Esta semana se presentó en el Senado un interesante informe del Consejo General de Colegios Farmacéuticos que lleva por nombre «La aportación de valor del modelo de farmacia a la cohesión territorial y al reto demográfico». El documento aporta interesantes datos que detalla Jesús Aguilar, presidente del Consejo General de Colegios Farmacéuticos.
¿Qué conclusiones destacaría del estudio presentado?
La primera es que las farmacias españolas están contribuyendo a fijar población, especialmente población femenina en edad de trabajar, lo cual es muy importante. Otra conclusión es que esos municipios rurales que tienen farmacia registran un mejor comportamiento desde el punto de vista del mercado laboral y, llevándolo a términos económicos, el impacto que tienen estas farmacias es de 1.600 millones de euros y de 23.600 empleos a jornada completa. Por cada empleado que existe en una farmacia rural la economía de toda esta área genera 2,34 empleos a jornada completa, o por cada euro de valor añadido bruto generado por las farmacias que están ubicados en estos municipios rurales de pequeño tamaño el conjunto de la economía española se beneficia en 4,30 euros. Yo creo que son importantes conclusiones.
Estas cifras respaldan la importancia de la red de farmacias en el medio rural, que ya quedó demostrada especialmente durante la pandemia…
Efectivamente, entonces se vio de manera clara. En ese momento de vulnerabilidad de la sociedad es cuando realmente nos dimos cuenta de aquellos servicios que son esenciales para los ciudadanos. Esa cruz verde de las oficinas de farmacia que tenemos por todo el país nunca se apagó porque las farmacias nunca cerraron. Hay un dato que a mí me llama mucho la atención: en el primer mes de pandemia y confinamiento visitaron las farmacias españolas 30 millones de personas. Hubo mucha gente que fue a la oficina de farmacia porque no solamente encontraba apoyo desde el punto de vista asistencial, sino que además fue el punto de referencia a la hora de saber lo que de verdad estaba pasando. Los ciudadanos querían informarse de verdad de lo que ocurría, porque también circularon muchos bulos sobre medicamentos o vacunas… El farmacéutico cubre también esa parte social. La farmacia en España es una farmacia muy de barrio en las ciudades y muy familiar en los pueblos, en las que se conocen todas las situaciones que se dan en las familias y todas las problemáticas. Eso hizo que durante la pandemia y ante la soledad de los ciudadanos muchos acudieran a las farmacias en busca de ese alivio, de ese consuelo o de ese impulso para seguir adelante.
En esa época las farmacias reivindicaban un papel todavía más relevante. ¿Esa reivindicación se mantiene?
Sí, sí. Esta reivindicación viene de antes de la pandemia porque los ciudadanos nos requieren un mayor número de servicios que se pueden prestar desde las oficinas de farmacia. Cada vez más tenemos que prestar mayor atención a esas necesidades desde el punto de vista del medicamento y de educación en la salud. Quizá hace 30 años esto no era tan importante pero sí lo es en una sociedad actual cronificada y con una mayor esperanza de vida. Los ciudadanos necesitan un mayor apoyo desde el punto de vista de los seguimientos farmacoterapéuticos para que puedan cumplir con lo que los médicos prescriben, porque sino eso da lugar a recaídas, a mayores ingresos hospitalarios y además, en definitiva, a un mayor gasto sanitario. Creemos que desde las oficinas de farmacia podemos y tenemos que hacer más. Tenemos a 52.000 farmacéuticos en el territorio español y creemos que no estamos lo suficientemente explotados y que podemos hacer mucho más por la sociedad. No obstante, hay que hacerlo de acuerdo a las administraciones, y es Sanidad la que tiene que abrir esa vía para que haya una mejor colaboración con los médicos, que tienen que ser los coordinadores de todos los servicios que podemos dar entre todos los profesionales sanitarios. Se cuenta poco con la red española de farmacias, aunque la ley diga que somos parte de ese sistema público.
¿Hay farmacias en riesgo de desaparición?
Sí. Cabe tener en cuenta que el 17% de las farmacias están en una situación comprometida. Es difícil seguir porque hay una disminución importante de población y el coste de los medicamentos es menor. Todo eso hace que esa atención farmacéutica sea cada vez más complicada.
¿Qué hacer al respecto?
Las administraciones tendrían que dar un paso y contar con las farmacias a la hora de dar más servicios, para contribuir también a que nuestras farmacias se puedan mantener. Creo que es muy sencillo. Ha llegado el momento de que en estos municipios donde existen estos problemas se dote a los farmacéuticos de una mayor carga de trabajo -revisión de los botiquines, de adherencia o de educación a la ciudadanía- que pueda hacer que tengan una mayor remuneración.