El circo goza de buena salud en Aragón y entre los nombres que están contribuyendo a ello hay unos cuantos bajoaragoneses. No practican ese circo de grandes carpas que se desplaza en grandes camiones que habita en el imaginario colectivo. Lo suyo se basa en la danza, en el teatro físico e incluso en lo audiovisual. Una buena muestra de lo que se cuece en la actualidad circense pasó por Alcañiz en el festival ‘En los aires’ con la compañía Sweet Chilli Circus en la coordinación aceptando la llamada de la concejalía de Infancia y Juventud. «Hay muchísimo circo en Aragón y nosotras nos encargamos de potenciarlo y de darle visibilidad, de traerlo aquí y sacarlo de los grandes núcleos urbanos para acercarlo a la gente que no tiene la posibilidad de verlo tan habitualmente». Teresa Magallón reflexiona así desde la plaza de Alcañiz, su ciudad natal.
«¡Sí!, Ojalá hubiera tenido la posibilidad de hacerlo de pequeña, hice gimnasia rítmica porque era lo más parecido que tenía a mi alcance», sonríe. Asiente Víctor López, la otra mitad de Sweet Chilli Circus. «Si preguntas a mi madre dirá que el circo siempre ha estado en mí como niño que trepaba árboles, rocas, montañas…». En Alcañiz presentaron su pieza ‘Futuropasado’ y arroparon su presencia con más actuaciones de otros artistas de la zona y la comunidad y con talleres. En esto son expertos y los dan tanto para profesionales como para iniciantes o gente en formación. «Tiene muchas cosas buenas y no hace falta dar saltos mortales, aquí hay danza, teatro… El circo se aplica en escuelas, en centros penitenciarios, en institutos, hay social, integración… Esa parte de formación es muy bonita», apunta Magallón. Fundaron la compañía a final de 2017 y realizan intervenciones allá donde se les solicita. La propia compañía es diversa con sus piezas y actuaciones «a la carta», como por ejemplo, colaboraciones con artistas de Land Art.
«A los más pequeños les encantan los talleres porque es jugar y es precisamente lo que cualquier niño quiere hacer a sus 7 ó 10 años», dice Magallón. «Las actuaciones tienen varias lecturas cada una pero creo que las disfrutan porque atrapa, el circo tiene esa cosa mágica de hipnotizar a quien lo ve», añade.
En busca de la formación
Llevan 9 años formándose en un camino de estancias intermitentes en una escuela en Toulouse -la compañía tiene sede en Aragón y en Francia-, sesiones con muchos profesionales y también son autodidactas. «Hemos aprendido mucho solas, y aparte tenemos nuestras formaciones de base», dice la alcañizana. En su caso es una formación más relacionada con el mundo artístico audiovisual y de imagen, y en el caso de Víctor, del mundo del movimiento, de las artes marciales, break dance y danza contemporánea.
«Sigue existiendo ese circo de carpas pero en menor medida. Ahora ya hay formaciones más oficiales aunque estamos en búsqueda de que se oficialice y regularice más porque en España estamos un poco más atrás respecto a países como Francia, donde son estudios universitarios», apuntan. «Seguimos avanzando», sonríen.