A lo largo de las últimas décadas han ido desapareciendo las grandes oliveras en el Bajo Aragón. La histórica helada del año 1956 -que se alargó durante casi todo el mes de febrero y alcanzó los 14ºC bajo cero- supuso un golpe mortal para numerosos ejemplares, que terminaron talándose para leña. Más adelante, se arrancaron oliveras para sustituirlas por otros cultivos más prometedores, como la viña, el almendro o el cereal.
En los últimos años, con la incorporación de grandes tractores y paraguas recolectores, se han vuelto a arrancar muchos ejemplares para sustituirlos por nuevas plantaciones más operativas y funcionales. En la actualidad, las oliveras centenarias suponen menos del 1% de la superficie que ocupa el olivar en este territorio. Para conservar este patrimonio histórico, económico, cultural y medioambiental, se han recopilado en un catálogo abierto los ejemplares de oliveras centenarias en las comarcas del Bajo Aragón y Matarraña. El minucioso trabajo de campo se ha llevado a cabo gracias a la colaboración de numerosos vecinos.
Oliveras centenarias y singulares
Las oliveras halladas y catalogadas tienen un perímetro de tronco superior a los tres metros y medio, a una altura del suelo de 1,3 metros. Para descubrirlas, se han propuesto varias rutas desde la Comarca del Bajo Aragón, con el beneplácito de sus propietarios, que han permitido su acceso y difusión. Los recorridos pueden ampliarse visitándose algunos de los molinos y almazaras existentes. El proyecto «Tierra de Centenarias» busca conseguir que las longevas oliveras sean un recurso en sí mismo, generando cultura del olivo, además de una repercusión positiva en los servicios turísticos y hosteleros que prestan las diferentes localidades.
¿Qué te parece realizar una ruta senderista para contemplar olivos centenarios y, de paso, descubrir el patrimonio cultural y natural de los pueblos bajoaragoneses? En La Codoñera, se han señalizado tres de las 20 oliveras centenarias catalogadas y puedes visitarlas a pie a través de tres rutas. Los recorridos propuestos pueden combinarse entre los mismos ya que todos están unidos por tramos. La ruta de los Canteresos (3,26 km) discurre por una zona cercana a la población sin apenas pendiente. A través de ella, podrás conocer las oliveras de Santa Lucía y de Mir. La primera está identificada con una variedad local conocida como manzanella y se estima que tiene más de 700 años. Es característica su oliva redondeada, así como su marcada vecería (produce abundantes frutos un año, pero al siguiente no) y su menor rendimiento de producción de aceite en comparación con otras variedades.
La olivera de Mir es la más antigua (con más de 800 años de edad) y de mayores dimensiones del término municipal. Este olivo de la variedad empeltre constituye un buen ejemplo de lo que fueron las grandes oliveras hasta mitad del siglo XX, con extensas y frondosas copas, gracias al mantenimiento fiel que se sigue realizando de su estructura mediante la poda tradicional, hoy abandonada, pero que en este caso aún continúan aplicándole los actuales propietarios.
La ruta de Santa Lucía a la Tellería (5,92 km) aprovecha gran parte del recorrido de la anterior hasta llegar al camino viejo de Valdealgorfa a La Codoñera, en donde gira y se dirige por la val de Balat hacia la ermita de Santa Bárbara, a la que se accede a través de una fuerte pendiente. A través de este sendero visitarás la olivera de la Tellería. Este ejemplar destaca por su gran tronco, en donde contrasta la inmensidad de su madera con la escasez de renuevo joven en su copa. Se encuentra situada junta a otra gran olivera en el paso que enlaza la mencionada ermita con la amplia balsa ganadera de la Tellería.
Ruta del Mezquín, patrimonio natural
La ruta del Mezquín (10,48 km) parte de la localidad con la posibilidad de haber realizado previamente el segundo recorrido, y se dirige hacia la población de Torrevelilla atravesando el río Mezquín. Discurre por una zona de olivar hasta llegar al panel informativo de los Mases, donde se puede continuar hacia Belmonte de San José o llegar hasta Torrevelilla.
