muy reciente, pero lo que sí recuerdo con claridad es el aplauso final. Me sentí arropada. Fue muy mágico, igual que toda su despedida en sí. Las personas más especiales de su vida pudieron venir a casa a despedirse de él antes. Dos días antes me entregó un dibujo que era su firma. Fue todo muy bonito. Todo ocurrió como si él hubiese decidido cómo terminaba la película de su vida.
Carlos ya rompió la hora en 2008. Este año lo hará usted. ¿Qué le contó de su experiencia en Calanda?
Yo no pude ir por trabajo, pero aún así lo viví a través de las fotos y vídeos que me enviaron y pude ver. Todavía tenemos el tambor que trajo en casa, incluso lo tocamos de vez en cuando (ríe). Pero además de la vinculación de Carlos con el municipio, de la rompida de Calanda tengo grabada una imagen de Buñuel tocando el tambor que vi cuando era joven.
¿Qué papel ha ocupado la obra del cineasta calandino en su vida?
Pf, un lugar importantísimo. Soy de una generación que consumía mucho cine y Buñuel para mí siempre ha sido un referente. Sus películas siempre han estado presentes en mi vida. Recuerdo que cuando estuve en Vietnam con la peli de ‘Goya en Burdeos’ hicimos un viaje en tren hasta el norte en el que estuvimos toda la noche recordando ‘El Perro Andaluz’. No me canso de ver ‘El Ángel exterminador’ y ‘El Último Suspiro’ fue mi libro de cabecera durante mucho tiempo. Tengo muchas cosas suyas grabadas en mi mente.
Su visita a Calanda será doblemente especial.
Supondrá el cierre de dos ciclos. Ya no solamente en relación a todo lo que tiene que ver con Carlos y su homenaje, sino también a nivel personal. Será como un cierre para mi yo de la adolescencia. Los de aquella época descubrimos muchísimas cosas a través de Buñuel. Ya me emocioné cuando los tambores estuvieron en la capilla ardiente, pero estoy segura de que esto será una mezcla de sentimientos todavía mayor. Prefiero no pensarlo y llegar allí y vivirlo directamente.
¿Qué le llevo a adentrarse en el mundo de la actuación?
Cuando era pequeña participé en varios rodajes a modo de figuración, pero casi de forma anecdótica. Siempre me había interesado ese mundo, pero desde bien jovencita ya me dijeron que lo de ser actriz no iba a funcionar. Estudié y trabajé de otras cosas, pero un día me dije a mi misma ‘si no lo intentas nunca lo sabrás’. Empecé a formarme, hice miles de cursos y figuraciones, y con el tiempo conseguí mi primer papel en ‘Últimas tardes con Teresa’. Me fui a vivir a Madrid y allí obtuve mi primer papel protagonista en una serie de televisión española. Y así fui teniendo la suerte de poder participar en otras tantas cosas hasta ahora.
¿Cómo afecta a un actor la presión por ser exitoso?
A mí no me interesa tanto el estar todo el tiempo en el estrellato, porque es imposible. Nunca vas a poder estar 10-15 años seguidos triunfando. Esta es una profesión en la que pude encontrar la forma en la que yo quería vivir mi vida, que no era otra que forma que con libertad. Pero también me interesan otras muchas cosas.
¿Cuál es el primer momento feliz que viene a su cabeza al pensar en su carrera?
Es imposible elegir uno. Quizás cuando fuimos a Moscú a presentar ‘Las cartas de Alou’. En el momento uno no lo aprecia, pero ahora, cuando ya pasan varios años, y empiezan a preguntarte por tu trayectoria eres consciente del valor que esta tiene.
En su último trabajo dirigió el cortometraje ‘Cuentas Divinas’. ¿Qué ha supuesto para usted?
Estoy sorprendida del éxito que ha tenido. Anna hizo de productora. Es un trabajo del que estoy orgullosa porque he podido hacer lo que yo he querido al 100%.
Visite usted otros pueblos en las inmediaciones que es mucho más bonito que Calanda. Calanda es por Buñuel la fama pero no es la Semana Santa más bonita, ni incluso la rompida de la hora, por las noches es mucho más espectacular que por la mañana. Visite otros pueblos de la zona, le merecerá la pena.
En Caspe es de las mejores semanas santa de todo Aragon os la recomiendo
Existen muchos pueblos más bonitos que Calanda claro que si, pero estamos hablando de la Semana Santa, esta señora no viene a visitar la zona, ni viene a ver las Semanas Santas, va a Calanda, invitada como persona ligada al mundo del cine, como es habitual y por razones tan obvias como que el mejor cineasta de la historia de España nació allí e hizo “patria” con la tradición más significativa de su pueblo natal.
A cada uno le gusta su pueblo como el que más, cada pueblo tiene su tradición y su manera de llevarla a cabo, desconozco el pueblo del que usted es, pero la realidad es que en esto de la Semana Santa y la tradición del tambor no estamos ninguno como parar cuestionar, desmerecer o criticar a Calanda, que es cuna, primitiva e impulsora al Máximo de esta tradición, dando a este mundo del tambor y del bombo gente como Tomas Gascón, Andrés Aznar Bosque, Antonio Royo Albesa, Francisco Navarro Serred o Juan Herrero, gente que seguro que desconoces quien son y con esto ya te digo todo de que lo tuyo se cura intentando engrandecer lo tuyo y no mirar tanto al vecino.
Un saludo.
Sonia, tienes razón, pueblo feo, la Semana Santa también, romper la hora a medio dia penoso, no se entiende como siendo lo peor en todo, siempre estéis pendientes de lo que pasa aquí. Igual tendrías que ver como lo hacéis en otros pueblos antes de criticar.