Luis Guía, alías Leónpicarón, acumula 3,7 millones de suscriptores y casi 1.000 millones de visualizaciones en su canal de Youtube. Este vecino de Andorra dejó sus estudios en 2º de Bachillerato para emprender su carrera como youtuber. A sus espaldas lleva más de 3.500 vídeos, y cuenta con dos canales secundarios que suman casi 90.000 suscriptores y más de 4 millones de visualizaciones.
Uno de sus canales, León Fifarón, está dedicado exclusivamente a los vídeos de gameplay de Fifa, el cual abandonó por el esfuerzo de su canal principal. El otro, LeónExe, lo ostenta un álter-ego malvado que ha ideado para seguir creando contenido.
¿Por qué Leónpicarón?
Estaba jugando a un juego en el que en cada partida tenías que elegir un nombre diferente. Mis amigos me llamaban siempre León, así que me lo ponía siempre. Como tenía que emplear un nombre tantas veces, puse algo que rimase: Leónpicarón.
¿Cuándo y por qué decides dejar los estudios y empezar a trabajar en Youtube?
Yo estaba repitiendo 3º de la ESO cuando empecé a subir vídeos. En Bachillerato llegó a un punto en el que empezó a funcionar bien y no me lo pensé. La verdad es que estaba a disgusto con los estudios, se me hacía cuesta arriba y fue el empujoncito que me faltaba. Vi esa oportunidad, obviamente sabía que me podía equivocar, me podía salir mal, pero si sale mal, rectificar y decir, pues me he equivocado. Pero no lo podía dejar pasar. Y por suerte, probé y aquí estamos.
¿Cuál fue tu primer vídeo?
En el primer vídeo, realmente, salía yo tocando la flauta con 13 años. En un principio hasta me planteé hacer un canal tocando la flauta. Porque se me daba bien y podía sacar canciones de oído. Pero fui descubriendo otro tipo de contenido y saqué un vídeo de Minecraft, el juego más de moda que ha habido y que habrá. Ya luego el canal comenzó a funcionar muy bien. Ahora tengo una serie en Minecraft en la que nos hemos montado una historia increíble. Es la serie más identificativa de mi canal. Minecraft ofrece muchas posibilidades. Pero últimamente, lo que más llama la atención de la gente son las historias de terror. Se llaman Creepypastas. Se trata de ‘bichos’ y personajes que se van haciendo populares, historias de Internet sobre monstruos. A veces los hago de miedo, otras veces de risa, para quitarle un poco de hierro al asunto.
También haces vídeos en directo en esta plataforma y otros en los que sales cantando... ¿Cómo se sabe qué tipo de contenido suele gustar más a los usuarios?
Sí, hago directos de la serie de Minecraft. Cada viernes reúno a la gente en un directo. Desde pequeño me gusta el rap y quería probar. Hay gente que hace rap en Youtube y yo dije, puedo hacer uno de vez en cuando, hacerlo sobre los personajes que sé que van a gustar a mi público, o sobre mí, llevarlo un poco a mi terreno. Y sí, suele funcionar.
¿Cuál es el proceso de elaboración de uno de tus vídeos?
Depende mucho, porque hay vídeos y vídeos y no todos son iguales. Ahora estoy con uno con el que tengo que estar dos o tres horas antes, viendo a ver qué hago, luego me tiro otras dos o tres horas grabando y luego son otras dos o tres horas editando. Igual hay vídeos que en una hora los tengo hechos y otras veces en diez horas no los he terminado. Varía mucho, depende del tipo de vídeo.
¿Cómo es la relación con tus seguidores?
En mi caso bastante buena. Me parece increíble que haya tanta gente con la que conectes, a la que le pegues tus expresiones, tu forma de hablar, tu forma de ser y que te entiendan. Esto lo noto mucho en los directos, esta es la mejor manera de dirigirte a tu comunidad, fidelizarla, darte cuenta de que la tienes, porque en los vídeos llegan muchos comentarios pero igual ni los ves. Pero, en un directo, tú ves cuánta gente te está viendo en el acto y está el chat petao. Y llega determinado momento del directo en el que todos saben lo que va a pasar. Diría que la mejor parte de este trabajo es el llegar a tantísima gente y no solo llegar, sino conectar con ellos de alguna forma.
Cuentas con tu propio merchandising, ¿cómo va la venta de estos productos? ¿Haces colaboración con otras marcas?
Lo del merchandising es de una página que tiene directamente un contrato con Youtube y tu propia ropa aparece en tu canal. Es la manera más directa de promoción que había. Pero aun así, esa tienda está un poco abandonada y los diseños obsoletos. Eso lo tengo pendiente de cambiar. Cuando vas creciendo tanto, es inevitable. Te llegan correos de ciertas marcas o tú también los vas a buscar, de marcas que creas que te van a beneficiar. Hay trabajos que los he hecho por la mera ilusión de poder decir ‘he colaborado con esta marca’. Por ejemplo, cuando Google sacó una nueva consola, la Google Stadia, la propia empresa me mandó una consola personalizada con mi nombre, eso da mucha ilusión. Colaboro con otros youtubers o con amigos que me quieren ayudar y yo les digo que no hay problema, también con amigos que he hecho en la propia plataforma.
¿Puede vivir de Youtuber o tienes que compaginarlo con otro trabajo?
Yo trabajo únicamente en mi canal, por suerte me da el dinero suficiente para mantenerme y para estar tranquilo. Vivo en Madrid, en Majadahonda, más que nada por estar cerca de los eventos y por la infraestructura. Aquí nunca me va a faltar de nada, el Internet nunca me va a fallar, siempre me va a ir a una velocidad excepcional, no como en Andorra, que más de una vez me llevé algún susto. Estar aquí es lo mejor para mi trabajo.
¿Cómo ha cambiado tu vida desde entonces? ¿Qué ha significado para ti la irrupción de Youtube?
Es una locura. Es pasar de la nada, de ser un chaval que estaba desmotivado con los estudios, a tener un trabajo de lo que te gusta; básicamente, de lo que soñaba ser unos años atrás. Tengo la posibilidad de irme a donde quiera, es un trabajo que por suerte, permite hacerlo desde cualquier país y que da mucha autonomía.
¿Dónde te ves dentro de unos años?
Prácticamente igual. Como este trabajo es tan nuevo, al principio me decían:¿Y qué vas a hacer cuando eso acabe? Pero yo ya veía venir que esto iba a ir a más. Sin embargo, a día de hoy -ser youtuber- ya se ha afianzado. Eso sí, es muy difícil de conseguir.