Aquello a lo que era reacio se ha terminado por convertir en su modo de expresión, de introspección e incluso de método de relajación. Todo eso y más es la poesía para José Manuel Soriano (Alcañiz, 1972), un género al que llegó desde los inicios en el relato. Fue hace años cuando cogió varios escritos suyos y pensó en si eran susceptibles de ser publicados. Se los entregó al director del Diario de Ávila, buen amigo de hacía tiempo. El veredicto del periodista determinó que aquello era poesía. Prosa poética para ser exactos. «Yo entonces renegaba de la poesía, yo no tenía nada que ver con ese mundo ni con poetas ni nada», recuerda el alcañizano que se tomó aquello «como la mayor ofensa», sonríe. Entre los dos montaron un libro con esos escritos y lo enviaron a un premio en Aragón. Ganó y siguió ese camino metiéndose en el género tanto en la escritura como en la lectura. «A la gente le había gustado y yo di también con lo que de verdad me gustaba», reconoce.
Piensa en aquella época desde casa confinado siguiendo las indicaciones del estado de alarma por el avance del Covid-19. Es administrativo en la empresa Obras y Servicios Milián Pascual y en estos días se está dedicando al teletrabajo. «La parte creativa la tengo aparcada», dice. «Me cuesta creer que esto esté sucediendo, creo que son días en los que no somos nosotros mismos y por eso el proceso de escritura lo tengo parado», reflexiona. «No quiero escribir nada relacionado con esto que espero olvidar en cuanto termine», añade.
Entre todas las iniciativas para llenar el tiempo de estos días, está la lectura, un hábito que practica y promociona mucha gente. «Sé que se recurrirá poco a la poesía», dice. «No pasa nada, es problema del sistema educativo y cultural de años que ha hecho una promoción nefasta de la poesía», argumenta. En estos días en casa, «haría el esfuerzo por acercarnos y profundizar porque te puede ayudar mucho», dice y añade: «Una cosa es la novela, que te dice, y otra cosa es la poesía, que te ofrece».
Sugiere varios títulos y autores. El Gran Guiñol» (Ed. Pregunta), de Miguel Ángel Ortiz Albero; cualquier libro de Ángel Gracia y de Isaac Páez, cualquier novela de los aragoneses Miguel Serrano o de Jesús Jiménez. «Para ahora o para cuando esto acabe y abran las librerías», añade.
Su primera publicación llegó con casi 30 años, lo que considera tardía. Sin embargo, eso no ha sido impedimento para que haya confeccionado una trayectoria a la que mira con orgullo. «No me puedo quejar porque he publicado ocho libros, tengo varias antologías y estoy traducido a varios idiomas», dice. Se le puede leer en inglés, portugués y hasta en armenio en una antología para la que envió varios poemas. «Emplean otros caracteres y no sé qué poema eligieron», ríe.
Su carrera está jalonada de premios. No los tiene contabilizados pero han sido su pasaporte al mundo editorial. «La mitad de mis libros están publicados por un premio», dice. «De todos modos, no es lo que me mueve. Escribo porque lo necesito y si hay alguien a quien le gusta y considera publicarlo, mejor», añade. Esos reconocimientos llegaron con los relatos a comienzos de los 2000. En esos años de inicio pasó cinco colaborando con una columna en La COMARCA, algo que «me dio una herramienta muy buena como es la improvisación», comenta.
José Manuel formó parte de una de las épocas muy destacadas en el mundo cultural alcañizano y del que se gozó hasta hace no muchos años. Fue parte activa de la Asociación Literaria Poiesis que promovió encuentros de poesía y música. También pintura y de ahí salió la colección «Por amor al Arte» y la estrecha relación con el pintor, Álvaro Lombarte, de quien recoge la invitación para esta sección. «La pintura y el grabado me fascinan y Poesis creo que propició la interacción entre los creadores de este territorio, que son muchos». Alcañiz recibió a poetas de primer orden nacional. «Se creó un ambiente cultural muy bueno y enriquecedor», reflexiona.
La música, tan importante siempre y otra de las artes a las que se está recurriendo estos días, es otra debilidad. Hay más de un artista en su familia y su propuesta para esta sección es su hermano Óscar, integrante de formaciones como Bordón Negro que tantas veces ha hecho bailar al territorio.