Los términos municipales de La Codoñera, Belmonte de San José y Torrevelilla (junto a Castelerás y Torrecilla de Alcañiz) pertenecen al Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) del río Mezquín y Oscuros. En este barranco destacan los ejemplares arbóreos de fresnos en las inmediaciones del cauce del Mezquín, así como las formaciones de toba en algunos enclaves. Además hay especies de fauna vulnerables como el alimoche y otras rapaces de carácter forestal. Gracias al PR-TE 13 se puede llegar hasta los tres pueblos mencionados, disfrutando de este patrimonio natural.
En cuanto al patrimonio cultural, en La Codoñera podrás conocer la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora -una obra barroca, como denotan las bóvedas de medio cañón con lunetos-, y anexo a ella, la casa consistorial construida en la misma época (1776). La fachada está edificada en sillería, destacando en la planta superior una galería de siete arcos rebajados sobre capiteles y columnillas, así como el gran alero de madera. También pueden visitarse las emitas de Loreto (construida en mampostería y sillería) y de Santa Bárbara (cantería y mampostería), ambas del siglo XVIII. El trinquete, la antigua tejería, la nevera, el restaurado lavadero, los restos del molino aceitero y el Molí Siscar, dedicado a la producción de harina, son otras muestras de arquitectura etnológica que merece la pena conocer.
En Torrevelilla, destaca la iglesia parroquial dedicada a Santa Quiteria, que fue construida en 1953 por la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones (organismo creado durante la dictadura para reconstruir edificios muy dañados por la guerra). El templo, levantado en ladrillo, es de estilo neomudéjar y sobresalen su gran torre y los pórticos situados a los pies y en el lado de la epístola. Por su parte, la casa consistorial se remonta al siglo XVII, y aunque sufrió posteriores reformas, conserva la definición arquitectónica original, parte del paramento y su trinquete. Entre su patrimonio etnográfico, se encuentran sus dos lavaderos, los molinos de aceite, la antigua tejería y el tradicional horno de pan. También se puede visitar el museo ubicado en la casa de Doña Peregrina Vallés (siglo XIX) para disfrutar de su decoración modernista e historicista y de la colección de etnología «Antonio Gracia Briz». Además, en esta localidad pueden conocerse las Oliveras de los Mases, de la variedad manzanella.
El trazado urbano de Belmonte de San José te trasladará a la época romana. Sus calles, salpicadas de portales de su antiguo amurallado del siglo XVIII, esconden bellos rincones como el portal de Soldevilla. Entre sus edificios, sobresale la iglesia parroquial dedicada a Salvador, realizada en mampostería y cantería durante el siglo XVIII en estilo barroco. Posee una magnífica torre-campanario y una bella portada con arco mixtilíneo decorado con guirnaldas. De la casa consistorial, construida en el siglo XVI, destaca su lonja de arcos de medio punto y la antigua cárcel. El antiguo horno comunal, de grandes arcos; las casas solariegas de los Bosque y de la plaza del Pilar; o la Casa Membrado también forman parte de su rico patrimonio. La magnífica nevera de los calatravos, construida en el siglo XVI, es otra de sus sorpresas.
En Belmonte, podrás conocer la gran Olivera de Cervera, el primer olivo de Aragón en ser catalogado como Árbol Singular. Destaca por su excepcional longevidad -su edad se fija entre 800 y 1.000 años- y dimensiones, con un perímetro de tronco de 5,45 metros a 1,3 metros del suelo. El perímetro del tronco a ras de suelo aumenta hasta los 11 metros, mientras que el de la copa es de 7,6 metros con una altura de 5,4 metros. Además, este gigante está en producción y en buen estado vegetativo.
Si quieres seguir paseando por la historia a través de oliveras centenarias, solo tienes que ir de un pueblo a otro. En Las Parras de Castellote, encontrarás a los longevos olivos de Mas de Conesa, a los que llegarás tras atravesar «Extinción», el parque temático que exhibe réplicas de dinosaurios. Muy cerca, en la pedanía de Jaganta, podrás visitar una centenaria almazara. Si vas a La Cañada de Verich, descubrirás en su museo tres molinos de épocas diferentes. En Aguaviva, te espera la olivera Moixonera y el molino harinero, mientras que, en La Ginebrosa, hallarás olivos de la variedad Morcal, poco comunes.