Desde este miércoles ya no es obligatorio llevar la mascarilla en espacios interiores, sin embargo, la imagen en Alcañiz es prácticamente la misma que la de días atrás. Muchos propietarios de establecimientos prefieren seguir llevándola por precaución y respeto hacia sus clientes, y quienes han decidido quitársela -siguiendo la directriz publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE)- son cautos y no dan todavía saltos de alegría. En cuanto a los clientes, el porcentaje de quienes optan por seguir portando el cubrebocas también es mayor. Muchos, ante la duda, llevan la mascarilla en la barbilla y se la suben y bajan dependiendo de lo que hacen los que están a su alrededor. Sí que habrá que seguir usando la mascarilla de manera obligatoria en centros sanitarios y sociosanitanitarios, y en el transporte público.
«Consideramos que al igual que muchos de nuestros clientes están llevando la mascarilla, nosotros también nos la vamos a seguir poniendo por respeto a los demás y por higiene», ha explicado Miguel Ángel Rocatín, al frente de la cafetería Vewin´s. Al establecimiento, también ha entrado más de una persona con el rostro al descubierto; sin embargo, mientras sigan llegando clientes con el cubrebocas, el personal «responderá de la misma manera».
También en los centros formativos, docentes y personal administrativo han optado por seguir usando la mascarilla. «Todos los trabajadores vamos a seguir llevándola. En cuanto a los alumnos, son libres de hacer lo que quieran, aunque nuestra recomendación es que hagan uso de ella en clase», ha explicado Nicolás René, administrativo en la academia de inglés Starting Point. Hasta cuándo seguirán llevando el cubrebocas dentro de las aulas, «dependerá de la situación epidemiológica».
Donde sí había ganas de desprenderse de la mascarilla era en el gimnasio. «Con el deporte es bastante incompatible», ha señalado Adrián Vera, uno de los propietarios de Premium Fitness Center. Los usuarios que se encontraban este miércoles en el interior practicando ejercicio tenían la cara despejada y Vera cree que lo mismo ocurrirá con la mayoría de quienes vayan. En cuanto a los trabajadores, no se les pedirá que lleven la mascarilla, aunque cada uno «será libre de decidir que quiere hacer». Sí que seguirán manteniendo la pantalla en el mostrador para que «el contacto no sea tan directo».
Los propietarios y trabajadores de los establecimientos comerciales que sí se han quitado la mascarilla coinciden en que «van a ser cautos»: tendrán en cuenta la opinión de los clientes que prefieran que la lleven puesta. Eugenio Ramo, librero de Santos Ochoa, ha recordado que en la tienda «siempre han respetado las decisiones que ha tomado el Gobierno», y que ahora, si no están obligados a llevar el cubrebocas, «no lo portarán». «Confío en que este sea el inicio del fin de la pandemia», ha destacado, al mismo tiempo que ha dejado claro que «si un cliente le pide que se la ponga porque van a estar cerca, no tendrá ningún inconveniente en hacerlo».
«Yo llevo la mascarilla en la manga, y si veo que la persona que entra por la puerta la tiene puesta, me la coloco también. Creo que si la llevas puesta continuamente, la gente que no la lleva y te la ve, se la pone. De esta manera, intento respetar a todo el mundo», ha explicado Cristina Foz, propietaria de la tienda de moda El Ropero. Eso sí, tiene claro que usará el cubrebocas sin excepción «si se acumula gente en el establecimiento o cuando esté acatarrada». «Yo creo que nos va a costar quitárnosla», ha reconocido.
En la carnicería Rosique Esteban, la mayoría de los clientes llevaban este miércoles la mascarilla puesta. Su propietaria, Pili Esteban, ha decido que se la va a quitar, aunque a ratos, por inercia, se la ponía. «Estamos manteniendo las distancias adecuadas y en la zona del mostrador, donde más trabajo, tengo una pantalla protectora», ha explicado Esteban sobre las medidas de seguridad en el local más allá de los cubrebocas.
