«Set, huit, toteeees…», así sonaba Monroyo en el Encuentro Jamorrero, el primero de la historia. Jamón y morra, dos de los grandes símbolos e identidades de la provincia, también de la localidad anfitriona, se han aunado y reinventado en una rompedora jornada que ha reivindicado y puesto en valor la tradición. Todo ello en un multitudinario evento celebrado el domingo que arrancó con el VII Concurso de Cortadores de Jamón de la localidad. Este año, además, una de las ocho fases clasificatorias para la Final del Campeonato de España. Junto a ello, se celebró un encuentro entre los jugadores y apasionados por el juego de la morra de los tres territorios en los que se juega: Aragón, Cataluña y la Comunitat Valenciana.
«Es un evento en el que disfrutar tanto visualmente del trabajo de los cortadores como la degustación, la Asociación de Cortadores se ha fijado en nosotros, ven nuestra trayectoria, que hemos apostado fuerte y hay mucho trabajo de calidad, no sabíamos que recogíamos el guante, pero lo hacemos con mucho gusto», señaló Fernando Guarc, coordinador del Concurso.
Monroyo es capital jamonera, muestra es acoger el único concurso de Corte de Jamón de Aragón desde su inicio en 2015. Además, en esta ocasión, el único de todo el país en hacerlo con productos Denominación de Origen Protegida de jamón blanco. En él participaron seis cortadores profesionales provenientes de diferentes partes del país. Finalmente, tras pruebas teóricas sobre el producto y exigentes criterios de limpieza y perfilado, emplatado, presentación o estilo y creatividad, el mejor maestro fue el cacereño Eduardo José Barrero, quién también recibió el galardón al más creativo.
El cortador repite pódium en el Jardín de la Noguera, ya logró alzarse con el pase en la edición anterior, en 2019, aunque no obtuvo premio en el estatal. Sin embargo, esta vez lo tiene claro: «habrá medalla». El cortador también quiso remarcar la importancia de valorar el producto: «Hay que respetar cada pieza porque detrás hay mucho trabajo de ganaderos, secadores…», explicó, pero también demostró lo que supone el primer premio: «El jamón es de una calidad sin comparaciones y me ha hecho disfrutar mucho, además en un sitio muy especial, está muy bien organizado y hay un gran ambiente».
Junto a Barrero, Juan Carlos Garrido (Cádiz), Javier Campos (Cuenca), Geovany Almanza (Las Palmas de Gran Canaria), Cristian García (Valencia) e Iván Gómez (Toledo). El primer premio fueron 300 euros y un jamonero serigrafiado. El segundo, para Iván Gómez, 150 euros y otro jamonero. Mientras que el tercero fue Geovany Almanza, quien obtuvo 100 euros y un lote de productos.
La Morra: más que un juego
Un protagonismo para el jamón compartido con el tradicional juego de la morra. Declarado ahora Bien de Interés Cultural, unió a aficionados de diferentes comarcas turolenses, de la provincia de Castellón o Cataluña. La Iglesuela del Cid, Els Ports o La Ràpita, la Morra mueve fronteras.
Ya por la mañana la morra fue la banda sonora del encuentro, y tema también de conversaciones entre diferentes asistentes. Comparaciones en la forma de jugar, las normas o debates sobre su origen, el tema daba para largo. «Dos Romanos se jugaron a la morra la túnica de Jesús», «Lo usaban los marineros para ver quien limpiaba la cubierta» o «Era cosa de pastores para entretenerse». Así como una pregunta común: «¿Iréis al Murramundo?», el concurso mundial en Cerdeña al que acudirán más de un jugador ahí presente, y es que, como coincidieron: «Si te gusta la morra, te gusta hasta el final«.
Los concursantes buscaban la más fina y perfecta loncha, ante lo que se creó un auténtico espectáculo. De él salieron muchos expertos y jurados entre el público. Mientras tanto, los asistentes degustaron el valorado producto acompañado por bebidas para afrontar el calor. Tal fue el éxito que se acabaron las existencias. Tras la comida popular a la que asistieron 120 personas, la gastronomía dio paso, ahora en exclusiva, a la morra.
En torno al juego se celebró una mesa abierta de la que salieron propuestas sobre su futuro y mejoras, pero también valoraciones sobre qué supone la declaración como BIC. Seguido por un concurso disputado entre 47 parejas, casi 100 participantes. En el certamen, como no podía ser de otra forma, se jugaron un jamón que se llevaron los jóvenes jugadores locales Andreu Guarc y Manel Teixidó en un reñido concurso que contó con los actuales campeones del mundo (quizás del torneo han salido los próximos). «Pensábamos hacer un encuentro para jugar un rato y pasar la tarde, pero resulta que ha sido un torneo interprovincial«, confesó entre risas Luis Cros, coordinador y portavoz de la jornada.
Larga vida a las tradiciones
Ahora, buscan aprovechar la mediatización de la morra tras la declaración de BIC para institucionalizarla aún más y sacarla de ser un «juego de taberna o de borrachos». «La morra está cogiendo una gran repercusión más allá del juego de toda la vida, se hacen libros y se lleva a la escuela, vimos que era el momento perfecto para juntarnos aficionados de diferentes partes a compartir ideas y comparar para hacerla cada vez más importante», subrayó Cros, quién también recalcó que detrás hay mucha gente y mucho trabajo.
Y es que para hacer posible el evento, junto a Fernando Guarc y Luis Cros, dos de las caras más visibles, también está el Ayuntamiento de Monroyo. Cuenta con el aval de la Asociación Nacional de Cortadores de Jamón (ANCJ), el apoyo de Diputación de Teruel y de la Denominación de Origen, así como diferentes negocios locales y secaderos comarcales que hacen del jamón «un orgullo para la provincia».
Finalizaba la jornada jamorrera consolidando y demostrando el valor de los dos productos. Que la morra es más que un juego, y que hay que darle futuro mediante el respeto y el valor. Gracias a un exitoso y original encuentro sin precedentes, se vuelve a poner este nombre en la primera plana. Como quedó claro, las dos identidades, el juego y la gastronomía, tres comunidades autónomas, jóvenes y mayores, están más cerca de lo que parece. Monroyo y el Matarraña están en el centro del mapa y que el término jamorrero, ha llegado para quedarse.