Héctor Vidal no concibe pasar un día de su vida sin sus lápices, papeles o bocetos. Mientras que cualquiera mide el tiempo según el paso de los años, el calandino, en cambio, siempre lo ha construido a raíz de sus aprendizajes en el mundo del arte. Desde pequeño para él no eran los cumpleaños los puntos de inflexión, sino lograr perfeccionar aquella técnica sobre papel, empezar ese nuevo curso de diseño gráfico o ganar un certamen entre otros cientos de artistas. Eran y son, porque a pesar de llevar «toda la vida dibujando», Vidal continúa perfeccionando sus dotes en la actualidad, cuando la pintura mural llena sus días.
Otros artistas urbanos como Aritz y Sawe y también nombres aclamados en la historia del arte como Goya o Sorolla son solo alguno de los referentes de un joven que desde que inició en este mundo tenía claro que quería dejar su propia huella a través de sus creaciones. Así lo decidió cuando ideó su propio nombre artístico a raíz de un juego de palabras. «Empecé a darme a conocer como Héctor Vacui. Es una referencia a la expresión ‹horror vacui›, que significa horror al vacío y coincidía con mis iniciales. Me pareció representativo», explica.
Y es que aunque esta decisión puede parecer un mero trámite sin intenciones profundas, si seguimos la descripción de la RAE, el horror vacui también puede entenderse como la tendencia a llenar todos los espacios de elementos decorativos, otra definición que parece encajar a la perfección con la filosofía artística de Héctor. «En mis creaciones para mí lo estético queda atrás. Lo más importante es que llene; que pueda generar una expresión en toda persona que lo ve», destaca.
Ha probado todos los soportes: desde pintura sobre lienzo, ilustración e incluso diseño de logotipos. Pero si tiene que elegir uno de sus favoritos siempre será la pintura mural, y muestra de ello son las múltiples obras de dicho estilo que ha realizado no solo por todo el Bajo Aragón, sino también en Zaragoza capital o pueblos cercanos. «Es muy especial porque me permite llevar el arte a la calle. Transformas los lugares», explica Vidal.
Sus primeros encargos los empezó en Calanda, donde la evolución desde que era un niño pequeño al artista que es hoy queda reflejado en unos murales que guardan un lugar especial en su corazón. Uno de ellos se encuentra en la zona de la Calzada, y hace referencia a Buñuel, aquel otro gran genio del arte que también le inspira. «Ojalá pudiera pintar toda Calanda con mis murales. Es lo que quiero hacer toda mi vida».