Marta Fresneda inaugura este viernes una exposición sobre los Derechos Humanos
No todas las historias pueden tener el honor de verse convertidas en una escultura. Pero hay otras, que por la realidad que cuentan y su trasfondo, merecen hacerse piedra. Marta Fresneda ha hecho el trabajo de la Medusa al transformar con su mirada -y muchas horas de trabajo- algunas noticias en piezas de alabastro. Esta artista andaluza afincada en Florencia llegó a Albalate del Arzobispo con el objetivo de convertir en escultura algunas noticias que atentan contra la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Una conexión, la del alabastro y los Derechos Humanos, que para nada es casual. «A la Declaración de los Derechos Humanos aquí le estamos dando una patada literalmente. ¿Qué sucede con el alabastro? Tres cuartos de lo mismo. Las canteras de aquí, de Albalate, ¿qué están haciendo? Ya no se extrae alabastro para esculturas ni como material precioso, se está moliendo», explica convencida.
Cada una de las once obras que componen esta exposición representa un artículo de la Declaración de los DD.HH. y a la vez ha nacido «de algo que ha pasado en el mundo». El objetivo del proyecto es «sensibilizar a la gente de lo que hay y de lo que está ocurriendo». «Si vemos algo y pensamos que podría pasarnos a nosotros seríamos más empáticos», explica la artista.
Las obras se componen de una o dos figuras elaboradas en la piedra albalatina, que incluyen algún elemento en hierro al que se le ha sometido a una oxidación natural y que «interactúa» de algún modo con el alabastro.
Marta se coloca frente a una de sus obras, aquella que vulnera el Artículo 25 y que hace referencia al caso de los bebés robados. «Simboliza la madre y el niño que está llorando, que se lo están llevando», explica mientras mira una enorme cabeza de bebé y una pequeña figura de hierro que representa una madre impotente que abre sus brazos.
La artista se acerca hasta otra escultura situada al fondo de la sala y lanza una pregunta: «¿tú sabes de qué mueren los niños en los países pobres?». Hace una pausa. «Mueren de cualquier cosa, pero a nadie le importa. Mueren millones de niños pero nadie investiga por qué mueren los niños pobres», se responde. En la mano sujeta el artículo periodístico del que ha extraído esas palabras. Frente a ella, su obra. «Son dos niños que están atados a la muerte», sentencia mientras mira con gesto profundo las dos cabezas de alabastro y el fino hierro que las une.
Realmente mira a todas las figuras de ese modo, consciente de que ha creado obras que cuentan historias de injusticias, de personas que han sufrido y sufren. El miedo, la inmigración, la violencia entre religiones, la diferencia salarial entre hombres y mujeres o la libertad de expresión se dan cita en esta exposición, que se inaugura este viernes 2 de noviembre en el Espacio Cultural, situado en la plaza de la Iglesia de Albalate del Arzobispo.
Proyecto Alabastro
Marta conoció el alabastro hace cuatro años, a raíz del Simposio Internacional de Escultura en Alabastro, que se celebra en Albalate desde el año 2003. Hasta entonces tallaba mármol y picaba piedra. No volvió a saber nada de este curioso material hasta que empezó a apostar por esta serie de esculturas sobre los Derechos Humanos. Fue entonces cuando presentó su proyecto al Ayuntamiento albalatino, que la escogió para ser uno de los tres artistas -junto a Simón Domingo y Anja Römer- con una beca de residencia artística.
Las becas se enmarcan dentro del Proyecto Alabastro, una iniciativa de colaboración entre particulares financiada por el Programa Leader, en concreto por Adibama, en el que colaboran el Ayuntamiento de Albalate, el de La Puebla de Híjar y la Comarca del Bajo Martín. El objetivo es «llevar a cabo acciones para poner en valor este recurso endógeno que es el alabastro«, según Santiago Martínez, coordinador del proyecto.
Tanto esta exposición como la de los otros dos artistas becados, que todavía no han visto la luz, irán «peregrinando» por los distintos pueblos de la Comarca del Bajo Martín y otras localidades como Alcañiz, Teruel o Zaragoza. Respecto a esta cuestión, Marta señala que le gustaría que los niños pudieran tener acceso a su exposición ya que «para cambiar la sociedad hay que empezar a los niños, porque son el futuro de mañana».
La beca de residencia artística ha durado un mes, tiempo que Marta ha invertido exclusivamente en la creación de las piezas. Once obras, once Derechos Universales infringidos y once historias para reflexionar y replantearnos qué está ocurriendo en el mundo. Y también once motivos para acercarse a conocer a esta artista.