La Semana Cultural por Santa Quiteria en Samper ha llegado al final y los últimos diez días dejaron un reguero de intervenciones que supieron captar la atención del público. El pasado miércoles se quedó pequeño el salón para escuchar al samperino Paulino Fandos Paris, doctor en Biología y precursor de los sistemas de muestreo de fauna, que ha desarrollado su carrera por medio mundo.
Aunque acaba de jubilarse, su agenda no se relaja y su pueblo siempre está en sus planes. Exprime cada estancia y buena parte del tiempo son salidas al campo y la mayoría de veces con los Amigos de los Balsetes, una asociación de reciente creación que recupera balsas y mases en el monte. La mecanización de las labores agrarias dejaron estas construcciones en desuso. «Que estén abandonadas no significa que debamos olvidarlas, al contrario», dice. «Recuperar estas infraestructuras como están haciendo en la asociación es positivo porque, aunque ya no haya caballerías a las que dar de beber, sí que atraen a otras especies y ya se han visto tanto aves en bandadas como ciervos o corzos y junto al agua es muy fácil detectar huellas», añade.
Los Amigos de los Balsetes programaron una salida al campo este domingo para recorrer una de las rutas que ya han señalizado. Uno de sus hallazgos son los cuatro mojones, un punto que quieren recuperar junto a otros entusiastas de Caspe, Escatrón y Alcañiz. En cada excursión se ven las balsas recuperadas pero también se comenta la fauna y la flora. De esto habló Fandos a sus vecinos en una charla en la que desgranó algunas especies y defendió el valor del entorno. «No tenemos unos bosques de los que se promocionan como idílicos pero biológicamente nuestra vegetación es muy interesante porque es muy sufrida. Lo que ha crecido aquí lo ha hecho en un clima que se considera desértico», apunta.
Investigación y equilibrio
Sus labores de investigación le llevaron al CSIC y a Doñana, entre otros sitios hasta que dio el paso al ámbito privado desde donde ha ido realizando diferentes asesorías en gestión medioambiental a administraciones, como la Junta de Andalucía, una comunidad en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera. De hecho, se especializó en el ámbito de la caza y los últimos 20 años los dedicó a la gestión de la caza en Andalucía redactando decretos, realizando muestreos y montando equipos para obtener censos porque, como defiende, «la única forma de controlar la caza es conociendo el entorno».

El desarrollo de métodos de muestreo le llevó por toda España y a lugares del mundo como Qatar o Mauritania. «Mi obsesión ha sido el muestreo, empecé en 1980 cuando se hacía saliendo al campo a contar y ahora el proceso es cuestión de segundos y sigue en continua mejora con la tecnología», sonríe. Considera que cada vez hay más conciencia social sobre la necesidad de alcanzar un equilibrio ambiental pero «queda por gestionar» e insiste en la importancia de realizar censos de las especies del entorno.
Dedicó su tesis doctoral a la cabra montés en 1986 y siguió publicando sobre ella en varias ocasiones. Lo mismo que el corzo, especie a la que dedicó su primer trabajo científico en 1984. En 2015 publicó junto a Daniel Burón el libro enciclopédico «Corzos».