El caspolino Guillermo Castelló, el Mago Zapata, fue el encargado de dirigir la Conmemoración del Compromiso en 2003 y 2004. Destaca la ayuda de los vecinos y la cantera teatral de Caspe.
Hace casi dos décadas que fue director de la Conmemoración del Compromiso de Caspe. ¿Qué recuerdos tiene de aquella época?
Dos décadas ya, como suena… Parecemos vejestorios. Ahora estaba recordando anécdotas. Cuando hablo de estas cosas cada vez me comprenden menos personas, porque por desgracia van faltando. A mí lo que más me emocionó de la fiesta del Compromiso en esa etapa es la participación de la gente. Somos cantera de actores, ya que en Caspe siempre ha habido una afición enorme. Desde muchos años había teatro de aficionado y el Compromiso ha sido una grandísima herramienta para que estos actores amateurs tengan esa capacidad de representar. El Compromiso es fantástico porque puedes canalizar esas ganas de representar en algo muy bonito.
¿Cómo recibió la llamada de la organización para hacerse cargo de la dirección de la fiesta?
Estábamos sin director. Yo todavía no estaba metido en el tema. Milagros y la Asociación del Plano dieron un paso al frente y dijeron que alguien se tenía que hacer cargo. Por aquel entonces yo hacía de mago en las actividades del Plano y pues, al final, me tocó hacerlo a mí. Yo quiero agradecer el apoyo de Ester Rocañín, sin ella no podríamos haberlo hecho. Yo hice otras tareas pero sin ella, sin la Asociación de la Mujer Caspolina o sin Pedro Palacios no hubiese salido adelante. Hay detalles que pasan desapercibidos pero que hicieron posible lo demás. Se consiguió que todo el mundo hiciese algo dentro de la representación y es lo que hizo que fuese algo popular y propio.
¿Cree que eso es la clave del éxito y de la evolución de esta conmemoración?
Sí, una de ellas. Lo importante es hacerlo todo como en la primera vez. Y al no ser profesionales es algo que se consigue. Yo cuando he escrito mis obras siempre las he preparado para gente que no son profesionales. Era muy divertido ver cómo los vecinos se convertían en alcaldes, en brujas o en inquisidor. Es genial ver cómo se transforman las personas cuando hacen un papel en el teatro popular. Insisto, el Compromiso es el marco ideal para dar voz toda esa cantera de actores y actrices y canalizar sus ganas.