Por su parte, la propietaria de la joyería Aribiz, Ana Ariño, todavía llevaba este miércoles la mascarilla puesta, aunque su intención es quitársela «poco a poco». «Una señora que ha entrado sin mascarilla y ha visto como yo me la subía, me ha preguntado si se la tenía que poner y le he dicho que no hacía falta», ha contado Ariño, quien reconoce que la lleva «por costumbre» y que «tendrá que acostumbrarse también a no llevarla».
Incertidumbre en los colegios
En los centros educativos de la capital bajoaragonesa reina la incertidumbre sobre cómo proceder tras el decreto publicado en el BOE este miércoles. Varios directores han contado a La COMARCA que están a la espera de que el Departamento de Educación se ponga en contacto con los centros para darles instrucciones -tal y como se ha procedido durante todo el tiempo de pandemia-, y que hasta entonces, profesorado, personal no docente y alumnos seguirán llevando la mascarilla.
Sin embargo, fuentes del Departamento de Educación han confirmado a este periódico que desde el Gobierno de Aragón no se tiene previsto emitir ninguna instrucción a los centros educativos sobre la retirada de las mascarillas. Señalan que el decreto «deja muy claro» que se elimina la obligatoriedad de llevarlas en interiores y recuerdan que la propia consejera de Sanidad, Sira Repollés, dijo este martes que «en el interior de los colegios no es necesario llevar la mascarilla».
Anubis dice
Para los que se vean obligados en sus empresas a seguir usando las mascarillas en contra de su voluntad igual les vale esto para algo:
COMUNICADO
Estimados señores:
El Real Decreto 286/2022 de 20 de abril no permite absolutamente
nada de lo que se me ha descrito, como bien debe conocer la fuerza
normativa de un Real Decreto se encuentra en el articulado de la norma
y no en el preámbulo de la norma.
El Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado en diversas ocasiones
sobre el carácter normativo o no del preámbulo como es el caso de la
Sentencia 36/81, de 12 de noviembre (RTC 1981, 36), en cuyo
Fundamento Jurídico 7º declaró que «el preámbulo no tiene valor
normativo aunque es un elemento a tener en cuenta en la interpretación
de las Leyes» y la Sentencia 150/1990, de 4 de octubre (RTC 1990, 150),
en cuyo Fundamento Jurídico 2 declaró, ante la solicitud de declaración
de inconstitucionalidad y de nulidad del preámbulo de una norma por
parte de los recurrentes en un recurso de inconstitucionalidad, que «los
preámbulos o exposiciones de motivos de las leyes carecen de valor
normativo y no pueden ser objeto de un recurso de
inconstitucionalidad».
Como bien conocen, el Real Decreto establece tres exclusiones a la
norma, en ninguna de ellas se encuentra el puesto de trabajo, por lo que
en uso legitimo de mi derecho a la indemnidad personal del articulo 24
de la CE, y bajo el principio de jerarquía normativa, recogido en el
articulo 9 de la Constitución Española, me encuentro amparado por la
normativa a no hacer uso de la mascarilla en mi centro de trabajo, donde
cumplo de manera ejemplar todas las demás medidas de seguridad e
higiene en el trabajo.
Dicho esto, les recuerdo que el COVID-19 no es una enfermedad
profesional sino común, por lo que poco tiene que ver el Servicio de
Prevención de Riesgos Laborales.
No obstante, en caso de no retirar las medidas adoptadas y seguir
exigiéndome su cumplimiento, les informo que podrían encontrarse en
un supuesto regulado en el Código Penal como delito de coacciones. La
Ley me ampara a no hacer uso de la mascarilla y a través de la conducta
antijurídica manifestada por la empresa, el Servicio de Prevención de
Riesgos Laborales o la representación legal de los trabajadores se está
llevando a cabo una práctica constitutiva de un delito contra los
trabajadores tipificado en el art. 311 del Código Penal en relación con el
delito de coacciones:
“1.º Los que, mediante engaño o abuso de situación de necesidad,
impongan a los trabajadores a su servicio condiciones laborales o de
Seguridad Social que perjudiquen, supriman o restrinjan los derechos
que tengan reconocidos por disposiciones legales, convenios
colectivos o contrato individual”.
En virtud de una sana y predispuesta conciliación laboral amparada en
el cumplimiento de la Ley.
Les saludo atentamente,