Ríos con Vida urge que se controle la presa para que el «desastre ecológico» no vaya a más por el río Guadalope
Suma y sigue. El lodo continúa saliendo diariamente del embalse de Santolea mientras el Bajo Aragón Histórico se sigue llevando las manos a la cabeza por el mal comienzo de la que actualmente es la única gran obra en marcha de los numerosos proyectos que tiene en cartera el territorio. No se entiende cómo no se había previsto esta situación causada por el desembalse previo a las obras de recrecimiento del pantano de Santolea que está vertiendo toneladas de lodo que bajan de forma incontrolada aguas abajo del río Guadalope.
Al barro acumulado a lo largo de las décadas de historia de la presa se suma el de los dos grandes incendios que han tenido lugar en los últimos años aguas arriba del Guadalope.
La Fiscalía de Teruel ya ha abierto una investigación tras la denuncia de la asociación AEMS-Ríos con Vida, la primera en dar la voz de alarma públicamente de una situación que, en su opinión, ha «destruido totalmente el ecosistema del río».
Por el momento, el único movimiento sobre el terreno es una retroexcavadora que retira el fango, un trabajo con poco recorrido teniendo en cuenta las grandes cantidades de lodo que salen del pantano. La promotora de la obra, Sociedad Mercantil Estatal Aguas de las Cuencas de España (Acuaes), asegura que está estudiando diferentes opciones para solucionar «cuanto antes» el problema. Por su parte, desde la CHE ponen el foco en Acuaes e insisten en que la situación es reversible.
Menos optimistas se muestran desde AEMS-Ríos con Vida. El «desastre ecológico» del Guadalope es un hecho por lo que piden que se pongan los medios adecuados-sin escatimar recursos económicos– para que el lodo no llegue aguas abajo del embalse de Calanda. Entonces el problema sería mucho mayor porque no solo afectaría al ecosistema del río sino que podrían producirse problemas en el agua de boca de Calanda y Alcañiz al igual que ya los tienen en Aguaviva, que en noviembre dejaron de suministrarse del azud de Abenfigo, totalmente colmatado de lodos.
En su opinión, las medidas pasarían por un mayor control a la hora de soltar agua de la compuerta de fondo de Calanda y que vaya acompañada con caudal turbinado -el de las centrales hidroelétricas- para que parte del agua sea limpia. También, que estos desembalses se realicen en temporadas con mucho caudal, es decir, en época de riego.
Para Ríos con Vida, el fallo en Santolea no fue el desconocimiento de los técnicos sino que no se hizo lo suficiente. Y es que tal y como marca la Declaración de Impacto Ambiental, la promotora de las obras propuso diferentes medidas «para reducir las afecciones por la acción de los limos arcillosos» que aparecerían tras el desembalse de Santolea.
La balsa de decantación que se construyó justo a los pies de la presa aguas abajo es «muy pequeña» para la cantidad de miles de toneladas de lodo que ha tenido que soportar y por eso se ha llenado enseguida al igual que el tubo por el que sale el agua al cauce del río de Guadalope
Opinan que la balsa de decantación que se construyó justo a los pies de la presa aguas abajo es «muy pequeña» para la cantidad de miles de toneladas de lodo que ha tenido que soportar y por eso se ha llenado enseguida al igual que el tubo por el que sale el agua al cauce. «Se ha llenado enseguida. Los días que estuvieron desembalsando, que fue casualmente en Navidad, soltaban de 3,8 a 5 metros cúbicos, lo que supone mucho caudal. Con esa velocidad de desembalse, el arrastre que se produjo en el vaso fue masivo», opina el calandino Javier Villanueva, un gran conocedor del río Guadalope y portavoz de AEMS-Ríos con Vida.
Por ello, proponen que se construyan ahora dos o tres balsas después de la actual para evitar el arrastre del lodo.
«Incluso no hubiera sido necesario el vaciado total de Santolea o podrían haber construido un canal lateral prefabricado», apunta Villanueva.
Tan solo dar una vuelta por las inmediaciones del Guadalope aguas abajo de Santolea deja patente el «desastre» que han causado los lodos. En algunos puntos del río el sedimento supera los cinco o seis metros en las orillas dejando una imagen totalmente desastrosa.
Un ejemplo es el paraje conocido como las minas de Castellote, con un ecosistema fluvial de alto valor que ahora ha quedado destruido. Contaba con una buena población de trucha común autóctona, barbo y nutrias, entre otros. «No es solo eso, es que se ha matado toda la fauna invertebrada del río, todas las larvas, el sustento de la alimentación», explica Villanueva, quien pone de ejemplo que además de los peces muertos tan solo hace falta levantar una piedra del lecho del río para observar cómo ya no tienen ni una sola larva.