Los 34 titulares de las 165 hectáreas contempladas deben reafirmarse
La puesta en marcha del regadío social en Mas de las Matas sigue adelante aunque ahora deben ser los propietarios los que confirmen su compromiso de que así sea. La infraestructura está prácticamente concluida. Lo está al 75%. Los caminos y el sistema de tubos están hechos y en las últimas fases se construyeron los pozos, la balsa y una estación de bombeo. El último paso que queda es la instalación de la electricidad, el bombeo, los hidrantes y los automatismos para que comience a funcionar. La luz verde a esta última fase se dio en un Consejo de Gobierno de la DGA en marzo del año pasado. Se confirmó un gasto plurianual en dos anualidades distribuidas en los ejercicios 2017 (200.000 euros) y 2018 (457.695,51 euros), con un plazo de ejecución de las obras de 18 meses.
Sin embargo, la condición para que que la administración dé este paso, es que los propietarios deben reafirmar por escrito su continuidad en el proyecto. La Comunidad de Regantes Las Pedrizas celebró junta general extraordinaria el sábado en el Mas donde se informó de todo lo acontecido y, sobre todo, de los siguientes pasos a seguir. Se decidió otorgar el plazo de un mes para obtener la firma de los 34 propietarios de las 165 hectáreas contempladas y que dejarán de ser secano para convertirse en regadío. Algunos de los presentes ya firmaron los contratos allí mismo y otros los llevaron a casa para devolverlos con la rúbrica. «Tendremos los de casi todos enseguida pero seguramente habrá un 10% al que habrá que recordarle que ahora ya lo que se diga va para adelante», vaticinó el presidente de Las Pedrizas, Eduardo Bayod.
En este sentido cabe destacar que se trata de un proyecto que comenzó a fraguarse hace casi dos décadas por regantes del pueblo, hasta que hace unos diez años, la DGA, decidió impulsarlo como regadío social. Ha sufrido numerosos parones en la ejecución y, una de las tantas consecuencias de la demora, ha sido una disminución del número de hectáreas y propietarios que siguen en el proceso. Algunos tienen ahora más de 80 años, otros han fallecido y son los herederos los que deben decidir. En otros casos, se trata de simple dejadez. Por aquellos años 2000 se hablaba de cien propietarios. Al inicio de las obras eran 66 y en la actualidad hay 34 implicados, un número suficiente pero que debe dar su compromiso. «Ha llegado el momento de decidir y una vez tengamos todas las firmas los comuneros nos volveremos a reunir y analizaremos», añadió Bayod, que confió en que habrá un buen desenlace. No obstante, de no ser así, recordaron, todo lo hecho hasta ahora se quedará ahí. La infraestructura ejecutada se quedará en el terreno pero no se podrá emplear ya que no será de la comunidad sino del Gobierno de Aragón.
Del mismo modo, en la reunión hicieron hincapié en que todo el que desee entrar, aunque sea más adelante, será bienvenido. «De hecho, sabemos de gente que está interesada y seguramente entrará», dijo. Eso sí, añadió, «no por entrar más tarde abonará menos, al final, todos los regantes pagaremos lo mismo».
Un proyecto alargado en el tiempo
Antes que el regadío social, se ejecutó una concentración parcelaria de unas 3.000 hectáreas en el Mas y en localidades aledañas, como por ejemplo, La Ginebrosa. Dentro, se dejaron 303 en el llamado polígono 304 -una zona ubicada junto a la carretera a Alcorisa-. El regadío social permite que todo el mundo pueda solicitar una parcela en la zona en cuestión. La contra es que no obliga a compromiso, así pues, quien lo desee puede salirse aunque en un primer momento dijera que sí. Algo así sucedió en el Mas. Tras la primera reunión, la cifra bajó de las 303 hectáreas a unas 200 a finales de 2016. Hace unos meses, la cifra cayó hasta las 165 actuales.
La totalidad del proyecto está valorada en unos 3,4 millones de euros, una cantidad a la que deben hacer frente entre DGA (75%) y la Comunidad de Regantes (25%). No obstante, y como recordaron, se trata de unos costes financiados para los regantes a 25 años.
El objetivo de los regadíos sociales es transformar el secano en regadío. Dará opción a la plantación de nuevos cultivos aunque no tiene que significar la desaparición de otros. En el proyecto entran, desde cereal de invierno hasta la hortaliza pasando por el arbolado. «Está todo estudiado para el cálculo del agua que se precisa», afirmaron. La elección de la ubicación del polígono no es casual, se trata de una zona más alta y menos propensa a heladas.