La localidad conmemora los 50 años de la creación del pueblo nuevo después de que el antiguo quedara bajo las aguas del embalse
Han pasado 50 años pero el pueblo viejo de Fayón sigue muy presente en la memoria de quienes vivieron en él y también en las nuevas generaciones.El periódico La COMARCA publica hoy un periódico especial en el que repasa la historia del municipio con sus protagonistas. Prácticamente no hay ninguna casa que no cuente con una imagen bien visible del Fayón antiguo. La inundación del pueblo fue el trauma final de un proceso que se prolongó casi una década y que causó una gran herida en la población. No solo por la pérdida de sus medios de vida (las minas y el transporte fluvial y ferroviario); el descenso de población y el aislamiento al que quedó sometido; si no porque les arrancaron de golpe el lugar en el que habían hecho su vida: un pueblo ribereño muy vivo que gozaba de una gran vida cultural, social y una prospera economía.
Fayón sucumbió en aras al progreso ajeno cuando se proyectó en su término municipal la construcción del embalse de Ribarroja, que se prolongó desde 1958 a 1967. Fue ideada por la Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana, más conocida por el acrónimo Enher, una compañía pública dedicada a la generación y distribución de energía eléctrica. Las obras llevaron a la localidad a su plenitud económica y de población con la llegada de los trabajadores, que ya habían construido las presas del Pirineo.
Llegó a contar con un censo de 1.700 habitantes de los cuales se desplazaron al pueblo nuevo 750. En la actualidad cuentan con alrededor de 400. La intención de Enher nunca fue construir un pueblo nuevo pero finalmente terminó aceptando por la gran lucha de los vecinos que no querían irse a otro municipio. Las expropiaciones se hicieron a precios «ridículos» y la empresa ofrecía 50.000 por cabeza para los que se marchaban frente a los 10.000 para los que optaron por el pueblo nuevo. El éxodo se produjo principalmente a ciudades de las provincias de Barcelona y Tarragona aunque también a Zaragoza. Cabe destacar la importante colonia de vecinos en la ciudad de Reus, donde incluso se dedicó una calle a Fayón. La empresa tapiaba las casas ya vacías para presionar a los que querían quedarse. «La política que se seguía era intentar dividir a la población, hubo gente que se marchó porque no tenía el futuro garantizado y otros decidieron quedarse. Cada uno hizo lo que consideró mejor, no se les puede reprochar», reconoce el primer edil, Roberto Cabistany.
Poco a poco los vecinos se fueron partiendo y en noviembre del 67 quedaban en el pueblo viejo las familias que aún no tenían la casa terminada en el nuevo. Más de cien familias según recogieron los periódicos de la época. 75 eran empleados forasteros de Enher que no pudieron optar a vivienda por no llevar diez años empadronados.
Sin embargo, Enher quería comenzar a rentabilizar el embalse produciendo energía y aprovechó una semana de intensas lluvias para sacar a las últimas familias inundando el pueblo a partir del 18 de noviembre. Dieron la falsa alarma de que la presa de Mequinenza estaba a punto de abrirse por uno de sus flancos. «Todo el mundo lo creyó porque recordábamos que durante su construcción se abrió un boquete que tardó semanas en cerrarse y, además, está asentada en terreno carbonífero con muchas galerías», recuerda José Arbonés, exalcalde de Fayón, quien entonces tenía 21 años. La población comenzó a alarmarse e intentaron sacar los enseres que podían aunque solo les dieron unas horas. «Al final vino la Guardia Civil y solo permitía sacar documentos y dinero para evacuar a las últimas familias que quedaban, unas 35 ó 40. Lo que se hizo no estuvo dentro de los parámetros de lo que se entiende como justicia, había gente enferma, niños…», recuerda. Días después, los más mayores, que conocían la morfología del río, vieron que la forma de subir el nivel no se debía a una avenida y por lo tanto, les habían engañado. Lo que ocurrió realmente es que se abrieron las compuertas de la presa de Mequinenza y se cerraron las de Ribarroja para llenar el embalse. Los días posteriores a la salida forzosa algunas personas intentaron regresar para rescatar enseres y documentos pero llegó un momento que la situación era peligrosa y el pueblo pasó a estar custodiado por la Guardia Civil y se cortó la luz. Las viviendas situadas junto a la orilla del Ebro quedaron totalmente inundadas y las que estaban fuera de la cota de embalse fueron destruidas. Tan solo emerge sobre las aguas la torre del antiguo campanario, que fue restaurada hace unos años. «Es triste que se tengan que hacer las cosas de este modo, había tiempo suficiente para que poder terminar las viviendas que necesitaban estos vecinos y que se hubiera realizado un traslado tranquilo».
Fayón podría no haber estado condenada a desaparecer porque el proyecto inicial, que data de 1914, preveía un gran embalse aguas arriba. Sin embargo, la muerte accidental de su promotor, Frederick Stark Pearson, aparca la idea, que se retoma después de la Guerra Civil de la mano de Enher modificando la ubicación del embalse aguas abajo.
La «condena» posterior fue la falta de compensaciones para el municipio, donde no se aplicaron medidas para atajar los graves problemas de pérdida de empleo y población que causó el embalse con el cierre de las minas y el transporte fluvial. Una de las «compensaciones», los regadíos sociales, ha llegado 50 años tarde y con un alto coste para los agricultores (ver páginas 10-11). Uno de sus mayores perjuicios fue la falta de comunicaciones, que sigue sin solucionarse. La localidad tiene el término dividido en dos y para llegar a la margen izquierda, donde cuenta con 1.700 hectáreas, se deben recorrer 80 kilómetros que se salvarían con la construcción de un puente. Además, ahora también hay que atravesar más kilómetros para acudir a localidades vecinas, como Ribarroja, que ahora se sitúa a 30 kilómetros (20 más que antes), y con carreteras en mal estado, especialmente la de Mequinenza, uno de sus principales accesos.
Roberto Llop Algueró dice
Ojala algun dia se haga justicia y devuelvan todo lo expoliado
HECTOR FOECADELL dice
No ho tornaran mai,xiquet!!
Jaume Corominas dice
Hola, pet desgràcia Hector te rao, com aabeu la gent de Faió so molts els estius que hi he passat al poble nou, i el millor homenatge que es pot fer a la injustícia que es va viure a Faió es que el temps no esborri el poble, jo sempre que puc dono a conèixer el poble i faig que la gent en conegui la historia.
HECTOR FORCADELL dice
ere lo poble dels meus aguelos,ma padrina es de CASA MARTA FELISA DE MARTA LA MENUDA DE LA SAGA ROSA, INES, MARIA (CASADA AMB UN LLOP,) TOMAS CARME BENITA I FELISAi al igual que tu sempre que tinc ocasió parlo del poble i de la seua gent. SALUT COMPANY