José Miguel López Sales vive a caballo entre Barcelona y Zaragoza y cuando puede, Alloza. Es su pueblo, de él desciende y en él se ha estrenado en la siempre compleja tarea de mostrar en público algo tan íntimo como es el arte que sale de las entrañas. Dice que siempre se ha movido por la inquietud de conocer, buscar y aprender. Fue en 2004, con 36 años de edad, cuando entró en un taller con la intención de adquirir todos los conocimientos posible del arte de la pintura que siempre le había llamado la atención.
«Empecé tarde pero tampoco pude dedicarle todo el tiempo que yo quería y que requería, por cuestiones personales y laborales tuve que aparcarlo en ese momento», dice. Fue durante la pandemia cuando estalló su vena artística. «El encierro en el confinamiento me creó tal necesidad de expresarme que sólo pensaba en encontrar un bazar abierto para comprar papel y pinturas», recuerda. Ahí comenzó y a día de hoy atesora unos 40 cuadros de los que 28 están en Alloza expuestos. La muestra ha estado abierta los fines de semana que lleva agosto y este martes 15 será el último día. De 11.00 a 14.00 estará abierta con la buena disposición siempre de la responsable del centro de interpretación de los íberos, Mª José Peralta, que abre y cierra la sala de exposiciones del Castelillo. Quien se acerque este martes podrá conocer en primera persona de la mano del propio autor, cual es su historia con la pintura.
Entre otras cosas, podrán comprender por qué firma como Jomilosa, y entender también el peso y la influencia que han tenido sus padres en su vida. A ellos les da gracias en la muestra. Llama la atención el colorido y los tamaños, porque los hay muy variados. Por una cuestión práctica, las medidas máximas son las que permiten que el cuadro con bastidores y todo incluido tenga cabida en el coche. «Siempre me llevo alguno cuando viajo entre Zaragoza y Barcelona, voy pintando donde puedo hasta que los termino», añade. El que más llama la atención es San Blas, que cumple con el tope de medidas. «Es el patrón del pueblo y tenía que estar», sonríe. Pinta, sobre todo, acrílico.
«Intento conocerme, pinto por una búsqueda… A la hora de elegir una temática para esta exposición lo tuve claro: las emociones», avanza. En el confinamiento cobraron todo el protagonismo las expresiones de los rostros y de las miradas especialmente y en ellas se detiene en más de una pieza. De hecho, la muestra se titula ‘Transcender en las miradas‘. «A partir de ahora veré si sigo una línea concreta, alguna idea tengo y me van surgiendo», reflexiona. Este martes desmontará sus cuadros de Alloza y lo hará «agradecido y muy contento» con la respuesta y con la experiencia de haber tenido la oportunidad.